Estudió física y se doctoró en Neurociencia en EEUU. Antes de regresar a Argentina, investigó en Francia y, como representante de dicho país, es uno de los científicos implicados en el mastodóntico proyecto Human Brain Project que la Unión Europea puso en marcha para desentrañar el que algunos consideran el órgano más importante del cuerpo humano, el cerebro. Pero Mariano Sigman es también divulgador científico y, como tal, acaba de publicar el libro La vida secreta de la mente que es, justo, lo que él cree que aspira a averiguar el consorcio.
¿Cuál es exactamente su papel en el Human Brain Project?
Yo coordino el grupo que se centra en el estudio de la toma de decisiones. Lo que tratamos de averiguar es cuándo y por qué optamos por algo con más o menos riesgo, cuándo nos basamos más en las emociones o en el raciocinio para elegir algo o aspecto como por qué en ocasiones tomamos una decisión y, pese a tener muchas evidencias de que es la correcta, no terminamos de confiar en ella. El ejemplo más claro es cuando vamos de viaje al aeropuerto y no podemos parar de mirar si hemos cogido o no el pasaporte, a pesar de que siempre lo hacemos. Es una confianza impredecible.
Tanto este proyecto como su homólogo estadounidense para mapear el cerebro, BRAIN, se anunciaron al público con gran entusiasmo. En los años que llevan en marcha ¿se puede decir que sabemos más de este órgano que antes?
Sí. Sin duda, sabemos cosas nuevas del cerebro. Por citar tan sólo algunos ejemplos: hoy podemos descifrar algunos sueños, interpretar el pensamiento de una paciente en estado vegetativo, implantar recuerdos en modelos animales, entender más o menos las bases de la memoria y cómo se forma molecularmente... También hemos logrado averiguar cómo se relaciona la motivación con el aprendizaje, por qué algunas cosas nos dan mucha ansiedad y cuáles son las maneras de resolverlo. Podría hacer una enumeración larguísima.
Pero algo quedará por averiguar.
Claro. La crítica más grande a la situación actual del conocimiento del cerebro es que a día de hoy es un conocimiento demasiado enciclopédico, muy parcial y muy segregado. Lo que falta en el cerebro es una teoría, que es lo que sí existe en otras disciplinas. Por ejemplo, en biología molecular tenemos la genética; en física, la gravedad y el electromagnetismo; en química, las moléculas y cómo interactúan. En el cerebro la ciencia es muy ecléctica y al día de hoy se ha resuelto más dominio a dominio, que conceptualmente.
¿Y a qué es lo que se aspira a descifrar?
La pregunta última del cerebro es cuál es el lenguaje del pensamiento, el lenguaje del cerebro. Sería como encontrar lo equivalente al genoma en neurociencia. Nos falta entender el secreto de ese lenguaje, ése es el objetivo último del campo y de eso creo que estamos muy lejos. Cuando entendamos eso, que será algo muy teórico, todas las preguntas prácticas se podrán responder. Una vez que entendimos el código genético, pudimos responder a muchísimas cuestiones. Nos falta el genoma de la mente. Es el objetivo final del Human Brain Project. Mucha gente piensa que es un proyecto condenado a fracasar, y es posible que no exista tal equivalencia, que no haya un lenguaje del cerebro. No está garantizado que lo vayamos a encontrar.
Un concepto que se define de forma distinta según a quién se le pregunte es la inteligencia. ¿Qué tiene que decir la ciencia sobre esta cualidad?
La inteligencia está mal definida. Se definiría como la capacidad versátil de resolver problemas, por lo que es algo que no debería ser dominio independiente. Hay test que intentan medirla pero no evalúan por ejemplo el lenguaje, suelen utilizar pruebas con dibujos, etc. Esos están cuestionados con razón, porque miden una forma particular de la inteligencia, la capacidad de resolver problemas, pero no de desenvolverte en un grupo, por ejemplo.
No se puede decir genéricamente que hay gente más inteligente que otra
Hubo gente que empezó a hablar de distintas inteligencias, lo cual es casi como un oxímoron, porque la inteligencia por definición es algo que es general y versátil; es posible que simplemente hablar de distintas inteligencias sea una manera de negar el concepto mismo de inteligencia. Lo más interesante sería pensar en ciertas habilidades como funciones cognitivas, sin darle una acepción tan fuerte como la idea de que hay alguien que tenga una manera de pensar que sea mejor que otra; me parece que puede ser un abordaje más razonable. No se puede decir genéricamente que hay gente más inteligente que otra. Lo pueden ser, pero sólo para algún tipo de problemas.
