Con la llegada del mes de octubre y la entrada del otoño se producen muchos cambios importantes. Uno de ellos, inevitable por otra parte, es el de la climatología. Un giro que provoca consecuencias en muchos ámbitos de nuestra vida como en la alimentación. Y es que a medida que se va acercando el invierno, nuestra dieta también se va transformando.
Uno de estos cambios es la entrada de productos más calientes y de comidas que pretenden conservar en nuestro organismo ese calor corporal que evita que nos pongamos enfermos y que seamos víctima de los tradicionales resfriados. Por ello, las ensaladas y las cremas frías dejan paso a los platos de cuchara, los guisos reposados y los caldos calientes.
Sin embargo, hacer un buen caldo o un guiso rico a veces está reñido con nuestras tareas del día a día, ya que necesitamos mucho tiempo para alcanzar el sabor y la calidad óptima. Tenemos que ir a comprar productos que estén en buenas condiciones y después dedicarle mucho tiempo, poniendo toda nuestra paciencia al servicio de la causa.
Por esta cuestión, muchas personas terminan recurriendo a las tradicionales pastillas de caldo. Estas suponen un gran ahorro de tiempo. Sin embargo, nuestros guisos no quedan tan ricos y, sobre todo, no son tan sanos. Si no más bien todo lo contrario. Esta solución tan recurrente puede tener graves consecuencias para nuestra salud.
Y es que cada vez más personas terminan acudiendo a estos productos, no sólo para hacer un caldo caliente que nos temple el cuerpo, si no también para hacer platos más elaborados como una paella o un risotto. Aunque lo que muchas personas no saben es que las consecuencias pueden ser realmente graves. Y todo por el alto contenido en sal que tienen estas pastillas de caldo, entre otros importantes elementos negativos.
¿Cuáles son los perjuicios de usar pastillas de caldo?
El principal inconveniente que tienen las pastillas de caldo es, como decíamos, que son una bomba de sal. De hecho, la sal supone más de la mitad de los ingredientes que las componen, aproximadamente 52,9 gramos del contenido total. Esta cantidad excede los 5 gramos de sal al día que recomienda no superar la Organización Mundial de la Salud.
Por ello, incluir la utilización de estas pastillas en nuestra dieta puede provocar un incremento de nuestra presión arterial que puede derivar en procesos de hipertensión, pero también en otras enfermedades como el cáncer de estómago. Además, también está relacionado con el empeoramiento del asma, la osteoporosis, los cálculos renales, la insuficiencia renal e incluso con la obesidad. Por todo ello, se trata de un producto prohibido para aquellas personas que padecen problemas circulatorios o que sufren del corazón.
Así lo asegura Diana Benejama, miembro de la Comisión de Educación del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCova). "Las pastillas de caldo contienen más de 5 ingredientes, lo que significa que nos encontramos ante un producto ultraprocesado".
El consumo en exceso de estas pastillas aumenta los niveles de ingesta de sal, lo que se suele traducir en problemas de obstrucción de arterias. Por ello, para muchos expertos estas pastillas se han convertido en uno de los grandes productos a evitar a la hora de preparar nuestros caldos y una de las evidencias más claras de que apostar por productos naturales marca significativamente la diferencia.
Además de la sal, estas pastillas de caldo están hechas a base de otros ingredientes que no son precisamente muy beneficiosos para nuestro organismo como son el glutamato monosódico (E621), los ribonucleótidos de sodio (E635), el almidón, el extracto de levadura y las grasas saturadas. Por ello, cada vez más médicos, nutricionistas y expertos recomiendan no usarlas.
Sin embargo, no sólo el exceso de sal es el gran inconveniente de estos productos, sino también el exceso de grasas que aportan. Son nocivas también para la salud cardiovascular porque pueden aumentar nuestros niveles de colesterol en sangre. Además, muchos de estos caldos cuentan con glutamato, perjudicial para mantener la línea. "Es un aditivo que potencia el sabor de los alimentos y hace que comamos más porque querremos volver a emular su sensación en boca".
Para hacer nuestros caldos más sanos, esta nutricionista aconseja sustituir estas pastillas por especias y condimentos como el tomillo, el romero, el eneldo, la pimienta, la cúrcuma, el jengibre, el orégano, el cilantro o el perejil.
Otro caso de un nutricionista que condena el consumo de este tipo de productos es el de Àlex Yáñez de la Cal, quien afirma a La Voz de Galicia que estas pastillas de caldo son "lo peor de lo peor" incluso aunque nos intenten convencer de que son productos bio.
"Con el bio o el eco, sabemos que tienen que utilizar menos de 200 pesticidas que lo convencional, y que también están limitados en tema de aditivos. Natural lo puedes poner en todo, y se utiliza como reclamo cuando no lo es. Puedes llegar a ver natural en una pastilla de caldo de sopa, que para mí es lo peor de lo peor".
Por esta cuestión, y aunque nos lleve un poco más de tiempo de lo normal, conviene invertir en salud y decir adiós a estas pastillas de caldo que, a la larga, se pueden convertir en una bomba para nuestro organismo. Especialmente por ese exceso de sal que destroza nuestros niveles de presión arterial y que se acumula en nuestras arterias hasta obstruirlas por completo.