En España, uno de cada tres adultos sufre lo que se conoce como síndrome metabólico, según las estimaciones del estudio Darios. Se trata de un grupo de afecciones que, en conjunto, se asocia con un incremento de entre dos y seis veces del riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo 2 y muerte por todas las causas. Este desorden clínico está causando una creciente preocupación por su prevalencia y el impacto en el sistema sanitario.
Ante esta realidad, se han estudiado fórmulas para frenar esta epidemia, de medicamentos específicos a las campañas para adoptar un estilo de vida saludable. Los beneficios del ayuno intermitente -es decir, consumir calorías dentro de un marco de tiempo específico- destacan por su interés. Ejemplos incluyen el régimen de "ayuno 16:8", donde se restringen las calorías durante 16 horas seguidas de una ventana de alimentación de 8 horas, y otros más prolongados.
La evidencia de diversos estudios parece avalar los beneficios potenciales de esta práctica. Uno de los más interesantes es precisamente el efecto sobre el cambio metabólico. Una persona pasa de usar azúcar como su principal fuente de energía a 'quemar grasa'. Cuando esta se descompone, el cuerpo alcanza un estado metabólico conocido como cetosis -producción de cetonas como fuente de energía alternativa-, lo que implica beneficios para la salud.
Ayuno intermitente y ejercicio
En un estudio pionero, Dean Ho, Director del Instituto de Medicina Digital (WisDM) de la Facultad de Medicina Yong Loo Lin de la Universidad Nacional de Singapur (NUS Medicine), documentó su propio uso del ayuno intermitente. Empleó tecnologías de salud digital, incluyendo sensores y dispositivos portátiles para explorar el concepto de cetosis y sus beneficios para la salud. Los resultados se publicaron en Nexus, revista editada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos
Conocido por su excelente condición física y su historia de entrenamientos, Ho se sumó al ayuno intermitente con un régimen que incluía un mínimo de 20 horas de ayuno diario. A ello, se le unía entrenamiento de fuerza o cardiovascular cada mañana, una dieta compuesta de vegetales de hoja verde, semillas, aceite de oliva, proteínas magras y otros alimentos típicos de la dieta mediterránea, y bebidas como agua, café negro y té negro sin leche ni azúcar.
En los siete meses en los que se desarrolló el experimento, el Profesor Ho mantuvo un estado de salud óptimo y experimentó mejoras significativas en su salud y condición física, incluyendo una pérdida de peso de alrededor de 7,5 kg, un aumento del 20% en la fuerza de agarre, la capacidad de levantar pesas un 10% más pesadas y completar 1.000 flexiones en menos de 40 minutos.
Una estrategia personalizable
El experimento reveló un patrón claro en la producción de cetonas, sustancias producidas por el cuerpo cuando descompone grasas para obtener energía: altas en la mañana, disminuyendo después del ejercicio y volviendo a subir antes de romper el ayuno. Este patrón demuestra que los niveles de cetonas pueden cambiar rápidamente en respuesta a actividades como el ayuno y el ejercicio, alcanzando un cambio metabólico cuando se llega a un nivel umbral.
Aunque el régimen de Ho requería disciplina, puede personalizarse según las preferencias de cada individuo para lograr los resultados de salud deseados. Su recomendación no es ayunar 20 horas al día, sino encontrar un horario seguro y efectivo, comenzando con pequeños cambios como eliminar el azúcar del café matutino y luego la leche, y reducir los alimentos azucarados de la dieta. Es imprescindible disfrutar del proceso y evitar saltar a un régimen de ayuno intenso de inmediato, además, de consultar a los médicos antes de iniciar un régimen de ayuno.
"La experiencia cambió completamente mi concepto de la aptitud física. Ahora puedo levantar pesos que nunca había podido levantar hace 20 años. Dado que los individuos son diferentes entre sí y cambian con el tiempo, este enfoque representa un cambio hacia una gestión de la salud más personalizada y atractiva. Al observar las respuestas dinámicas de salud a diferentes intervenciones, adherirse a un régimen de salud puede convertirse en una experiencia similar a un juego", explica.
Atención a los síntomas
El síndrome metabólico, también conocido como síndrome de Reaven, síndrome de resistencia a la insulina o síndrome X metabólico, es una condición que, según los investigadores, podría tener un componente genético, transmitiéndose de generación en generación. Según la Clínica Universidad de Navarra, a pesar de que las causas exactas del síndrome metabólico no se comprenden completamente, se sabe que las personas que lo padecen tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir infartos de miocardio o enfermedades coronarias.
Los pacientes con síndrome metabólico generalmente no presentan síntomas evidentes. Sin embargo, los médicos pueden identificar la condición a través de varios signos clínicos como obesidad central -exceso de grasa en la zona abdominal-; intolerancia a la glucosa, que suele estar asociada con hiperinsulinemia o diabetes tipo 2; niveles elevados de LDL (colesterol malo) y triglicéridos, lo que implica la presencia de altas concentraciones de lipoproteínas de baja densidad en la sangre; niveles bajos de HDL (colesterol bueno), y presión arterial alta (hipertensión).