Aunque existen más de 100 tipos de anemias diferentes, no todas son igual de comunes. Las más conocidas y prevalentes suelen deberse a déficits nutricionales: vitamina B12, ácido fólico y sobre todo hierro. Las anemias ferropénicas o por falta de hierro son la forma de anemia más común en el mundo occidental.
El hierro es clave para formar hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno dentro de los glóbulos rojos hacia el resto del organismo. Consumir hierro a través de la alimentación es esencial, dado que también es un componente esencial de otra proteína, la mioglobina, cuya función también es ayudar en el transporte del oxígeno por el organismo.
Si bien es cierto que puede haber diversas causas para sufrir déficit de hierro, una de las más comunes es un déficit de su consumo. Además, cabe destacar que no todo el mundo tiene las mismas necesidades: estas pueden variar por edad, género, patologías o embarazo.
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En hombres adultos por ejemplo, las necesidades son de 8 mg diarios, mientras que en mujeres adultas son de hasta 18 mg diarios. En adolescentes las necesidades varian entre los 11 mg y los 15 mg entre niños y niñas, respectivamente. Así mismo, durante el embarazo, las necesidades de hierro se disparan hasta los 27 mg diarios.
Respecto a los alimentos más ricos en hierro, las carnes como vacuno o pollo -sobre todo sus hígados- son las más ricas en hierro; almejas y ostras vienen e continuación, seguidos de otros alimentos de origen vegetal como lentejas, frijoles, anacardos o espinacas.
Cabe destacar finalmente, que el hierro de origen animal se absorbe mejor y en más cuantía que el de origen vegetal.
Los síntomas de la anemia
Si bien es cierto que cada persona puede tener unas necesidades diarias de hierro, el organismo es sabio y también posee reservas del preciado mineral en forma de ferritina, una molécula que a su vez también sirve de parámetro inflamatorio en los análisis de determinadas enfermedades.
Si esta reserva decrece o incluso se agota, el organismo sufrirá determinados síntomas a valorar, algunos más específicos que otros. Habitualmente se producen cuando ya se ha establecido una anemia ferropénica, pero determinadas personas pueden llevar a sufrirlos simplemente por tener falta de hierro.
- Fatiga o astenia: el cansancio o "astenia" en su nombre médico es uno de los síntomas más comunes en una anemia, pero también es uno de los menos específicos. Es posible sentirse cansado por multitud de motivos, incluyendo tanto orgánicos (las anemias, por ejemplo), como psicológicos. Por ese motivo hay que tener en cuenta otros síntomas y una analítica para descartar otros posibles orígenes del cansancio.
- Escalofríos: despertarse cansado y con escalofríos puede ser un síntoma de anemia, aunque de nuevo es algo poco específico. Sentir escalofríos y fiebre o febrícula puede indicar algún tipo de infección, que sería lo primero a descartar en este caso.
- Dificultad para respirar: al no poder distribuirse el oxígeno adecuadamente por falta de hemoglobina, consecuente a la falta de hierro, el organismo responde con síntomas de dificultad respiratoria. Si esta dificultad es de instauración rápida, habría que descartar otros procesos patológicos, como algún tipo de enfermedad pulmonar o cardíaca. Pero si es algo progresivo y de lenta instauración, la anemia es una de las primeras enfermedades a tener en cuenta.
- Dolor de cabeza: los dolores de cabeza también pueden producirse por multitud de causas, siendo la anemia una de ellas. Habitualmente este dolor suele asociarse también a palidez en la piel, y se caracteriza por ser punzante y frecuente. De nuevo, como sucede con la dificultad respiratoria, su inicio debería ser lento y progresivo. Si es drástico y rápido habría que pensar en otras causas.
- Insomnio: finalmente está el insomnio, otro síntoma característico de la anemia por falta de hierro, pudiendo asociar otros síntomas susceptibles de ansiedad y depresión si la anemia es de larga evolución. De nuevo, habría que tener en cuenta este síntoma junto al resto de signos y síntomas descritos, y en un contexto determinado. De forma aislada, la anemia no sería la primera causa de insomnio.