La Agencia Europea del Medicamento (EMA) en Londres realizó una encuesta sobre el riesgo potencial que sus empleados percibían sobre la mudanza a cada una de las 19 ciudades candidatas y que vio la luz el 27 de septiembre, 4 días antes del 1-O. Diez urbes postulantes fueron consideradas de riesgo bajo o medio, y ocho como factores de una posible crisis sanitaria en la UE. Una única ciudad quedó en tierra de nadie. La valoración determinante fue la capacidad de la ciudad de acogida para garantizar la continuidad de las políticas europeas integradas, de modo a no crear "desigualdad" entre los estados miembros.
El informe se realizó en paralelo a las presiones sobre la Eurocámara que acompañaron la escalada hacia el referéndum secesionista, y que obligaron al presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, a pronunciarse: "Respetaríamos la independencia de Cataluña pero estaría fuera de la UE". A lo largo de aquellos días de confusión, la EMA pidió a sus empleados que valorasen el impacto de la deslocalización para la salud de los europeos en función de la ciudad escogida. .
Esta información fue recogida por medios británicos como The Guardian: "La EMA avisa que el daño provocado por la mudanza desde Londres tardaría al menos dos años en repararse y, en el peor de los casos, conduciría a su completo colapso y a una crisis sanitaria mayúscula en el continente". La continuidad de los empleados podría estar garantizada en un 81% en la favorita, mientras que en la peor posicionada para proseguir con la labor de la Agencia Europeo del Medicamento se desplomaba a un 6%.
El propio medio se detiene en el caso de la ciudad en tierra de nadie: "En un único caso de una ciudad candidata, que alcanzó un porcentaje en retención del personal de un 48%, habría un riesgo severo de retrasos en la distribución de medicinas, una posible carestía de medicamentos vitales y una ruptura de cooperación europea, lo que conduciría a la desigualdad entre los ciudadanos de los estados miembros. La agencia tardaría diez años en recuperarse en este escenario".
Tras la publicación del informe, la EMA publicó una segunda valoración con información cualitativa sobre las candidatas. Las calificaciones técnicas de Barcelona con su propuesta de sede en la Torre Gloriès fueron excelentes. No así las de Estocolmo, que quedaba en tierra de nadie por la improvisación sobre las infraestructuras.
Temor a una crisis sanitaria europea
Las ciudades que los trabajadores de la Agencia del Medicamento percibían con mejores ojos debían poseer la infraestructura necesaria para garantizar la continuidad de sus operaciones prioritarias, tales como la "coordinación para proteger la seguridad de los pacientes en todos los estados miembros de la UE". El anfitrión idóneo debería también permitir las actividades de prioridad secundaria, tales como la "lucha contra la resistencia microbiana", y las terciarias, tales como organizar auditorías y conferencias.
Los trabajadores fueron invitados igualmente a valorar la calidad de vida en las ciudades candidatas en comparación con la que disfrutan en la capital británica para emitir su voto. Así, en las cinco favoritas el personal de la EMA confiaba en que las actividades prioritarias como la aprobación y monitorización de medicamentos prosiguiera con apenas algunos retrasos.
La situación era ligeramente más comprometida en las cinco siguientes en la lista. En caso de alojar la EMA, las medicinas tardarían más en llegar a los europeos, las tareas menos prioritarias deberían ser abandonadas para asegurar el control de calidad, la confianza en la Sanidad Pública se erosionaría y tanto la investigación como la legislación europea darían un paso atrás.
Las ocho ciudades en el vagón de cola eran las que claramente amenazaban a la Agencia con una situación insostenible que derivaría en una crisis sanitaria europea. Las consecuencias de terminar en alguna de ellas conllevarían la imposibilidad de llevar a cabo sus operaciones y el colapso del mercado único para las medicinas, lo que obligarían a los gobiernos a recurrir a potencias farmacéuticas externas como EEUU y Japón. La peor parte, evidentemente, se la llevarían los pacientes: "Efectos secundarios, muerte y demandas".
El consenso oficioso en Bruselas es que Barcelona, muy bien posicionada en la partida, se cayó de las quinielas como favorita tras el 1-O y terminó de enterrar sus posibilidades con la crisis política que dinamitó la unidad de las administraciones tras la candidatura. La elegida, Amsterdam, estuvo por el contrario entre las favoritas desde el primer momento.
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