"Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo", dice el refrán. Pero resulta que la ciencia no lo tiene tan claro y, en un momento de especial preocupación por la alimentación -la pandemia de obesidad está lejos de disminuir, aunque con la Operación Bikini parece todo lo contrario- merece la pena revisar el concepto.
El asunto lo volvía a poner en el candelero hace unos días el pediatra estadounidense Aaron Carroll en The New York Times, en un polémico artículo titulado: Se siente, no hay nada mágico sobre el desayuno. La primera frase era toda una declaración de intenciones. "Yo no desayuno", escribía.
Para Ramón Estruch, portavoz del Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad (CiberOBN) se trata de un asunto sobre el que "hacen falta más estudios" y sobre el que no está todo dicho. Así, desmiente esa creencia popular de que en el desayuno se puede comer cualquier cosa porque se tiene todo el día para quemarlo.
Cambio de sociedad
"Está claro que alguien con un trabajo físico potente por delante ha de tomar un desayuno abundante, pero ahora estamos en una sociedad cada vez más sedentaria", señala este médico del Hospital Clínic de Barcelona a EL ESPAÑOL. "Hay que adaptar el número de calorías que se consume a lo que gastas", añade.
De hecho, comenta Estruch, en la dieta mediterránea se da más importancia al almuerzo y a la cena que al desayuno. Pero la ciencia va más allá y cada vez tiene más peso la idea de comer "cuatro o cinco veces" al día.
Que el desayuno es la comida más importante no sólo es algo que, según Estruch, hay que decir "con letra pequeña" sino que, en algunos casos, se puede considerar culpable del aumento de la obesidad. No por la ingesta de alimentos en sí, sino por la composición habitual de esta comida, sobre todo en países como EEUU. "Se suele consumir mucho hidrato de carbono y azúcares refinados, hay que adherirse al plato mediterráneo", reflexiona este experto.
Distintos estudios
Como recuerda el pediatra en The New York Times, la creencia generalizada de que el desayuno es muy importante ha tenido apoyo científico. El problema es el tipo de soporte. Por ejemplo, habla de un estudio publicado en 2013 en una de las revistas líderes en cardiología, Circulation, que concluía que la salud cardiovascular de los hombres que desayunaban era mejor que las de los que no lo hacían. Pero, como subraya Carroll, "se trata de una asociación y no de una causa".
Parece que la calidad de la evidencia científica en este aspecto es, como mínimo, cuestionables. Así lo demostró otro estudio publicado el mismo año en The American Journal of Medical Nutrition, que analizaba los trabajos que evaluaban este parámetro y concluía con un inquietante: "La creencia en el efecto del desayuno sobre la obesidad excede la fortaleza de su evidencia científica". Como dirían en una película de abogados: "Nada que añadir, su señoría".