Las castañas son un alimento tradicionalmente asociado al otoño y a la llegada del frío. Con una historia milenaria, han sido una fuente básica de alimentación en muchas culturas, especialmente en zonas rurales de Europa. Rica en nutrientes y versátil en la cocina, en nuestro país son típicos los puestos callejeros ofreciendo castañas asadas, cuyo aroma y sabor reconfortan durante los días fríos. Sin embargo, también es posible disfrutar de su sabor en nuestra casa.
Mercadona ha puesto a la venta la malla de castañas de 500 g por 3,25€. Según la Fundación Española de Nutrición, 100 g contienen 209 calorías, 3 g de proteínas, 2,6 g de lípidos totales, de los cuales 0,38 g son ácidos grasos saturados, 0,82 g son ácidos grasos monoinsaturados y 0,87 g son ácidos grasos poliinsaturados. Además, contienen 40 g de hidratos de carbono, 6,8 gramos de fibra y un 47,6% de agua.
En general, los frutos secos son considerados como un 'superalimento' que todos deberíamos consumir de forma regular, aunque con moderación por su alto contenido en calorías. Sin embargo, la castaña es, en comparación, un alimento poco calórico, lo que permite flexibilizar esas restricciones en su consumo y sacar el máximo partido de los muchos beneficios de los que nos podemos aprovechar.
Rico en nutrientes y bajo en calorías
Las castañas tienen pocas calorías en comparación con otros frutos secos. Esto se debe a varios motivos que hacen que en algunos aspectos tengas más similitudes con los cereales. Así, presentan un contenido en grasa menor, las cuales son la principal fuente de sus calorías. Por ejemplo, 100 g de nueces contienen alrededor de 59 g de grasa, mientras que las castañas solo tienen unos 2,6 gramos.
Además, las castañas tienen un alto contenido de agua, cercano al 50%, lo cual es muy inusual para los frutos secos. El agua no aporta calorías, lo que diluye el contenido calórico total del fruto. Esta característica es comparable a la de los cereales, que también suelen tener un mayor contenido de agua en comparación con los frutos secos.
Otra característica que comparten con los cereales es su alto contenido en hidratos de carbono complejos y nutrientes menos calóricos por gramo en comparación con las grasas. Destaca en ese sentido que son una buena fuente de fibra dietética, que aporta volumen y sensación de saciedad sin contribuir significativamente a las calorías totales, ya que no se digiere ni se absorbe completamente por el cuerpo.
Buenas para el azúcar en sangre
Se estima que 1 de cada 7 adultos españoles sufre diabetes, es decir, casi el 15%, lo que equivale a la segunda tasa más alta de Europa. Las castañas son un alimento excelente para prevenir esta enfermedad, tal y como señalan varias investigaciones. Un estudio de la Universidad de Australia del Sur afirma que el contenido en fibra y ácidos grasos de las castañas reduce los niveles de glucosa en sangre.
Además, la fibra presente en estos saludables frutos secos no solo contribuye a la digestión y la salud intestinal, sino que también desempeña un papel crucial en la regulación de los niveles de azúcar en sangre. Al ralentizar la absorción de azúcares, la fibra ayuda a mantener niveles de glucosa más estables.
A ello también contribuye que, los hidratos de carbono en las castañas son de naturaleza compleja, lo que significa que la absorción de los azúcares es lenta y sostenida. De esta forma, los azúcares se liberan progresivamente en el torrente sanguíneo, proporcionando una fuente de energía constante y controlada durante más tiempo, lo que ayuda a mantener los niveles de glucosa en sangre estables y evitando hiperglucemias.