Los hábitos diarios impactan más de lo que imaginamos sobre la salud y longevidad, por eso, especialmente pasados los 50 años, es necesario tomar ciertas medidas para garantizar una vida más sana. Algunos estudios han demostrado que tanto el consumo excesivo de azúcares añadidos como el abuso de alcohol son factores determinantes en la disminución significativa de la esperanza de vida.
Gowri Reddy Rocco, experta en longevidad y fundadora de Optimum Wellness and Longevity Inc., explica que estos son "de los peores hábitos para la longevidad porque provoca altos niveles de inflamación que deterioran el cuerpo y afectan negativamente la salud general" según recoge Parade.
El consumo de alimentos ricos en azúcares añadidos, especialmente en forma de fructosa, es un factor clave en la formación de productos finales de glicación avanzada (AGEs), moléculas que aceleran el envejecimiento celular y tienen efectos negativos en la piel y los órganos.
Está demostrado que los AGEs se forman en mayor medida en alimentos ricos en carbohidratos refinados y azúcares añadidos. Estas moléculas se acumulan en proteínas de larga duración, como el colágeno y la elastina, debilitando la estructura celular y promoviendo la aparición de enfermedades degenerativas como la diabetes y diversas enfermedades de los riñones.
Inflamación crónica
Además de ser causante de un envejecimiento acelerado, también se ha vinculado con la inflamación crónica, un proceso subyacente en muchas enfermedades relacionadas con la edad como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Una investigación señaló que la inflamación crónica no solo contribuye al desarrollo de estas enfermedades, sino que perpetúa un ciclo de deterioro que afecta a múltiples sistemas del cuerpo, debilitando poco a poco la capacidad del organismo para regenerarse y mantener una buena salud a largo plazo.
La relación entre el consumo excesivo de azúcar y la diabetes tipo 2 está ampliamente documentada. Según la American Diabetes Association, esta clasificación se da cuando el cuerpo no puede utilizar adecuadamente la insulina, resultando en niveles elevados de azúcar en sangre.
Este estado de hiperglucemia provoca daños significativos a los vasos sanguíneos, nervios y órganos vitales. Además, está directamente relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y renales. La obesidad, a menudo derivada del consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, es otro factor de riesgo importante para contraer esta patología.
El envejecimiento celular, asociado al acortamiento de los telómeros, es otro efecto negativo del consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares añadidos. Una investigación ligada a la Universidad de Navarra mostró que estos alimentos no solo carecen de nutrientes esenciales necesarios para la salud celular, sino que también contienen aditivos que promueven la oxidación y la inflamación, acelerando el envejecimiento y aumentando el riesgo de enfermedades crónicas.
El alcohol a largo plazo
Consumir alcohol también presenta riesgos significativos para la salud y longevidad. Un análisis reciente cuestionó la noción popular de que el consumo moderado de esta sustancia tiene beneficios para la salud. El estudio reveló que incluso el consumo moderado puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como cánceres, hipertensión y arritmias cardíacas.
El abuso de este tipo de bebidas se asocia también con un aumento de la inflamación crónica en el cuerpo, lo que puede dañar órganos como el hígado y el cerebro. De hecho, según un estudio, la regeneración del hígado se ve gravemente comprometida por su consumo regular, lo que puede llevar a enfermedades hepáticas graves como la cirrosis. Además, contribuye al deterioro cognitivo, incrementando el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
Por eso es crucial destacar que la combinación de un alto consumo de alimentos ultraprocesados plagados de azúcares añadidos y alcohol puede tener efectos sinérgicos negativos en la salud y la longevidad. Ambos son potentes agentes inflamatorios y su consumo conjunto puede exacerbar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, acelerando el proceso de envejecimiento y aumentando la vulnerabilidad a otras dolencias graves.
"La buena noticia es que seguir una dieta baja en azúcar y alimentos procesados, beber alcohol de forma mínima (menos de 177,4 ml/día) y comer alimentos integrales, pueden reducir en gran medida estos problemas", explica Rocco, enfatizando que nunca es demasiado tarde para hacer cambios saludables en la dieta.