El corazón más sano del mundo no es el del que toma batidos multivitamínicos y va al gimnasio seis días por semana. Ni siquiera el del que se toma el trabajo con calma y jamás ha probado un cigarrillo ni toca el alcohol. Las personas con las mejores arterias del mundo, aquellas cuyo miocardio debería ser objeto de envidia de cualquiera, viven en la parte boliviana del Amazonas y pertenecen a la tribu Tsimane.
Un indígena de este grupo de 80 años tiene la misma salud cardiovascular que un estadounidense de poco más de 50, según un estudio publicado en The Lancet y presentado en la reunión anual del Colegio Americano de Cardiología.
El secreto para la salud cardiovascular parece estar, visto lo visto, en mantenerse lo más lejos posible del estilo de vida moderna, hasta el punto de que los autores del trabajo -dirigidos por Hillard Kaplan, de la Universidad de Nuevo México- proponen clasificar nuestra forma de vivir como un nuevo factor de riesgo cardiovascular.
Pero, más allá de no tener Facebook ni Twitter, ¿cómo viven los Tsiname para que su corazón sea el mejor del mundo? Los datos no dan lugar a sorpresas: estos indígenas siguen una dieta baja en grasas saturadas y alta en carbohidratos no procesados ricos en fibra, además de los animales salvajes que cazan y el pescado que pescan.
Los Tsiname no saben qué es el sedentarismo. Sólo un 10% del tiempo que pasan despiertos lo dedican a no hacer nada; el resto -6-7 horas en los hombres y entre 4-6 horas en las mujeres- están físicamente activos, cazando, recolectando, pescando y sembrando.
Para los fans de la paleodieta, ojo al dato: su alimentación está basada sobre todo en carbohidratos (en un 72%) pero, eso sí, nada de los que solemos encontrar en los supermercados occidentales: arroz -no el blanco-, plátano macho, yuca, maíz, nueces y frutas. La proteína sólo constituye un 14% de su dieta y viene sobre todo de la grasa animal, aunque la presencia de grasa es muy pequeña: consumen alrededor de 38 gramos de grasa cada día, incluyendo 11 gramos de grasa saturada. ¿Grasas trans? Ni saben lo que son. Además, pocos Tsiname fuman.
Para llegar a sus conclusiones los investigadores llevaron a estos indígenas a un lugar que seguro ni sabían que existía: el interior de un TAC. Con esta prueba de diagnóstico por imagen analizaron el corazón de 705 adultos, a los que también les midieron el peso, la talla, las pulsaciones, la presión arterial, el colesterol, la glucosa en sangre y los niveles de inflamación.
Según los resultados de las pruebas, casi nueve de cada 10 Tsinames no tienen riesgo de enfermedad cardiovascular, mientras que un 13% presentan un riesgo bajo y sólo un 3% presenta un riesgo elevado. Las cifras no varían mucho entre los indígenas más mayores y dos tercios de los mayores de 65 años seguían teniendo unas arterias a prueba de infarto.
Sin embargo, los investigadores temen que estas cualidades no vayan a durar para siempre. "En los últimos cinco años, nuevas carreteras y la introducción de canoas motorizadas han aumentado muchísimo el acceso al mercado de la ciudad cercana, donde compran aceite para cocinar y azúcar", se lamenta BenTrumble, otro de los autores. El progreso, se confirma, es bueno para todo menos para el corazón.