El café y la cafeína han sido considerados como perjudiciales para la salud durante décadas, aunque la evidencia más reciente destaca los múltiples beneficios asociados a su consumo. Si bien es cierto que la tolerancia a la infusión más consumida en España no es universal, aquellos que sí pueden tomarlo adecuadamente disfrutarán sin inconveniencias de todos y cada uno de sus beneficios.
Hoy sabemos que el consumo de alrededor de 400 mg de cafeína -4 cafés típicos de 100 ml cada uno- se relacionaría con aumento de la esperanza de vida, menor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes y obesidad, e incluso con un mejor rendimiento deportivo si se toma en forma de suplementación.
En este último caso cabe destacar que existen comprimidos de cafeína mejor tolerados que el típico café previamente a la realización de ejercicio, pero sobrepasar las dosis no es buena idea. Y, como siempre solemos decir, hay que saber elegir. No todos los cafés son iguales.
Clasificación de cafés
La popularidad del café ha llevado a la aparición de una gran variedad de tipos, marcas y formas de tomarlo. Tenemos café instantáneo, americano, premolido o en grano, en cápsulas e incluso ya preparado para llevar. Si bien es cierto que muchas de estas preparaciones no son buenas opciones, su bajo precio o comodidad de consumo han catapultado su popularidad.
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Por suerte o desgracia, he probado todas y cada una de estas opciones a lo largo de mi vida. Y aunque algunas destacan por su sabor, estas precisamente suelen ser las peores opciones. El café molido y en grano serían las dos opciones más saludables, y aún así no valdría cualquiera. Sabemos que existe café natural, mezclas o torrefacto, y sus propiedades varían significativamente entre ellas.
En este aspecto, el café torrefacto, a pesar de ser uno de los más consumidos en España, es un café de sabor amargo y puede llegar a ser perjudicial para la salud. De hecho, está prohibido en gran parte de Europa. Se trata de un café de baja calidad que se tuesta con azúcar, el cual se agrega en la última fase, cuando los granos de café llegan a los 200 grados.
En ese punto, el azúcar se carameliza, dando lugar a una capa brillante y oscura en los granos de café, cambiando su sabor. Esto da lugar a que su precio sea bastante económico, pero no por ello es más recomendable.
La OMS habría sugerido la presencia de sustancias cancerígenas en este tipo de café debido a su proceso de tueste con altas temperaturas, pudiéndose liberar sustancias similares a las de la carne excesivamente quemada. Y eso sin contar con la presencia de azúcar en el propio grano de café.
Por otro lado, tenemos las cápsulas de café, cuya popularidad se ha disparado en los últimos años. La comodidad de transporte y preparación ha multiplicado las cafeteras de este tipo en los hogares, la hostelería y los lugares de trabajo. Sin embargo, aunque existen buenas cápsulas de café espresso en el supermercado, no todas son igual de recomendables, como ya analizó la OCU hace unos años.
Para su análisis, la OCU se basó en la cantidad de humedad de las cápsulas, presencia de sólidos solubles, cafeína y potenciales contaminantes como acrilamida y ocratoxina A en las cápsulas. En general, las cápsulas comercializadas en España obtienen buenos resultados, y no se detectaron restos de ocratoxina A que puede producirse por un moho del café crudo.
Sí se detectó acrilamida, no obstante, una sustancia potencialmente cancerígena producida durante el tostado del café, pero en bajas dosis y por debajo del límite de seguridad fijado por la UE. Sin embargo, a nivel medioambiental, el uso y consumo de cápsulas sigue siendo una pésima opción. La mayoría de consumidores suelen desecharlas como productos orgánicos cuando deberían reciclarse a parte.
El peor café del 'súper'
Para finalizar, la peor de las opciones en cuanto a café se refiere sería el café preparado para llevar. Tienen hasta un 80% de leche por cada preparado, y apenas un 15-20% de café, que en muchos casos puede ser soluble o un extracto. La propia leche puede ser "semidesnatada", pero en algunos casos se les añade crema para mejorar su textura y sabor, lo que finalmente aumenta su contenido graso y termina duplicando su porcentaje graso en comparación a una semidesnatada real.
Existe un tercer ingrediente que llega a representar entre el 9-16% del contenido calórico total de estos cafés preparados: el azúcar. En los análisis realizados no se ha podido detectar qué proporción de azúcares son intrínsecos (como los que posee la leche de forma natural) y cuáles serían azúcares añadidos. Algunos de estos cafés poseen aditivos, como es el caso de algunos cafés instantáneos, para mejorar su rápida preparación, su sabor o su textura.
En todos estos casos, ya sea por el azúcar de origen desconocido o bien por el contenido de aditivos, los cafés ya "prefabricados" serían la peor opción y la que deberíamos evitar. Prioricemos siempre un café de calidad preparado en casa y en base a café molido o bien en grano.