Estanterías del súper abarrotadas de polvorones, tiendas y calles cubiertas con guirnaldas y luces y, por supuesto, un hilo musical constante a base de villancicos: la Navidad ha llegado y lo hace "cada vez antes", según reza la coletilla popular. Para algunos, especialmente para los pequeños de la casa, es la época más feliz del año. Para otros, este exceso de tradiciones puede llevar a la aparición de problemas emocionales.
Según declaraciones de la psicóloga Linda Blair a Sky News, las canciones navideñas prematuras pueden resultar agobiantes, ya que son un recordatorio de la llegada de una época de gastos y estrés para quienes tienen que organizar los encuentros familiares, desplazarse, reunirse y adquirir obsequios.
Pero incluso las personas que realmente disfrutan de las fiestas pueden tener problemas con los villancicos, especialmente si trabajan en establecimientos en los que pasan todo el mes poniéndolos como hilo musical.
Para el consumidor, es una estrategia de marketing que le pone de humor y persuade para comprar productos navideños, pero para los empleados se trata de una melodía repetitiva que taladra su cabeza y acaba provocando ansiedad y angustia.
De hecho, según Victoria Williamson, especialista en Psicología de la música, escuchar muchas veces una misma canción puede producir el conocido como efecto de mera exposición.
Dicho efecto consiste en una evolución en forma de U invertida del agrado por algo a medida que aumentan las exposiciones. En un principio tiende a ser más agradable algo que resulta familiar hasta que nos acostumbramos a la novedad, pero después de muchas exposiciones el efecto se tuerce, comenzando a provocar primero desagrado y traduciéndose después en genuino odio.
No hay más que pensar en la típica canción que no nos dice nada la primera vez que la escuchamos, comienza a gustarnos después de varias audiciones y sigue así hasta que la aborrecemos cuando la oímos por enésima vez en la radio.
Esto le ocurre a los empleados de los grandes almacenes con los villancicos en Navidad, pero también a las personas que trabajan en tiendas de videojuegos con la música de Súper Mario o a los cajeros de ciertas cadenas de ropa con la música comercial de discoteca.