Hasta hace poco no éramos muy conscientes del poder de los probióticos, pero en los últimos años se han convertido en alimentos imprescindibles en nuestra dieta diaria. Sin embargo, no siempre es sencillo encontrar productos en el supermercado que realmente sirvan para reforzar nuestra microbiota intestinal. Al que solemos recurrir habitualmente es al yogur, pero ¡cuidado! porque los que se anuncian con más reclamos saludables no suelen ser siempre los más saludables y amigables con la microbiota.
El yogur más saludable del supermercado y el que más beneficios tiene para la microbiota es el natural. Es decir, el yogur sin adornos que en su etiquetado no cuenta con más que leche y los fermentos lácticos que dan lugar a la comunidad bacteriana. Aquellos que se anuncian especiales para el cuidado de nuestro intestino, pero llevan sabores, frutas, cereales o frutos secos, contienen también azúcar. Es decir, son alimentos procesados y, como tales, su efecto en la microbiota termina siendo negativo.
De todas formas, el yogur no es el único alimento con poder probiótico, aunque sí el más famoso. Existen otros muchos alimentos fermentados que contienen organismos vivos cuando los consumimos y que están a nuestro alcance. Muchos de ellos, incluso, se pueden preparar en nuestra propia casa y que, de esta manera, contengan una mayor cantidad de organismos que los que se encuentran en el supermercado. En este sentido, la Universidad de Harvard ha publicado una lista de algunos de los mejores que podemos tomar.
El chucrut
Si alguna vez has ido a Alemania o a un restaurante alemán, el chucrut es la guarnición que le suelen poner a muchos de sus platos. Se trata de un repollo fermentado con un sabor muy especial que no gusta a todos, pero que sin duda guarda grandes beneficios para la salud. Aunque el chucrut se puede comprar en muchos establecimientos, también es una receta que se puede elaborar en nuestra casa.
En realidad, el chucrut, o sauerkraut, nació en la zona de Alemania como una forma de conservar los repollos durante más tiempo. Se elabora sumergiendo el repollo en agua con sal y dejándolo fermentar durante al menos dos semanas. No sólo es posible fermentar el repollo, sino también un gran número de verduras. Estas presentan una ventaja frente al yogur: tienen fibra y esta sirve para que las bacterias del intestino se alimenten.
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El kéfir
Aunque puede resultar muy parecido al yogur, el kéfir es una bebida más probiótica si la producimos en casa. ¿Por qué? Los yogures del supermercado suelen pasteurizarse y con el calor de este proceso se eliminan muchos microorganismos beneficiosos. El kéfir se puede realizar en casa poniendo en una cantidad de leche el hongo que compone este organismo. De esta manera, se irá multiplicando en la nevera sin esfuerzo.
Eso sí, en cuanto a los valores nutricionales y la cantidad de calorías que aportan ambos son muy similares. Los expertos recomiendan que, si lo que nos preocupa es nuestra microbiota, no debemos sustituir nunca la fruta del postre por un yogur o un kéfir. En todo caso se deben tomar los dos productos, aunque también puede ser una opción muy saludable para el desayuno o la merienda.
El miso
La soja es uno de los alimentos más básicos en las dietas orientales y, aunque antes podía resultar exótica en España, ahora también es muy frecuente en los países occidentales. El miso es otro alimento derivado de esta soja, que se obtiene al fermentar esta legumbre. En este caso, el miso también es uno de esos alimentos que generan nuevos organismos vivos gracias a sus probióticos y sirve de alimento a la flora intestinal gracias a la fibra de la soja.
Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, el consumo del miso y de otros productos fermentados de la soja se ha relacionado con un menor riesgo de muerte. "Los investigadores descubrieron que el consumo elevado de natto y miso se asociaba a un riesgo significativamente más bajo —de un 10%— de mortalidad por todas las causas, beneficios que no eran extensibles a todos los productos de la soja", recoge el artículo.