¿Qué piensa de la posibilidad de usar drogas para mejorar la inteligencia, algo que se ha planteado también desde ámbitos académicos?
Tiene sentido para mejorar algunos dominios particulares, te puedes preguntar si hay una droga para mejorar las matemáticas, que mejore la memoria, la expresividad del lenguaje... No veo nada malo, es algo que genera mucha reticencia, pero yo tengo una idea de una farmacología positiva. Para empezar, hay que tener en cuenta que la gente ya lo hace, ya existe ese concepto por más que sorprenda mucho. Las personas toman un vaso de vino para interactúar mejor en una fiesta o un café porque sienten que funcionan mejor con eso.
Entonces ¿está a favor del uso de drogas con este fin?
Lo que sería interesante es medir si eso es realmente así. Mucha gente percibe que funciona mejor en ciertos dominios. y estaría que esas cosas no fueran intuitivas y cualitativas, sino que realmente uno pudiera medirlas, saber si funcionan y hacer políticas de acuerdo a eso, no de acuerdo a prejuicios. Por ejemplo, la marihuana es una droga que cambia el pensamiento, pero la pregunta es en qué aspecto. También sería interesante conocer si potencia la creatividad y poder medirlo y también, como no, conocer sus riesgos a corto y largo plazo. Lo ideal es que el debate sobre las drogas se haga en base a evidencias y no en base a prejuicios históricos muchas veces descabellados.
Es inconcebible que la morfina sea una droga legal para uso médico y la marihuana, no
Sea como sea, hay un acuerdo bastante unánime de que el alcohol es una droga que tiene bastante más riesgo que el cannabis, que los tiene. Por qué el cannabis es una droga ilegal y el alcohol no, es algo que no tiene discusión razonable. Que podamos investigar el efecto de las drogas en nuestro funcionamiento mental es algo que me parece desprejuiciado y sano, no veo nada equivocado en eso.
En definitiva, sería importante que tuviéramos una discusión seria y racional sobre el efecto médico de estas drogas, tanto para enfermedades psiquiátricas como otras. ¿Por qué no se pueden hacer investigaciones clínicas con marihuana pero sí con morfina, que es peor?. La morfina es una droga legal con uso médico, la marihuana no. Es inconcebible desde un punto de vista racional.
Igual que queremos modificar la inteligencia, a veces nos excusamos en que no podemos cambiar nuestro carácter para justificar determinados comportamientos. ¿Se puede dejar de ser como uno es?
En general, cuando uno dice eso se refiere al temperamento, que son cosas que uno percibe acertadamente como muy difíciles de cambiar, y lo son. En el deporte es relativamente fácil variar la resistencia si se trabaja, pero la elasticidad es más difícil de cambiar. Lo mismo pasa con las distintas facetas del comportamiento: algunas son muy fáciles de cambiar y otras muy reticentes, como ser extrovertido o introvertido, ser más activo o de un tono más depresivo...
Yo pienso que en tal caso reconocer lo que es constitutivo de la identidad a veces ayuda. Se trata de aceptarlo y buscar en qué nichos uno puede funcionar mejor siendo así. Es mejor que la tozudez de pensar que uno puede cambiarlo todo.
Pero se sigue utilizando como excusa...
En el adulto tenemos una idea equivocada respecto al tiempo de la asimilación del cambio. Se oye mucho la expresión "ya es tarde para cambiar", pero tenemos un montón de estudios que demuestran que eso no es así, que un adulto aprende un instrumento o un idioma más o menos igual que un niño. La pregunta es de dónde nace esa intuición, y lo hace de que uno se olvida del tiempo y el esfuerzo que hizo de niño para aprender esas cosas y que de mayores estamos mucho menos dispuestos por razones naturales a dedicar ese esfuerzo, porque hay que llegar a fin de mes, tenemos el tráfico, la familia, mantener el piso... Son aspectos que consumen nuestro tiempo y nos dan menos disponibilidad. Lo que pasa es que uno tiene una enorme ansiedad por poder cambiar o aprender pero quiere hacerlo sin esfuerzo, y no se consigue así.
¿Y las emociones? ¿Se pueden modificar los sentimientos?
Las emociones se aprenden a controlar con muchísimo esfuerzo. Algunas son más fáciles de controlar que otras. Por ejemplo, es más fácil controlar el significado de una emoción que su intensidad.