"La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que una vez fue joven" - pronunció Oscar Wilde por boca del protagonista de El retrato de Dorian Gray. Una piel que no se arrugue, un organismo que se mantenga saludable y unas aptitudes físicas y mentales que no nos abandonen han sido anhelos perpetuos de la humanidad. Poco a poco, la investigación médica va abriendo vías no sólo a prolongar nuestra esperanza de vida, sino a hacerlo con plenitud.
Y es que no basta con mantener un estilo de vida activo y saludable para contrarrestar los efectos del envejecimiento. La eficacia del ejercicio para combatir el sobrepeso decae con la edad, y el motivo lo hemos descubierto recientemente: los receptores nerviosos de las células de la grasa abdominal se inflaman con el paso de los años. Cuando el organismo trasmite la orden de quemarla para obtener energía durante el ejercicio físico, queda sin respuesta, dificultando la pérdida de peso.
La buena noticias es que un 'suero de los eternos abdominales' se ha demostrado efectivo en ratones para reducir la inflamación y restaurar la quema óptima de la grasa abdominal. Pero la aplicación para seres humanos no está a la vuelta de la esquina, por lo que las soluciones por el momento pasan por la alimentación y el deporte. Y en ese sentido, recomendar a los mayores ejercicios aeróbicos no es lo mejor cuando quieren perder peso y recuperar el tono muscular, indica un estudio de la Wake Forest University de Carolina del Norte (EEUU).
El estudio, publicado en la revista Obesity, se realizó sobre 249 personas que ya habían cumplido los 60 años y que sufrían sobrepeso u obesidad. Los seniors participantes fueron tratados con tres estrategias de adelgazamiento diferentes a lo largo de 18 meses. El primer grupo recibió una dieta de restricción calórica, de probados beneficios para atajar las dolencias que florecen con la edad. El segundo grupo, además de la dieta, realizó ejercicios aeróbicos como caminar en la cinta, mientras que el tercero hacía dieta y se aplicaba al levantamiento de peso.
La primera conclusión del estudio no es sorprendente: al término de un año y medio los pacientes únicamente a dieta habían perdido 4,5 kilos de media en comparación con los que hicieron ejercicio aeróbico (6,3 Kg.) y musculación (7,2 Kg.). Pero al comparar a los dos grupos de asiduos al gimnasio, observaron una diferencia crítica: hasta un 20% del peso perdido por los que caminaron en la cinta, casi dos kilos, correspondía a masa ósea y muscular. El grupo que levantó peso redujo esa pérdida a un 10% por lo que el resto de lo quemado fue únicamente grasa, obteniendo un mejor rendimiento físico y fortaleciendo las articulaciones.
El resultado es llamativo porque contradice lo observado en individuos más jóvenes: para ellos, el ejercicio aeróbico es más eficaz que la musculación para perder peso. No obstante, concluye el estudio, estaría contraindicado a partir de los 60. "Cuando hay riesgo de perder masa muscular, el entrenamiento con peso sería lo indicado" - señala Kristen Beaver, líder del estudio. "Especialmente a mayor edad, cuando los músculos tienden a no reponerse y a ser reemplazados por masa grasa".
Motivos para seguir corriendo
El lector avezado no habrá dejado escapar un detalle: el gimnasio por sí mismo hace poco por combatir la obesidad si no viene acompañado de una dieta de restricción calórica. Para aquellos que no puedan o no quieran cambiar hábitos alimenticios, otro estudio de la Universidad de Michigan recomienda el ejercicio aeróbico. No adelgazaremos, pero nuestro estado de salud global mejorará.
El motivo está, de nuevo, en los depósitos de grasa que nuestro cuerpo acumula como almacén de energía en previsión del ejercicio. En los sujetos obesos los adipocitos, las células de grasa, afectan a más órganos y áreas del cuerpo que la zona abdominal y provocan resistencia a la insulina, lo que puede desencadenar la diabetes de tipo 2 y problemas cardíacos. Estudiando esta dolencia, el equipo de Jeffrey Horowitz descubrió que un 30% de sus pacientes se había librado de desarrollarla.
La clave parecía estar en los hábitos de vida y en especial en los esfuerzos por perder peso en el gimnasio, por lo que tomaron muestras de pacientes asiduos a la cinta eléctrica y de otros que no lo eran después de una sesión. En el primer grupo, descubrieron que el ejercicio había favorecido el crecimiento de vasos sanguíneos en el tejido adiposo. Al estar mejor irrigado la liberación de energía era más lenta pero, paradójicamente, más efectiva.
"En general, el tejido adiposo no es el causante de la obesidad y las enfermedades, es simplemente el lugar en el que almacenamos la energía sobrante cuando comemos de más" - explica Horowitz. "Creemos que el ejercicio regular favorece una adaptación más saludable para acoger la acumulación de grasa y protege contra el desarrollo de la resistencia a la insulina así como de las enfermedades vinculadas a la obesidad".
El ejercicio aeróbico, además, se han decantado como una manera de proteger el cerebro contra enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson. También protege la salud cardiovascular y previene la depresión: precisamente, la dolencia que psicoanalistas han diagnosticado a posteriori al personaje de Dorian Gray y que le habría conducido a su destructiva e ineficaz carrera contra el tiempo.
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