En la Unión Europea está prohibido, como lo está en la mayoría de los países del mundo. Pero EEUU es una de las dos excepciones que confirman la regla y allí sí se puede hacer publicidad de fármacos, porque consideran que esto no aumentará su prescripción innecesaria. Sin embargo, según ha recogido The New York Times, un reciente caso ha desatado cierta polémica en país americano.
Se trata de un anuncio emitido durante todo el año 2016 y protagonizado por toda una estrella de Hollywood, el actor Danny Glover. El protagonista de Arma letal pretende concienciar sobre la afectación pseudobulbar (PBA, de sus siglas en inglés), un trastorno secundario a distintas patologías neurológicas, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o algunos ictus.
Se trata de un síndrome que provoca ataques de llanto o risas que el paciente no controla, es decir, no motivados por sus emociones. Y en el anuncio, pagado por la compañía farmacéutica -Avanir Pharmaceuticals- que comercializa el único medicamento indicado para la PBA, Glover habla de ello.
"Cuando yo actúo, si hago esto [llora] o esto [ríe] está totalmente bajo mi control. Yo no tengo afectación pseudobulbar, pero si alguien con esta enfermedad se pone a llorar o reír puede que no sea por decisión propia. La PBA causa episodios incontrolados de llanto y risa en personas con lesiones cerebrales y ciertas enfermedades neurológicas, como infarto cerebral, demencia o esclerosis múltiple", relata el actor, que no padece la enfermedad.
El problema es que el llanto o la risa descontrolada también se da en personas que no padecen PBA y, en concreto, en pacientes con problemas psicológicos muy comunes. "Yo sospecho que la enfermedad se está redefiniendo para incluir a la gente excesivamente emocional", declara al diario neoyorkino Adriane Fugh-Berman, médica de la Universidad de Georgetown y experta en márketing farmacéutico.
Aunque la empresa ha negado esta posibilidad, sí ha reconocido que la campaña protagonizada por Glover ha sido todo un éxito. También ha reconocido a The New York Times que produjo un efecto no deseado: mucha gente acudió a su médico para preguntar si padecían PBA -por sentir que se ponían a llorar y reír sin control- y acabaron recibiendo un diagnóstico diferente: depresión, acompañado de una prescripción de antidepresivos.