A lo largo y ancho de Cataluña, durante las últimas semanas de invierno, las calçotadas se suceden para disfrutar de uno de los productos más tradicionales de esta tierra. Estos eventos gastronómicos, que congregan a un gran número de personas, tienen un elemento en común: los calçots.
Todavía quedan en España quienes no han oído hablar de él, el calçot es cada vez más conocido. Se trata de una variedad de cebolla tierna (Allium cepa L.) . Pero lo que la hace tan especial es la forma muy alargada, con una longitud de entre 15 y 25 centímetros.
Esta forma característica se consigue gracias al modo en que se cultiva, que es a lo que debe su nombre. La palabra calçot proviene del catalán y significa "calzado". Cuando han pasado algunas semanas desde que se planta y los grillos de la cebolla han crecido, se cubren con tierra, es decir, se calzan. Esta acción se repite en diferentes ocasiones hasta que está lista para la recolección, con su forma alargada y tonalidad pálida.
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Una de las variedades más conocidas es la que se cultiva en Valls, una pequeña ciudad de Tarragona, que cuenta con una Indicación Geográfica Protegida de la Unión Europea. Sin embargo, no solo se cultivan en tierras catalanas. Por ejemplo, se pueden encontrar en el municipio castellanomanchego de Consuegra que, curiosamente, el principal productor de calçots de España.
A la parrilla y con pocas calorías
En cuanto a comerlo, lo tradicional es hacerlo en las típicas calçotadas, asándolos a la parrilla hasta que, curiosamente, quedan totalmente quemados y de color negro por fuera. Acto seguido, se colocan en una fuente y se cubren con papel de periódico o una tela para que conserven el calor y se ablanden.
Una vez que los calçots están suficientemente cocidos, se pela, retirando la parte ennegrecida, y se sumergen en una salsa, por lo general romesco, y se eleva sobre la cabeza cogiéndolo por el tallo e introduciéndolo en la boca. En todo este proceso, se recomienda usar un babero para evitar las manchas. Por lo general, se acompañan de carnes o embutidos típicos. También pueden prepararse a la plancha o al horno.
Los calçots son un alimento muy saludable, con unas características similares a las de las cebollas convencionales. En 100 gramos, encontramos 33 calorías, 7 gramos de hidratos de carbono, 1,19 gramos de proteína y 1,8 gramos de fibra. También contiene fósforo, calcio, manganeso, flavonoides, potasio y vitaminas C y B6. Y son ricas en flavonoides, en especial en quercetina.
Preservar la salud cardiovascular
Los calçots están cargados de sustancias químicas vegetales muy positivas para el organismo. Entre ellos los flavonoides, que tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio. Cuando se consumen regularmente y en cantidad suficiente, estos compuestos pueden ayudar a proteger contra enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes.
Algo que ocurre en diversas variedades de cebollas, entre ellas los calçots, que contienen más de veinticinco flavonoides diferentes. Uno de ellos es la quercetina que, con sus potentes efectos muy potentes, puede contribuir a cuidar la salud cardiovascular.
Salud ósea
Al igual que otras variedades de cebolla, los calçots tienen un efecto positivo en la mejora de la densidad ósea. Esto puede deberse a sus propiedades antioxidantes, que reducen el estrés oxidativo y parecen reducir la pérdida ósea.
Un estudio que analizó el efecto en mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas informó que el consumo frecuente de cebolla disminuyó el riesgo de fractura de cadera.
Salud intestinal
Los calçots son ricos en fibra, especialmente del tipo no digerible que se necesita para mantener la salud intestinal. Aunque no podemos digerir la fibra prebiótica, las bacterias que viven en nuestro intestino sí lo hacen y la usan como combustible.
Esto a su vez ayuda a aumentar su número y producir subproductos llamados ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Esto ayuda a mantener la salud y la integridad del intestino y respaldar nuestra inmunidad y digestión.
Efectos contra las bacterias
Otra de las propiedades de la quercetina, demostrada por diferentes estudios, es su potencial antibacteriano. Algunos estudios de probeta sugieren que la quercetina podría inhibir el crecimiento de varias cepas de bacterias, incluida Helicobacter pylori, E. coli y S. aureus, lo que podría ayudar a mantener nuestro organismo sano ante posibles infecciones.