Que un alimento sea o no saludable no depende tanto de su cantidad de grasa sino de los nutrientes que pueda aportar. Aún así es normal caer en el error de pensar que un alimento es bajo en grasa y etiquetado como tal, es sano. Además, esta creencia supone un problema doble, ya que el cuerpo también necesita grasa para funcionar correctamente, de hecho, es fundamental para órganos como el cerebro.
"Arrastramos, desde los años 80, el mito de que si en un paquete pone bajo en grasa o bajo en calorías, es saludable. No es un sinónimo y aunque es cierto que en una dieta de pérdida de peso, se busca reducir la ingesta de calorías y de alimentos con cierto tipo de grasas, existen muchos ejemplos de alimentos que cumplirían estos requisitos pero que sin embargo, están lejos de la categoría de saludables", explica Carmen Solís, dietista-nutricionista.
Galletas bajas en grasa
Hay muchas marcas de galletas que lucen en la portada indicativos de light, bajas en grasa o con menos grasas saturadas. Si se miran los ingredientes, por ejemplo, en el caso de las galletas digestive, es cierto que tienen menos grasas saturadas que las galletas normales, pero hay muchos peros en su composición. La razón principal de por qué no son consideradas saludables es que contienen altos niveles de azúcar refinado, lo que puede contribuir a la obesidad, la diabetes y otros problemas de salud, además de problemas bucodentales; tal y como reflejan varios estudios.
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Aunque lo tengan en una menor concentración las galletas bajas en grasas trans siguen teniendo este tipo de grasas en su composición. Un componente que es especialmente preocupante porque no solo aumenta los niveles de colesterol "malo" (LDL) en la sangre, sino que también reduce los niveles de colesterol "bueno" (HDL). "Las galletas bajas en grasa son igualmente densas en calorías, lo que significa que contienen muchas calorías en una pequeña porción, lo que contribuye al aumento de peso y la aparición de obesidad si se consumen en exceso", subraya Solís.
Yogures con sabor
Los yogures con sabor son otro de los alimentos que pueden aparecer con la etiqueta de bajos en grasa, además de que los lácteos suelen relacionarse siempre con hábitos de vida saludable. El problema es que estos yogures contienen altos niveles de azúcar para compensar la falta de sabor en el yogur natural, además del amargor.
Además de la repercusión que pueda tener el azúcar sobre la salud, como en el caso de las galletas, según detalla Solís, estos yogures pueden contener menos probióticos y bacterias saludables. "En lugar de yogures con sabor, es mejor optar por los naturales y agregar frutas frescas, nueces o semillas para obtener sabor y textura adicional", señala la experta.
Por ejemplo, un estudio de 2018, analizó 921 yogures en distintos supermercados de Gran Bretaña. La investigación reveló que más del 90% contenían una cantidad de azúcar mayor a la recomendada, a pesar de indicar en su etiqueta que eran aptos para el consumo infantil. Una gran mayoría de estos productos superan el límite marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de cinco gramos de azúcar de cada 100. El problema es que estos yogures aparecían catalogados como desnatados, de frutas o bajos en grasa.
Pan blanco
Aún a día de hoy, el pan blanco y especialmente el de molde, se sigue relacionado con una dieta saludable. Más aún si en el etiquetado pone bajo en grasas. En primer lugar, hay que recordar que el pan blanco se elabora a partir de harina refinada, que ha sido despojada de la mayoría de sus nutrientes y fibra. El resultado es un alimento menos saciante, que aumenta el índice glucémico durante la digestión y que cuenta con una mayor cantidad de hidratos de carbono digeribles. Entre los que se encuentra la amilopectina que, durante la digestión, se convierte en azúcar.
Además, la harina refinada utilizada para hacer pan blanco ha sido despojada de la mayoría de sus nutrientes, incluyendo vitaminas, minerales y antioxidantes. Por si fuera poco, muchos panes de molde contienen altos niveles de azúcar añadido para mejorar su sabor. Por ejemplo, científicos del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, revelaron en una investigación publicada en la revista BMC Public Health que "el consumo de pan blanco, dos o más porciones al día, mostró una asociación directa significativa con el riesgo de sobrepeso u obesidad. Mientras que en otra investigación, respaldada por otro estudio, realizado por el Hospital La Paz de Madrid, se asociaron los alimentos elaborados con harinas refinadas o azúcares refinados con el aumento de peso corporal y las dificultades metabólicas.
Cereales bajos en grasa
Al igual que las galletas, los cereales bajos en grasa a menudo contienen altos niveles de azúcar y carbohidratos refinados. También, muchas marcas contienen altos niveles de azúcar añadido para mejorar su sabor y por si fuera poco, contienen menos fibra que los cereales integrales. "Hay miles de cereales de desayuno, por tanto, leer las etiquetas de estos alimentos es indispensable para elegir lo mejor y lo más saludable", explica a EL ESPAÑOL María Carmen Japaz, dietista y nutricionista. Algunos cereales de desayuno pueden llegar a contener hasta un 30% de azúcares, esto significa que en una ración de 30g de cereales, 10 g son solo azúcar (equivalente a una cucharada sopera).
Según relata la experta, esta cantidad es bastante desorbitada, teniendo en cuenta que la cantidad diaria recomendada de azúcares, o más bien, el límite de consumo de los mismos, es de aproximadamente 25 gramos al día. Entonces, sólo con el desayuno, si se toman cereales con leche, ya estaría cubierto la mitad del límite de consumo. Sobrepasar estas cifras puede tener consecuencias nefastas para el organismo. Algo constatado por un trabajo coordinado de la OCU con la World Action on Salt and Health, que revela cómo el 58% de los cereales de desayuno contienen niveles altos de azúcar, superiores al 22,5%.