¿Hay algún médico a bordo? Lo hemos visto infinidad de veces en el cine: un viajero en un avión sufre una repentina emergencia médica, y el personal de vuelo pide la colaboración de algún facultativo presente entre el pasaje. En las películas, el final casi siempre es feliz: con un par de apretones en el pecho y un breve boca a boca, el paciente revive para estrechar efusivamente la mano del doctor y agradecerle su asistencia salvadora.
Pero en la realidad las cosas pueden ser muy diferentes. Para empezar, no siempre un médico a bordo está obligado a ofrecer sus servicios; curiosamente, depende del país en el que esté registrada la aeronave. Según explicaba el médico y abogado inglés Adam Sandell en el reciente congreso europeo de anestesiología Euroanaesthesia 2017, celebrado a principios de junio en Ginebra (Suiza), "la ley de la mayoría (si no todos) los países de Europa continental requieren que asistas en una emergencia, si estás razonablemente capacitado para hacerlo. La ley en las jurisdicciones de derecho anglosajón, incluyendo Inglaterra, Gales y la República de Irlanda, no te obliga a asistir".
La distinción estriba en dos sistemas legales diferentes. Casi toda Europa continental y muchas de sus regiones de influencia, como Iberoamérica, aplican el llamado derecho continental, derivado del romano a través del Código Napoleónico y que se basa en la primacía de la ley escrita. Por el contrario, generalmente los países anglosajones aplican un sistema derivado del derecho medieval inglés y en el que priman las decisiones de los jueces, que se convierten en ley por jurisprudencia. Este sistema rige en Inglaterra, Gales, Irlanda, Estados Unidos, Australia y la mayor parte de Canadá. Este es el motivo por el que los abogados de las películas de Hollywood suelen remover cielo y tierra para encontrar precedentes jurídicos a su favor, ya que allí estos dictámenes tienen categoría de ley.
Sin embargo, añade Sandell, una cuestión es lo que digan las leyes de cada país, y otra diferente la obligación ética del facultativo. "Si eres médico, sin importar de dónde seas, es probable que tu código de conducta profesional te obligue a ofrecer asistencia en una emergencia, y puedes tener problemas con tu entidad reguladora si no lo haces".
Riesgo de demanda
¿Y por qué no iba a hacerlo? ¿Qué razones podrían inducir a un médico a silbar mirando por la ventanilla del avión cuando un auxiliar de vuelo formula la famosa pregunta por la megafonía? Este era precisamente el asunto central de la conferencia de Sandell en el congreso: con cierta frecuencia, y dado que en la realidad los finales no suelen ser tan felices como en las películas, el médico puede encontrarse con una demanda judicial; por ejemplo, por parte de los familiares, si el paciente fallece.
Pero para tranquilidad de los profesionales de la salud, Sandell agrega que los casos en que una acción legal de este tipo haya prosperado son casi inexistentes, siempre que el médico haya actuado según su mejor saber y entender. "La mayoría de los países establecen una protección significativa para quienes ofrecen asistencia de buena fe en una emergencia y no actúan de forma claramente negligente", dice. "Así que cualquier doctor que no haga algo realmente muy estúpido puede confiar en que no será demandado".
Con todo, Sandell advierte de que una adecuada práctica médica en una emergencia a bordo, que resulte intachable desde cualquier criterio, debe reunir una serie de requisitos que pueden olvidarse en el fragor de la batalla contra un infarto. Cualquier médico, recuerda el experto, debe contar con un seguro que cubra sus actuaciones sobrevenidas en una emergencia sin importar el lugar del mundo donde se produzca.
El facultativo deberá registrar por escrito los detalles de su intervención como haría en su propia consulta, debe anunciar claramente su cualificación y experiencia, y si está en activo o retirado; y si participa más de un médico, debe acordarse quién está al mando. Por último, deben intercambiarse los datos de contacto. "A menudo se olvidan algunas de estas cosas durante una emergencia", dice Sandell. Sólo en una cosa, añade, debe haber una diferencia con una atención médica normal: cuando el paciente le estreche la mano, el médico jamás deberá depositar en ella una factura.
Emergencia a bordo: cómo actuar
Lo cierto es que los casos de emergencias a bordo de un avión son mucho más frecuentes de lo que podríamos sospechar. Según datos presentados en el mismo congreso por el presidente de la Sociedad Alemana de Medicina Aeroespacial, Jochen Hinkelbein, de la Universidad de Colonia, en 2016 viajaron en avión unas 3.000 millones de personas en todo el mundo. Teniendo en cuenta que uno de cada 14.000 a 50.000 pasajeros o tripulantes sufre una emergencia médica en vuelo, el resultado es que la pregunta "¿hay algún médico a bordo?" se formula por la megafonía de un avión entre 60.000 y más de 200.000 veces al año.
De todos estos casos, los paros cardíacos son una minoría; según Hinkelbein, sólo un 0,3%. Pero en cambio son las emergencias más letales, causando el 86% de las muertes a bordo. Y a pesar de este dato, recalcó Hinkelbein, no existen unas directrices generales y comunes sobre cómo tratar estos casos a bordo. El especialista alemán presentó en el congreso una serie de recomendaciones elaboradas por un grupo de trabajo que él ha encabezado, y que este equipo se encargará de presentar individualmente a cada aerolínea para procurar su implantación. Según Hinkelbein, "estas son las primeras directrices que ofrecen recomendaciones específicas de tratamiento para emergencias médicas en vuelos comerciales".
Para comenzar, dijo Hinkelbein, todas las aeronaves comerciales deberían contar con un desfibrilador y un electrocardiógrafo, equipos que ya están presentes en muchos aviones. Pero también, el grupo de expertos aconseja que a la consabida explicación de los auxiliares de vuelo sobre las salidas de emergencia y los procedimientos de seguridad se añada una mención sobre los equipos de emergencia médica en el avión y su localización.
Por supuesto, la famosa pregunta debe formularse lo antes posible, explicando el motivo si se trata de un paro cardíaco; pero Hinkelbein y su equipo consideran esencial que las tripulaciones estén entrenadas para ofrecer soporte vital básico, incluyendo la reanimación cardiopulmonar. Idealmente, ésta debe ejecutarse por dos personas. Y por último, añaden los expertos, el avión debe ser inmediatamente desviado si el paciente recupera la actividad cardíaca, algo que todos damos por supuesto que se haría en una situación semejante; pero si además hay alguna norma que obligue a ello, volaremos más tranquilos.