Cualquier cantidad de alcohol es perjudicial para el organismo humano. Este mensaje se repite cada vez más en los últimos años a raíz de la vasta evidencia científica que se ha ido obteniendo. Sin embargo, aún hay quien matiza estos hallazgos, recordando que otros estudios abogan por un "consumo moderado de alcohol". Un reciente trabajo apunta a que estos presuntos beneficios de una copa de vino o cerveza diarios se deben a fallos de metodología.
Así lo sugiere una gran revisión publicada en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs, que afirma que los estudios que asocian el consumo de bajas cantidades de alcohol con efectos beneficiosos para la salud no tienen suficiente calidad científica.
Aunque era algo que ya sugerían anteriores investigaciones, esta nueva revisión y metanálisis de 107 estudios científicos confirmaría las sospechas. Muchos trabajos han usado como grupo de referencia a adultos mayores que habían dejado de beber o limitaban el alcohol por razones de salud. Obviamente, si este grupo de compara con aquellos que siguen bebiendo porque todavía no padecen condiciones médicas, estos parecerán poseer mejor salud.
Aún hoy en día se sigue repitiendo la idea de que "una copa de vino al día es buena para la salud", o alguna variación de esta recomendación. El problema es que este consejo se basaría en estudios antiguos y además erróneos, según el nuevo metanálisis. Esto, a su vez, habría potenciado la falsa idea de que el alcohol sería una especie de tónico contra las enfermedades crónicas.
Como explican los investigadores responsables del nuevo estudio, dirigidos por Tim Stockwell del Instituto Canadiense de Investigación sobre el Uso de Sustancias de la Universidad de Victoria, los estudios que asocian el consumo moderado de alcohol con beneficios para la salud poseerían fallos de diseño fundamentales. Estos trabajos se habrían centrado en usar como grupos de referencia a adultos mayores sin tener en cuenta los hábitos de consumo de alcohol previos.
Un ejemplo es comparar grupos de bebedores moderados con "abstemios" o "bebedores ocasionales", que en realidad eran adultos mayores que ya habían acumulado toxicidad por alcohol durante años. En muchos casos, aquellos que ya no probaban una gota eran de hecho alcohólicos rehabilitados, cuyos años de abstinencia no alcanzaban a revertir el daño causado al organismo.
Así pues, cuando Stockwell y sus colegas analizaron los datos combinados durante su metanálisis, tuvieron en cuenta los patrones de consumo de alcohol de los individuos durante toda su vida,. Combinaron los datos, e inicialmente parecía que los "bebedores moderados" tenían hasta un 14% menos de riesgo de mortalidad.
Sin embargo, cuando los investigadores profundizaron más, y tuvieron en cuenta estudios de mayor calidad, donde se incluyó a personas menores de 55 años y se especificaba cuáles eran ex-bebedores, se detectó que el consumo moderado de alcohol no se asociaría con una mayor longevidad. "Simplemente no existe un nivel de consumo de alcohol que sea completamente seguro", zanja el investigador.
Iñaki Galán, del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, valora para Science Media Centre que "el mensaje de que bajas cantidades de alcohol pueden otorgar beneficios para la salud se ha construido sobre una evidencia poco sólida. Este artículo aborda múltiples sesgos presentes en los estudios donde se detectó una asociación entre consumo de alcohol y mortalidad, destacando el mal uso como referencia de "no bebedores" que en realidad eran bebedores ocasionales o ex-bebedores.