Ya sabemos que desayunar todos los días galletas o magdalenas no es saludable, aunque hace años nos decían que necesitábamos muchos carbohidratos por la mañana. Eso sí, todavía cometemos muchos errores con la primera comida del día, seguimos considerando como saludables algunos alimentos que no lo son. Los embutidos son un buen ejemplo de ello: uno de los primeros pasos que damos cuando empezamos una dieta es cambiar nuestro desayuno por una tostada con una fina loncha de pavo sobre ella.
El pavo es una carne blanca repleta de proteínas y con pocas grasas. De hecho, aporta un poco más de proteínas y algo menos de grasas que el pollo, aunque esta segunda carne es mucho más popular en España. Sin embargo, no es lo mismo la carne de pechuga de pavo que las lonchas de fiambre que se elaboran con ella y con las que, normalmente, nos preparamos el desayuno. Cuando vamos a comprar estas últimas tenemos que prestar mucha atención porque algunas de ellas cuentan con muy poca proporción de carne.
Si observamos el etiquetado de las distintas lonchas de pavo que hay en el supermercado, es fácil encontrar una gran diferencia de porcentaje de carne entre ellas: hay lonchas de pavo que tienen un 90% de carne, que son consideradas como las mejores opciones, y otras que tan sólo tienen un 50%. Pero, ¿de qué está compuesto el resto del producto? Pues aunque pensábamos que todo era pavo, el porcentaje que sobra está compuesto de ingredientes de relleno, como la fécula de patata, pero también el azúcar.
Carne procesada
Los fiambres de pavo son, por tanto, un tipo de carne procesada, un grupo de alimentos que ha sido considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como carcinogénico. En el año 2015 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) revisó hasta 800 estudios y concluyó que la carne procesada era carcinógena para humanos, declarando incluso que cada porción de 50 gramos de ella que se consume a diario aumenta un 18% el riesgo de cáncer colorrectal, tal y como expresaron en el artículo publicado en The Lancet Oncology.
Al pertenecer al grupo de las carnes blancas, o magras, el fiambre de pavo se suele percibir como una carne procesada más sana que el resto. Sin embargo, la OMS no hace distinción sobre la procedencia de la carne mientras haya sido procesada por la industria alimentaria. Es decir, que la carne de pavo sin adulterar que podemos comprar en la carnicería se considera un alimento saludable, proteico y bajo en grasas, pero los productos como las hamburguesas, las salchichas o el fiambre de pavo, pasan a ser carcinogénicos.
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Si queremos seguir consumiendo embutido deberíamos elegir aquellos que tiene una mejor calidad, como el jamón ibérico o las lonchas de pechuga de pavo que se acerquen al 100% de carne, y hacer un consumo esporádico —nunca diario— de ellas. En cualquier caso, se puede sustituir el fiambre de pavo por alimentos realmente saludables y que se pueden consumir a diario, como es el caso del tomate, el aceite de oliva, el queso de Burgos o el huevo. Este último contiene una proporción importante de proteínas y, aunque en el pasado se ha relacionado con el colesterol, se ha demostrado que es cardiosaludable.
Harina refinada
De todas formas, no sólo el fiambre de pavo puede arruinar nuestro desayuno saludable. El otro elemento que solemos confundir con un alimento saludable es el pan que utilizamos como tostada. Lo más habitual en España es que elijamos un pedazo de barra de pan blanco o una rebanada de pan de molde; suelen ser nuestros favoritos debido a que se vuelven dorados y crujientes tras su paso por el tostador, además, estamos más acostumbrados a su sabor y son los que siempre hemos tenido en casa desde pequeños.
Sin embargo, ninguno de estos dos panes puede considerarse saludable si los tomamos demasiado a menudo y, por lo general, abusamos de ellos. Ambos panes están elaborados a base de harinas refinadas, que se realizan moliendo granos de trigo a los que antes se les ha retirado la capa de salvado. Esta capa, aunque pueda parecer una parte insignificante, está compuesta por una proporción importante de fibra, que contribuye a reducir el índice glucémico y, por tanto, también reduce el riesgo de algunas enfermedades.
Los almidones que forman los carbohidratos del pan blanco se transforman rápidamente en azúcares simples poco después de empezar a ingerirlos y penetran rápidamente en el torrente sanguíneo. Cuando los azúcares provocan picos altos y muy acentuados de glucosa, el cuerpo responde con una rápida liberación de insulina. Esta reacción repetida muchas veces puede dar lugar a resistencias a esta hormona y, por lo tanto, a una diabetes tipo 2. Además, los alimentos de alto índice glucémico también se relacionan con la obesidad.
La mejor alternativa es, por tanto, el pan integral; elegir este pan aumenta el contenido de fibra que aportamos a nuestro desayuno, una sustancia que se relaciona con una mejor salud cardiovascular e intestinal. En resumen, los médicos recomiendan eliminar la tostada de pavo en el desayuno porque la carne procesada consumida a diario se ha relacionado con el cáncer, el pan blanco, con un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y, además, es un bocado con muy poca fibra.