A pesar de sus numerosos beneficios nutricionales, la morcilla a menudo ha sido objeto de mala fama. De todos los embutidos típicos de España, la morcilla es uno de los más conocidos fuera de nuestras fronteras por su ingrediente estrella: la sangre. No somos los únicos del mundo a los que se nos ha ocurrido cocinar con ella.
Incluso en Reino Unido y en Irlanda tienen una receta bastante parecida que, en su caso, se conoce como black pudding. La popularidad de este alimento se debe en parte a su versatilidad culinaria, ya que puede encontrarse tanto en tapas como en guisos o cocidos, y también a su capacidad para aportar una gran cantidad de energía, además de ser rica en hierro.
Precisamente esta cualidad es por la que el dietista-nutricionista Pablo Ojeda ha confesado que la morcilla es su embutido favorito. "La morcilla al tener tanta sangre, es decir, hemoglobina, es fantástica para las personas que sufren anemia y personas que les duela la cabeza", ha explicado en Más Vale Tarde en La Sexta. Lo cierto es que, a pesar de su aceptación y su papel en la gastronomía española, este alimento debe consumirse con cierta moderación.
Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), 100 gramos de este embutido aportan casi 450 kilocalorías, provenientes en su mayoría de las grasas, las cuales constituyen aproximadamente el 40% de su composición. La morcilla es, después de la sobrasada, el embutido con mayor contenido de grasa. Aunque no todas las grasas son perjudiciales, este alimento contiene un alto porcentaje de ácidos grasos saturados, que pueden transformarse en colesterol LDL, aumentando así el riesgo de hipercolesterolemia y enfermedades cardiovasculares.
Mayor riesgo de cáncer
Sin embargo, su alto contenido en proteínas de buena calidad y minerales como el hierro y el selenio, la convierten en una opción nutricionalmente valiosa cuando se consume de manera esporádica. Es fundamental tener en cuenta las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con respecto al consumo de carne procesada, como es el caso de la morcilla.
Diversos estudios científicos han establecido una relación entre el alto consumo de carne procesada y un mayor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. Por lo tanto, aunque puede ser una deliciosa parte de la dieta española, su consumo no debe de ser excesivo.
Según explica Ojeda, este alimento es mucho mejor que otros preparados como las salchichas, convirtiéndose así en sustitutas perfectas incluso en el caso de los niños. Además, su aporte significativo de hierro, especialmente en forma de hierro hemo con alta biodisponibilidad, es beneficioso para prevenir la anemia, pero sus efectos potencialmente negativos sobre la salud cardiovascular y el riesgo de cáncer requieren que se consuma de manera consciente y moderada.
Un truco que destaca Ojeda para saber si un preparado cárnico es interesante es "Todo lo que te pueda hacer tu carnicero es mejor", refiriéndose a la comparativa por ejemplo de las salchichas frankfurt con la carne picada o la morcilla que puedan preparar en una carnicería. Ya que suelen tener muchos menos aditivos y extras que se añaden a veces como la fécula de patata, almidón extraído de cereales como el maíz o el trigo, una solución con la que se rellena el producto para rebajar la cantidad de carne utilizada.
Otro consejo es el de ver la cantidad de grasa que tiene la carne. "Si tiene más grasa que proteína, no es interesante. Una buena carne de cada 100 gramos tiene aproximadamente unos 20 gramos de proteína", señala el nutricionista. La morcilla, tradicionalmente, se elabora con una alta proporción de carne y sangre, lo que no solo aumenta su valor proteico, sino también su densidad nutricional. La presencia de una mayor cantidad de carne asegura una mayor disponibilidad de proteínas y nutrientes esenciales.
Además, en concreto, Ojeda destaca la morcilla de arroz como la más completa por reducir con la presencia del arroz el contenido en grasa. Además, este cereal mejora la digestión, también es fuente de proteínas y vitaminas principalmente del grupo B, como la niacina, riboflavina, ácido fólico y tiamina; y por si fuera poco, aporta al organismo vitamina D y ácidos grasos omega 3.
Este alimento además proporciona energía de manera sostenida. Al ser una excelente fuente de carbohidratos complejos, libera glucosa gradualmente en el torrente sanguíneo, lo que ayuda a mantener niveles de energía estables y evita los picos de azúcar. Además, es una fuente rica en fibra que mejora la digestión y previene el estreñimiento.