Muchos enfermos crónicos viven prácticamente encadenados a un pastillero con diferentes compartimentos repletos de píldoras de colores. Pero los humanos a menudo somos descuidados y olvidadizos: la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que sólo el 50% de los pacientes de tratamientos a largo plazo en los países industrializados toman su medicación regularmente según lo prescrito, un porcentaje que se reduce al 30% en los países menos desarrollados. En EEUU se ha calculado que estos olvidos cuestan cada año 100.000 millones de dólares en hospitalizaciones evitables.
Está claro que de poco sirve el desarrollo de nuevos medicamentos si los pacientes olvidan tomarlos, algo que según los estudios sucede con más frecuencia cuando el intervalo de administración se reduce: se olvidan más fácilmente las pastillas que deben tomarse cada seis horas que las de una sola vez al día. Y lo que es peor, la OMS teme que esta baja adherencia a los tratamientos va a continuar empeorando a medida que aumenten enfermedades que hoy son crónicas con un tratamiento continuado, como el sida o la tuberculosis.
La solución, según los científicos, no está en depender de la alarma del móvil, sino en diseñar sistemas que se encarguen de suministrarnos la medicación de forma regular desde nuestro propio cuerpo sin que tengamos que hacer el esfuerzo de acordarnos. Este es el propósito de una sofisticada cápsula creada por un equipo dirigido por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard (EEUU). La cápsula es capaz de quedarse a vivir en el estómago durante semanas, liberando poco a poco el fármaco necesario. Los detalles del sistema y los primeros ensayos en animales se publican esta semana en la revista Science Translational Medicine.
Una estrella desplegable
"Desarrollamos un sistema de administración de fármacos capaz de residir con seguridad en el estómago durante dos semanas", resume a EL ESPAÑOL el codirector del estudio, el gastroenterólogo e ingeniero biomédico Giovanni Traverso. El sistema consiste en una cápsula que se toma por vía oral y cuyo envoltorio se disuelve al llegar al estómago, desplegándose seis brazos rígidos en forma de estrella unidos a un núcleo de un material parecido a la goma. Esta geometría peculiar bloquea el paso de la cápsula a través del píloro, la salida del estómago hacia el intestino, pero sin obstaculizar el tránsito de los alimentos.
Los brazos de la cápsula están fabricados con nuevos polímeros desarrollados por los investigadores que protegen el fármaco y lo van liberando lentamente. Según los autores, esta estrategia tiene la ventaja de que la dosificación del medicamento es gradual y constante, lo que evita los efectos secundarios causados por las subidas y bajadas de los niveles del fármaco cuando el paciente debe tomar una pastilla cada cierto tiempo. Una vez que la cápsula ha cumplido su función, los brazos se rompen por unas uniones especialmente designadas para que los fragmentos pasen al intestino y completen su recorrido hasta expulsarse con las heces. Estas uniones más débiles evitan también que, por accidente, la estrella pueda pasar entera al intestino.
Para probar el sistema, Traverso y sus colaboradores lo han ensayado en cerdos con un fármaco llamado ivermectina, ampliamente utilizado en el tratamiento de enfermedades parasitarias como la oncocercosis o ceguera de los ríos, y que podría ayudar también en la lucha contra la malaria. "La ivermectina se ha utilizado para tratar los parásitos, pero también tiene el beneficio de ser tóxica para los mosquitos portadores de malaria cuando pican a alguien que tiene ivermectina en su sistema", dice el investigador.
Según Traverso, los resultados demuestran "la capacidad de la nueva forma de dosificación para proteger el fármaco del ácido estomacal y también liberar lentamente el fármaco a lo largo de 14 días". Y todo ello, añade, sin efectos adversos para los cerdos: una vez cumplida su misión, las cápsulas se rompieron según lo previsto y completaron el circuito intestinal.
En el caso de la malaria, los modelos matemáticos manejados por los autores del estudio vaticinan que el uso combinado de la nueva cápsula y los tratamientos hoy disponibles prestaría un gran empujón a la eliminación de la enfermedad. Pero es evidente que las aplicaciones de la cápsula estrellada van mucho más allá. Según precisa Traverso, actualmente están estudiando su uso para dolencias como el VIH/sida, la tuberculosis y varias enfermedades tropicales de las llamadas olvidadas.
Ensayos clínicos
El sistema de la cápsula estrellada no es el único en su género. La liberación controlada de fármacos a lo largo del tiempo es hoy un activo campo de investigación que ha dado lugar a multitud de mecanismos diferentes, incluyendo cápsulas de disolución retardada, parches, geles o implantes. Sin embargo, según el codirector del estudio Robert Langer, en general los sistemas actuales consiguen una dosificación del fármaco durante un máximo de entre 12 y 24 horas. La cápsula estrellada extiende este período a más de una semana, lo que para Langer tiene "tremendas implicaciones para los pacientes".
Para que la estrella comience a enfilar lo antes posible el camino hacia sus apliaciones médicas, los investigadores han fundado una compañía biotecnológica llamada Lyndra que emprenderá los primeros ensayos clínicos con humanos a mediados de 2017. "El esfuerzo de desarrollo de productos de Lyndra se centra en áreas terapéuticas donde el cumplimiento mejorado y los beneficios farmacocinéticos mejoran significativamente el resultado al paciente, incluyendo enfermedades neuropsiquiátricas, enfermedades del corazón y enfermedades renales, entre otras", señala Traverso. Los enfermos de diabetes, de epilepsia o de adicciones diversas podrían llegar a beneficiarse de esta nueva tecnología que, según Langer, "promete reescribir la definición de las terapias orales de actuación a ultra-largo plazo".