Desde hace tiempo, investigadores intentan encontrar la relación que hay entre la dieta y los estados de ánimo. En esta línea, una de las vertientes más tratadas es la que vincula el vegetarianismo con la depresión, puesto que varios estudios aseguran que no consumir carne está asociado a un peor estado de ánimo, como concluye un trabajo publicado recientemente en la revista Journal of Affective Disorders.
Realizado con una muestra de 14.216 personas, de edades comprendidas entre los 35 y los 74 años, el trabajo encontró que las personas que excluían la carne de su dieta tenían una mayor prevalencia de episodios depresivos. "Los no consumidores de carne experimentaron aproximadamente el doble de la frecuencia de episodios depresivos que los consumidores de carne", sentencia el trabajo.
El estudio ya ha generado controversia, sobre todo en la comunidad vegana y vegetariana, que critica que los resultados no demuestran una causalidad, puesto que, para eso, se precisa de un diseño longitudinal (a lo largo del tiempo). Sin embargo, a pesar de esto, no es la primera vez que se llega a esta conclusión.
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Es el caso de un estudio realizado por un equipo de la Universidad de Cambridge, publicado en la revista Public Health Nutrition, y que tenía como base estudiar la salud, en términos generales, de población vegetariana y no vegetariana. Según dilucidó, los niveles de actividad física y el Índice de Masa Corporal en las personas vegetarianas sugerían que éstas tenían mejor estado físico que las no vegetarianas, pero los autores alertaron de que, en detrimento, presentaban una peor salud mental.
Más evidencia
En esta línea, mucho más recientes son dos estudios publicados entre 2014 y 2018, que también llegaron a la misma conclusión. El más reciente formó parte de un número especial de la revista Nutrients y se dedicó a estudiar el impacto que tenía renunciar a varios grupos de alimentos en los síntomas depresivos. Para ello, estudió a gente carnívora, vegana, vegetarianos completos y vegetarianos que comían sólo pescado. Pues bien, según vieron, las personas que habían dejado al menos tres de los cuatro grupos relacionados con los animales (carne roja, de ave, pescado y productos lácteos) tenían más del doble de riesgo de sufrir depresión.
El otro estudio, publicado en la revista Plos One, midió también diversas cohortes: vegetarianos, personas que consumen mucha carne, omnívoros que consumen carne de forma moderada y aquellos que consumían carne de forma causal. Según la investigación, fue tan sólo en el grupo de vegetarianos en el que se evidenció una peor salud mental. Concretamente, tenían, de nuevo, el doble de probabilidades que el resto de grupos de sufrir una enfermedad mental, como ansiedad y depresión.
Asimismo, en este estudio sí se aporta una explicación medida con datos. Varias de las personas que se habían declarado vegetarianas estaban siguiendo dicha dieta porque les había sido pautada por alguna causa médica, por ejemplo sufrir de enfermedades crónicas. Por tanto, tener una dolencia grave podía ser el desencadenante de tener una peor salud mental y no la dieta per se.
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Mientras, otras investigaciones apuestan por la hipótesis de que este fenómeno podría justificarse por la falta de algún nutriente. Así lo sugiere un estudio publicado por un equipo de la Universidad de Bristol y que llegó a la misma deducción que los trabajos anteriormente mencionados. "Las deficiencias nutricionales en cobalamina (vitamina B12) o hierro son una posible explicación a estos hallazgos", señalaban los autores.
Equilibrar los déficits
La vitamina B12 es una de las mayores protagonistas en cuanto a dieta vegetariana se refiere, ya que únicamente se puede obtener a través del consumo de productos animales. "Su déficit puede provocar anemia, trastornos neuropsiquiátricos y alteración de la función cognitiva", detalla una revisión editada por la revista de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
"La carencia de vitamina B12 es el principal riesgo de los vegetarianos. Para evitarlo podrían optar por ingerir alimentos enriquecidos con vitamina B12, suplementos o el consumo de leche o huevos. Las dietas vegetarianas bien planificadas son seguras y saludables, pero si son inadecuadas pueden producir déficits nutricionales", prosiguen en la publicación.
Respecto al resto de nutrientes, se habla de ingesta inadecuada de ácidos grasos omega-3 y proteínas y ciertas enzimas. El triptófano, por ejemplo, es necesario para la producción de serotonina, un neurotransmisor relacionado con los estados de ánimo.
El triptófano se encuentra en la carne, pero también se puede obtener en la avena y las nueces, por lo que los estudios recomiendan a las personas que escojan una dieta vegana o vegetariana que estén informadas sobre qué alimentos lo contienen y qué cantidades deben consumir para satisfacer la necesidad de éste.
Los factores psicológicos también pueden jugar un papel muy importante. Así lo describe Hal Herzog, profesor emérito de Psicología de la Universidad de Carolina Oeste, en la revista especializada Psychology Today. Por un lado, él mismo se muestra sorprendido con esta relación: "Sólo una pequeña fracción de las personas que sufren depresión son vegetarianos y la mayoría de los vegetarianos no están deprimidos". Sin embargo, sentencia: "La existencia de múltiples estudios con miles de sujetos realizados por investigadores en diferentes países sugiere que la conexión entre el vegetarianismo y la depresión no es una casualidad estadística".
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Según el psicólogo, una de las razones que podrían explicar el mal estado de ánimo de las personas vegetarianas es la incomprensión que sienten muchas veces desde su entorno y la dificultad que tienen para seguir su estilo de vida escogido. Es más, en un estudio elaborado por él mismo, descubrió que esta era una de las principales razones que justificaban el hecho de que muchos vegetarianos volvieran a comer carne.
La otra cara
Aun así, reconocía que es muy complicado aventurarse en encontrar una explicación que busque causalidad, ya que, hasta el momento, se ha demostrado una conexión, pero nada más.
En este punto, también hay que tener presente los intereses de la industria cárnica, que se ha visto bastante perjudicada en los últimos años por la asociación entre las rojas y procesadas con el cáncer.
Por ejemplo, en el debate que nos atañe es muy citado un metaanálisis que llegó al término de que el consumo de carne estaba asociado con una depresión más baja y menor ansiedad, en comparación con la abstención de ésta. Sin embargo, en la declaración de intereses se observa que varios de los autores habían recibido previamente fondos de la National Cattlemen's Beef Association, una asociación comercial estadounidense que trabaja para los productores de carne de vacuno estadounidense.
Si bien, en el caso de los estudios citados, ninguno más declaró tener conflicto de intereses.
Lo que sí hay son estudios que afirman lo contrario, como recogió otro metaanálisis elaborado por el departamento de Nutrición y Dietética del King College London y que encontró evidencia contradictoria entre la asociación de dietas veganas o vegetarianas y la depresión.
Mientras que once de los estudios analizados (un 44%) confirmaban lo expuesto anteriormente, siete (28%) afirmaban justo lo contrario. En otros siete más no se encontró ningún tipo de asociación. Así, concluían: "Se requiere investigación adicional, incluidos estudios longitudinales y de intervención para resolver esta observación".