El azafrán, cuyo nombre científico es Crocus sativus, es una especia que se obtiene de los estigmas de las flores de esta planta perenne, nativa del suroeste de Asia y que fue extendiéndose a lo largo de los continentes hasta llegar a Europa y Norte de África. Esta especia se ha cultivado durante más de 3.500 años y es conocida tanto por su color amarillo dorado como por su sabor y aroma únicos.
Históricamente, era tan valiosa que incluso se utilizaba como moneda en ciertas culturas. Los griegos y romanos la apreciaban por sus propiedades culinarias y medicinales, empleándola en infusiones para mejorar la digestión y como un potente colorante en tejidos. Se cree que su cultivo se extendió por Europa a través de las rutas comerciales gestionadas por los fenicios y más tarde, se popularizó en España durante el período de dominación árabe.
En la actualidad, sigue siendo una de las especias más caras del mundo, principalmente debido a la labor intensiva que requiere su cosecha. Cada flor de azafrán produce solo tres estigmas, y se necesitan aproximadamente 150.000 flores para obtener un kilogramo de azafrán seco. Este proceso minucioso asegura que la especia mantenga su calidad y potencia.
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En la cocina, es especialmente valorado en la gastronomía española, italiana y del Medio Oriente. Es el ingrediente distintivo de platos como la paella española, el risotto milanese italiano y muchos guisos y pilafs de Medio Oriente.
Más allá de su uso culinario, ha sido revalorizado en la medicina moderna, donde estudios recientes han empezado a explorar sus propiedades como antidepresivo y su potencial para mejorar la memoria y combatir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
Es por eso que la inclusión del azafrán en la dieta ha mostrado resultados prometedores en la mejora de la función cognitiva, especialmente en pacientes con alzhéimer leve a moderado.
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Investigaciones publicadas en revistas científicas como el Journal of Clinical Pharmacy and Therapeutics indican que dosis diarias de extracto de azafrán pueden mejorar significativamente la memoria y otras capacidades cognitivas, superando a placebo en ensayos controlados. Este hallazgo sugiere que el azafrán no solo enriquece los alimentos con su sabor, sino que también puede ser un agente potencial en la lucha contra la neurodegeneración.
Comparaciones directas entre el azafrán y medicamentos establecidos, como el donepezilo, revelan que la especia puede tener una eficacia similar en el tratamiento del alzhéimer.
Dada su naturaleza no farmacológica y la ausencia de efectos secundarios graves, se ha estudiado como una alternativa terapéutica valiosa, especialmente para aquellos que son sensibles a los medicamentos convencionales. Siempre con supervisión médica y un exhaustivo control de especialistas.
Protección frente al estrés oxidativo
El azafrán también es rico en antioxidantes, particularmente en flavonoides, que protegen las células del daño oxidativo. La inflamación y el estrés oxidativo son factores conocidos que contribuyen al desarrollo de enfermedades crónicas, incluidas las neurodegenerativas.
Por lo tanto, puede jugar un papel crucial en la mitigación de estos procesos patológicos, ayudando a mantener la integridad estructural y funcional del cerebro. Más allá de los beneficios cognitivos, esta especia ha mostrado propiedades antidepresivas en varios estudios clínicos.
Se ha observado que puede mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas de depresión, ofreciendo una opción de tratamiento natural para el trastorno depresivo mayor, con menos probabilidades de provocar los efectos secundarios asociados con los antidepresivos tradicionales.
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Incluso podría ofrecer protección contra el deterioro cognitivo a largo plazo. Este efecto preventivo es especialmente valioso en sociedades con poblaciones envejecidas, donde la incidencia de condiciones como el alzhéimer está en aumento.
También ha sido estudiado por sus potenciales beneficios cardiovasculares. Un estudio publicado en Molecules destaca que el azafrán puede ser beneficioso para la salud del corazón debido a sus propiedades antioxidantes que ayudan a reducir la presión arterial y prevenir la formación de placas en las arterias. Estos efectos podrían reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Además, ha demostrado tener propiedades antiinflamatorias, que son esenciales para reducir el riesgo de varias enfermedades crónicas. Un artículo en Journal of Translational Medicine sugiere que puede suprimir los marcadores inflamatorios en el cuerpo, lo que es beneficioso no solo para la salud cardiovascular, sino también para condiciones como la artritis y el asma.
Mejora la calidad del sueño
Además de estos nutrientes, aporta componentes nutricionales esenciales que apoyan la función cerebral óptima. Es particularmente rico en ciertos minerales como el magnesio, que es fundamental para muchas funciones biológicas, incluyendo la neurotransmisión y la protección contra el estrés oxidativo. Una molécula que también ayuda a mejorar la calidad del sueño y a reducir el estrés, ambos cruciales para la salud mental y emocional.
La relación entre el cerebro y el sistema gastrointestinal, a menudo denominada el eje cerebro-intestino, es fundamental para la salud general. Es por eso que esta famosa especia, por su efecto positivo sobre la inflamación y la salud intestinal, puede influir beneficiosamente en este eje, mejorando la comunicación entre el cerebro y el intestino, lo que a su vez beneficia la salud mental y cognitiva.
Una de las grandes ventajas también es su versatilidad en la cocina. Puede ser fácilmente incorporado en una variedad de platos, desde arroces y guisos hasta sopas y salsas, lo que facilita su inclusión regular en la dieta sin que esto suponga un cambio drástico en los hábitos alimenticios.