El atún tiene un papel destacado en la cocina española debido a su versatilidad, valor nutricional y tradición culinaria. Su presencia en la dieta española ha evolucionado hasta convertirse en un ingrediente esencial en numerosas recetas. Y aunque se comercializa y consume en muchos formatos, el atún en lata es un alimento básico en la despensa de muchos hogares españoles. Conscientes de esta popularidad, los supermercados ofrecen a sus clientes una amplia variedad de atún en conserva, como este 'Atún claro al natural' de Hacendado.
El producto lo elabora la empresa gallega Escuris SL, que lo presenta en una pack de seis latas de 80 g, con un precio de 4,20€. Los únicos ingredientes son el atún claro, agua y sal. Por cada 100 g de peso neto, este pescado en conserva aporta 83 calorías y 0,9 g de grasas, ninguna de las cuales son saturadas. Además, posee 0,7 g de hidratos de carbono -ningún azúcar-, 16 g de proteínas y 0,90 g de sal. Destacan los 128 mg de omega 3 por cada 100 g de producto neto.
Con estos datos, este atún en conserva se encuentra entre los favoritos de los nutricionistas, que lo consideran una de los más saludables. Entre los puntos fuertes señalan la ausencia de aceites, su baja cantidad de grasas y su alto contenido en omega 3. Como contraparte encontramos su contenido en sal, algo alta si tenemos en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no pasemos de los 5 gramos de sal diarios. Finalmente, el mercurio intrínseco a estos pescados hace recomendable no exceder las tres raciones semanales.
Pescado azul: omega 3 y vitaminas
El pescado es un alimento muy saludable, especialmente en el caso de los pescados azules. Entre ellos encontramos el salmón o el atún. Este tipo de pescado tiene un porcentaje de grasas poliinsaturadas, es decir, grasa dietética saludable, igual o superior al 5% según la especie.
También aporta numerosos nutrientes, destacando las vitaminas D, B12, A y E, sin olvidar los aminoácidos esenciales -isoleucina, valina y lisina- que están presentes en el pescado azul. Aporta las proporciones que nuestro organismo necesita, ya que no tiene la capacidad de generarlos.
El consumo de pescado azul aporta a nuestro sistema ácidos grasos poliinsaturados como el omega 3. Este ayuda a controlar nuestros niveles de colesterol aumentando los niveles de HDL ('colesterol bueno') y disminuyendo los niveles de LDL ('colesterol malo'). También previene la formación de trombos en sangre, protegiendo nuestro sistema cardiovascular. Finalmente, contiene propiedades antiinflamatorias
Incluir pescado azul en la dieta también favorece la salud mental, reduciendo el impacto del estrés y la depresión. También ayuda a mantener fuerte el sistema inmunológico ya que es rico en minerales como calcio, fósforo, magnesio, hierro, potasio y un alto nivel de proteínas. Si se consume regularmente, ayuda a regular la presión arterial.
El problema de la sal
Hay que estar atento a otras cuestiones, como la alta proporción de sal. Lo que echamos en el salero es en realidad un mineral cristalino conocido como cloruro de sodio. Contiene aproximadamente un 40% de este mineral, un electrolito esencial para el cuerpo que contribuye a la transmisión de impulsos nerviosos y la regulación de la presión arterial.
Si bien el sodio es necesario para importantes funciones de nuestro organismo, su exceso se relaciona con un incremento del riesgo de hipertensión arterial. "En España, al igual que en la mayoría de los países que nos rodean, el consumo de sal excede en un amplio margen las recomendaciones de los especialistas. Mantiene una relación lineal con un importante factor de riesgo cardiovascular: la hipertensión", señalan desde la Fundación Española del Corazón (FEC).
Para valorar si un alimento contiene demasiado sodio, la FEC recomienda tener como referencia que alrededor de 1 g por cada 100 gramos de producto es un contenido muy alto en sal. En cambio, 0,25 gramos de sal por cada 100 gramos de producto se considera poco salado.
La FEC advierte que las guías europeas recomiendan un consumo diario de sal entre 5 y 6 gramos, equivalente a una cucharadita al día. Sin embargo, es importante considerar no solo la sal que añadimos a los alimentos, sino también la invisible que ya contienen. Se añade durante el procesamiento de los alimentos, y constituyen entre el 70% y el 80% del sodio consumimos diariamente.