El pan de gambas es un snack muy popular en las gastronomías asiáticas, especialmente en la china, malaya e indonesia. A pesar de su textura crujiente y sabor umami que hace que piques cada vez que entras a un restaurante chino, no es un alimento que merezca la etiqueta de sano.

En primer lugar, apenas tiene gambas, alrededor de un 7%, algo que tampoco será una sorpresa ya que no es el primer alimento que incluye el nombre de algún marisco y luego este escasea en su composición. Entre otras cosas, este preparado con forma de obleas hinchadas blancas o teñidas de algún color como rosa o naranja. También tiene un alto contenido en azúcar, sal, carbohidratos refinados y grasas que, junto con la falta de fibra y proteínas significativas, hacen de este aperitivo una opción muy ocasional y poco saludable.

Azúcar

El azúcar es uno de los ingredientes clave en este alimento. Aunque mejora su sabor, el consumo excesivo de azúcar está asociado con varios problemas de salud como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Según un estudio publicado en el British Medical Journal, el consumo de bebidas azucaradas se asocia con un aumento significativo del riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también recomienda limitar la ingesta de azúcares libres a menos del 10% del total de calorías diarias para prevenir estos problemas de salud, subrayando que una reducción adicional al 5% proporcionaría beneficios adicionales.

Sal

Otro ingrediente fundamental de este snack que tampoco es sano es la sal. Aunque necesaria en pequeñas cantidades, el alto contenido de esta en el pan de gambas puede ser perjudicial para la salud. Un consumo elevado de sal está relacionado con la hipertensión arterial, que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.

De hecho, un meta-análisis publicado en Journal of the American College of Cardiology encontró que una reducción moderada en el consumo de sal disminuye significativamente la presión arterial y reduce el riesgo de eventos cardiovasculares. Por eso es una medida clave para la prevención de estas enfermedades, especialmente en productos procesados como el pan de gambas.

Harinas refinadas

El almidón de maíz y la harina refinada, utilizados como agentes de volumen y textura, también presentan algunos problemas. Estos ingredientes son carbohidratos refinados que tienen un alto índice glucémico, lo que significa que pueden causar picos rápidos en los niveles de azúcar en la sangre.

Una realidad plasmada en multitud de investigaciones como la publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, el consumo frecuente de carbohidratos de alto índice glucémico está asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y obesidad. Este tipo de carbohidratos carecen de los beneficios de los carbohidratos complejos, como la fibra, que ayudan a mantener niveles estables de azúcar en la sangre y promueven la saciedad.

La harina de tapioca, otro ingrediente común en el pan de gambas, es una fuente de carbohidratos que aporta poco valor nutricional adicional. Similar al almidón de maíz, su alto índice glucémico puede contribuir a fluctuaciones en los niveles de azúcar en la sangre. Por ejemplo, un estudio en el European Journal of Clinical Nutrition concluyó que las dietas ricas en carbohidratos refinados están asociadas con un mayor riesgo de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Lo cierto es que la falta de nutrientes esenciales y la rápida digestión de estos carbohidratos pueden llevar a una sensación de hambre poco después de consumirlos, promoviendo el consumo excesivo de calorías.

Un 'snack' frito

La fritura, el método de elaboración del pan de gambas, introduce una cantidad significativa de grasas no saludables en el producto final. Durante este proceso de elaboración, los aceites se oxidan, formando compuestos que pueden ser dañinos para la salud tal y como revela un estudio publicado en el British Medical Journal.

Éste demostró que el consumo regular de alimentos fritos está asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, obesidad y otras afecciones crónicas. La razón es que los aceites utilizados en la fritura pueden degradarse a temperaturas altas, produciendo sustancias tóxicas como los aldehídos, que son perjudiciales para la salud cardiovascular.

El aceite de girasol, utilizado en algunas marcas de estos snacks, aunque considerado más saludable que otras opciones de fritura, aún presenta riesgos. Al calentarse a altas temperaturas, este puede descomponerse y producir compuestos tóxicos, tal y como encontró una investigación publicada en el Journal of Agricultural and Food Chemistry.

En este caso, se demostró que el calentamiento repetido de aceites vegetales, incluido el aceite de girasol, genera productos de oxidación lipídica que pueden ser carcinogénicos. Además, la alta cantidad de grasas en el pan de gambas contribuye a su elevado contenido calórico, lo que puede promover el aumento de peso y la obesidad si se consume en exceso. 

La inclusión de huevo en la receta añade un valor nutricional limitado en comparación con los riesgos asociados. Aunque estos son una buena fuente de proteínas, en el contexto del pan de gambas, tal y como se ve en el etiquetado de algunas bolsas, su cantidad es mínima y no compensa los efectos negativos de otros ingredientes. El contenido proteico es bajo en comparación con la cantidad de carbohidratos y grasas, haciendo que el snack sea nutricionalmente desequilibrado

La falta de fibra dietética en este preparado es otro de los contras que tiene. Una dieta baja en fibra puede llevar a problemas digestivos, como el estreñimiento, y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, incluyendo la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Esta es crucial para la salud digestiva y para mantener niveles estables de azúcar en la sangre tal y como destaca una investigación publicada en el Archives of Internal Medicine, que relaciona su alta ingesta con una menor incidencia de enfermedades coronarias y otras enfermedades crónicas.