El sobrepeso y la obesidad se relacionan fehacientemente con múltiples problemas para la salud. El aumento del riesgo cardiovascular es uno de los principales, pasando por las enfermedades respiratorias y el dolor inflamatorio lumbar y articular. Y en los últimos años también se ha evidenciado un claro vínculo con el aumento del cáncer.
Hasta el 20% de los cánceres podrían atribuirse al exceso de peso, señalan los especialistas. Ahora, un nuevo estudio publicado en JAMA Newtwork Open ha descubierto un vínculo a largo plazo ente el exceso de peso y el cáncer gastrointestinal. Dicho de otro modo, ganar peso aceleradamente en la juventud sería un predictor de que sufriremos la enfermedad décadas después.
Ya en estudios previos se habría demostrado que las células adiposas envían señales a las células inmunes, las cuales migran a las áreas del cuerpo que contienen las mayores acumulaciones de grasa. La inflamación que resulta de esta interacción daría lugar a una división celular acelerada, algo que en última instancia aumentaría el riesgo de cáncer.
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En este nuevo estudio, a cargo de los investigadores del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, se analizó la posible asociación entre el Índice de Masa Corporal (IMC) durante diferentes etapas de la vida, y el riesgo de desarrollar cáncer gastrointestinal.
Cabe recordar, por otro lado, que el IMC es una medida polémica hoy en día. Se sigue usando para calcular un peso saludable, pero lo hace de forma indirecta, ponderando la grasa corporal según la altura y peso de una persona. Sería una fórmula inexacta al no tener en cuenta la masa muscular, densidad ósea y composición corporal en general. Y no diferencia en función de las características morfológicas de cada sexo o etnia. Otras métricas, como el índice de cintura-cadera, habrían demostrado ser más precisas.
Como recuerda Holli Loomans-Kropp, autora principal del estudio, actualmente las tasas de obesidad están aumentando a nivel mundial. Solo en Estados Unidos, el 70% de la población sufre sobrepeso u obesidad; en España, lo hace cerca del 60%. Comprender la asociación entre un IMC por encima de lo recomendado y el riesgo de enfermedad a largo plazo sería fundamental para mejorar la salud pública.
Con esto en mente, Loomans-Kropp y sus colegas recopilaron datos de 131.161 pacientes inscritos en el 'Ensayo de Detección de cáncer de próstata, pulmón, colorrectal y ovárico'. Este proyecto clínico, realizado entre los años 1993 y 2001, evalúa la eficacia de los exámenes de detección precoz para reducir la mortalidad asociada al cáncer.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a grupos de intervención o control. El grupo de intervención fue sometido a exámenes específicos de detección precoz de cáncer de próstata, pulmón, colorrectal y ovario. El grupo control recibió una atención estándar.
Posteriormente, los participantes se clasificaron según las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS): Bajo peso (IMC menor a 18.5), Normopeso (de 18.5 a 24.9), Sobrepeso (de 25 a 29.9) y Obesidad (más de 30). También se tuvieron en cuenta fármacos como la aspirina o derivados si fueron consumidos durante los 12 meses previos, dado que estudios anteriores sugieren que tomar aspirina reduce el riesgo de cáncer gastrointestinal.
Por su parte, también se clasificó a los participantes según su etapa vital. La edad adulta temprana se estableció a los 20 años; la edad adulta media a los 50 años; y la edad adulta tardía a los 55 años o más. Tras realizar un seguimiento de 13 años, los investigadores determinaron que desarrollar un IMC de sobrepeso u obesidad a la edad adulta temprana y posterior aumentaría el riesgo de todos los tipos de cáncer gastrointestinal, incluyendo el cáncer colorrectal.
Poseer un IMC bajo o normal en la edad adulta temprana y alcanzar un IMC de sobrepeso u obesidad en la edad adulta media también elevaría las probabilidades de sufrir estos tipos de cáncer. El consumo de aspirina no modificó el riesgo, lo que implicaría que un IMC alto compensa los efectos preventivos de este fármaco.