A pesar de la gran falta de evidencia científica que acarrean, tanto las lámparas de sal del Himalaya como los recientes spas basados en haloterapia son cada vez más prolíficos en Estados Unidos. Las primeras también se pueden adquirir en España y se anuncian como "descontaminantes, purificadores del aire y proveedoras de salud natural".
Dichas lámparas de sal son, esencialmente, cristales de sal de color rojizo de diferentes tonos, cuyo origen es la región del Himalaya. Dichos cristales se cincelan hasta lograr la forma de lámpara, o bien se usa la sal en grandes cantidades en habitaciones enteras de spas, como explica en este artículo The New York Times.
Los defensores de la haloterapia afirman que tanto las lámparas como los balnearios de sal pueden purificar el aire, oxigenar el cerebro y reducir los síntomas de trastornos del estado del ánimo. Además, supuestamente mejoran el dolor de la artritis y regulan mejor la presión arterial. Incluso los spas afirman que sus habitaciones saladas son capaces de mejorar los síntomas de enfermedades pulmonares como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. ¿El precio? En la web de amazon España se pueden adquirir por alrededor de 15 euros, aunque el importe varía según el tamaño.
Iones negativos, el 'secreto' detrás de la sal del Himalaya
Supuestamente, el mecanismo de la sal del Himalaya es la producción de grandes cantidades de iones negativos o partículas con cargas negativas hacia el exterior, mediante las cuales reducirían los contaminantes del aire y lograrían llevar a cabo todos los beneficios descritos. Sin embargo, como también menciona el portal LiveScience, la realidad es que no existen evidencias al respecto.
Según refiere la compañía Solay Wellness Inc, cuyo negocio se basa en la venta de este tipo de lámparas de sal del Himalaya:
"Un cristal de sal es higroscópico, es decir, absorbe las moléculas del agua desde el aire. El calor de la bombilla interior mantiene los cristales secos y, a su vez, libera iones negativos, los cuales se encuentran también en abundancia en océanos o cascadas, y que son los responsables de los efectos saludables de los cristales".
Por si dicha descripción fuese poco, existen otros portales donde se afirma que los cristales atraen toxinas o contaminantes hacia la sal, ya que las moléculas del agua suspendidas en el aire pueden llevar consigo dichos contaminantes. Cuando el vapor del agua toca la sal, los contaminantes se depositan, y se eliminan así del aire.
Le falta de evidencia tras la sal del Himalaya
Actualmente, no existe evidencia acerca de que la sal del Himalaya realmente tenga algún efecto beneficioso sobre la salud.
La sal de mesa ordinaria contiene predominantemente sodio y cloruro, los dos compuestos que forman el cloruro de sodio o sal común. Dicho compuesto es muy estable, y a pesar de que se caliente, no se liberaría ningún ion solitario. Para llegar a tal punto, la temperatura de la sal debería llegar a los 816 ºC, y eso es imposible de lograr mediante una bombilla de apenas 15 vatios. De hecho, si se llegase a dicha temperatura, habría un grave peligro de incendio.
Ahora bien, si existen otros tipos de iones en dicha sal, en forma de trazas, deberían encontrarse en cantidades significativas para tener efecto alguno. Hasta el día de hoy ningún investigador se ha molestado en comprobar si existen dichas trazas en altas concentraciones.
Por otro lado, es cierto que existen pequeñas cantidades de vapor de agua que pueden adherirse a la superficie de la sal y disociar mínimas cantidades de iones de sodio y cloruro. Y tan pronto como dicho vapor de agua se seque, ambos iones vuelven a combinarse en su forma estable para formar sal, por lo que es poco probable que el proceso produzca iones negativos.
Finalmente, respecto a la idea de que el vapor de agua contenga contaminantes que puedan pegarse a la superficie de la lampara, no existe evidencia de que el calor producido por una pequeña bombilla sea capaz de filtrarlos o destruirlos a pesar de que acaben pegados a la sal.
Qué se sabe sobre los iones negativos
Si por un momento se da por sentado que la sal sí es capaz de generar los iones negativos, ¿realmente esto sería beneficioso? Actualmente las evidencias al respecto son muy débiles.
Por un lado, un estudio publicado en 2013 en la revista BMC Psychiatry revisó varios estudios sobre la ionización negativa del aire en general, y su posible relación con alteraciones del estado del ánimo, ansiedad, falta de sueño o comodidad personal. Se demostró una mínima reducción de los síntomas depresivos, mayor cuanto más ionizado estuviese el aire; asimismo, existía una ligera mejoría del trastorno afectivo estacional.
La explicación a este efecto, según el estudio, es que los rayos de sol en verano producen más iones negativos que durante el invierno, y la ionización negativa del aire imitaría dichos efectos de la estación veraniega. Sin embargo, actualmente, una forma más estudiada para imitar estas condiciones del verano es el uso de la terapia de luz, más ampliamente estudiada.
Por otro lado, unos pocos estudios independientes han demostrado ligeros y dudosos efectos sobre la ionización negativa sobre la salud. En 1981 se publico un estudio en el Journal of Environmental Psychology donde se sugirió que la ionización negativa del aire de las oficinas podría mejorar la congestión, náuseas, mareos y dolores de cabeza durante 12 semanas. Por otro lado, en 1993, un estudio publicado en el Journal of Ergonomy sugirió que los iones negativos podrían afectar al ritmo circadiano, aunque no se demostró ningún impacto en los niveles de ansiedad.
Las evidencias más fuertes se demostraron en un estudio publicado en 1979 en Nature, donde se afirmó que los altos niveles de iones negativos de oxigeno podrían matar bacterias. Asimismo, otro estudio publicado en 2009 en el Journal of Applied Microbiology afirmó que los iones negativos podrían reducir la prevalencia de bacterias en el aire y las superficies de los refrigeradores.
Sin embargo, en ninguno de estos estudios se habla sobre los efectos o beneficios sobre la salud del uso de iones negativos en una habitación cerrada sin más. Se habla de datos en escenario de laboratorio, controlados, y con cantidades de iones imposibles de conseguir con el uso de sal. Asimismo, existe cierto riesgo de que los efectos demostrados en los estudios se deban al efecto placebo, pues no se han podido demostrar relaciones entre los beneficios percibidos y la concentración real de iones.