A pesar de lo seguro que es en la inmensa mayoría de casos, hacerse un selfie puede ser un acto muy peligroso si no se toman ciertas precauciones. Desde personas que han muerto por tratar de fotografiarse al borde de un precipicio hasta otras que han hecho lo mismo mientras conducían algún tipo de vehículo, son muchos los casos de selfies inocentes que terminaron por salir mal.
Pero aún más extraño es el caso reportado en la revista Seizure por los médicos de la Universidad de Dalhousie, en Canadá. Se trata de una adolescente con antecedentes de epilepsia que desarrolló una crisis convulsiva justo después de tomarse una de estas autofotos que tan de moda están entre jóvenes y no tan jóvenes.
Epilepsia y fotosensibilidad
Un 3% de los pacientes de epilepsia muestran también problemas de fotosensibilidad, que pueden desencadenar fuertes crisis ante la presencia de luces intermitentes.
Por eso, los médicos que trataron a la joven pensaron que la causa de su ataque debía haber sido eso; pero, con el fin de confirmarlo, decidieron realizarle durante tres días una serie de encefalogramas que captaran la actividad de su cerebro mientras realizaba tareas cotidianas, como hacerse un 'selfie'.
Como cabía esperar, justo en el instante de la foto su cerebro comenzó a comportarse del mismo modo que durante un ataque epiléptico y las posibles causas eran dos.
Por un lado, podría ser que la luz del flash fuese la que había dado lugar al ataque. Por otro, también podría haber ocurrido a causa de la lucecita que salta para evitar los ojos rojos en las fotos.
Sea cual sea la causa, si un paciente epiléptico desarrolla esta rara condición debe tener especial cuidado, no sólo por los síntomas propios del ataque, sino también porque podrían desarrollar unas contracción repentina e involuntaria de los músculos, conocida como mioclonus, que en caso de darse en situaciones peligrosas como la del precipicio harían que el riesgo fuese aún mayor.
Además de los fármacos típicos para tratar la epilepsia, estos pacientes también pueden usar gafas oscuras o polarizantes que minimicen los efectos de la luz sobre el cerebro. O prescindir de los selfies, claro, pero en la era de la tecnología y las redes sociales eso ya son palabras mayores.