El chocolate con al menos un 70% de cacao y sin azúcares añadidos es considerado un alimento saludable por su abundante aporte de polifenoles antioxidantes. Ahora, investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en el Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA se suman al proyecto Choko-Age. El objetivo es comprobar si el chocolate enriquecido con vitamina E tiene efectos favorables sobre la cognición y la fragilidad en pacientes mayores con deterioro cognitivo leve que lo toman.
Choko-Age plantea la sinergia entre una nutrición óptima y el ejercicio físico, afirma el comunicado, que pueden actuar en sinergia para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Prevenir la desnutrición proteico-energética y la atrofia muscular asociada al paso de los años son dos estrategias para evitar la aparición de discapacidades y de la fragilidad, un síndrome geriátrico.
"Un anciano frágil tiene un riesgo muy elevado de acabar siendo dependiente, por lo que prevenir, identificar y revertir el estado de fragilidad es fundamental para garantizar un envejecimiento saludable", afirman desde INCLIVA.
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"Los científicos han demostrado sistemáticamente que el ejercicio físico y los polifenoles del chocolate producen un efecto reductor del cortisol -una hormona esteroide con un papel importante en el control del metabolismo de los tejidos y la función inmune en condiciones de estrés- que produce una mejora de los procesos metabólicos y neurológicos", prosigue el comunicado.
A partir de esta premisa, Choko-Age se enfocará en ancianos con riesgo de fragilidad y deterioro cognitivo leve. El objetivo será comprobar si los efectos reductores del cortisol del chocolate y el ejercicio físico pueden combinarse con la función antioxidante y citoprotectora de la vitamina E para ralentizar la progresión de la desnutrición proteico-energética.
El principal elemento será un chocolate negro funcionalizado con vitamina E rico en polifenoles en colaboración con Perugina, empresa de Nestlé. A continuación se investigarán sus efectos combinados con un programa de entrenamiento físico interválico de alta intensidad –que ya se ha aplicado con éxito en personas mayores y en poblaciones frágiles- en un período de 6 meses, a través de un ensayo aleatorizado de casos y controles en pacientes ancianos con demencia.
"La actividad física es un tratamiento no farmacológico con gran potencial para atenuar el deterioro cognitivo en ancianos sanos, en pacientes con deterioro cognitivo leve y con demencia severa. El entrenamiento con ejercicios debe realizarse preferentemente como intervalos de alta intensidad aeróbica (85%-95% de la frecuencia cardíaca máxima), ya que produce efectos superiores en el sistema cardiovascular en comparación con el ejercicio de intensidad moderada o baja", explican desde INCLIVA.
Choko-Age se puso en marcha en 2021 y finalizará en 2024. La intervención de INCLIVA consistirá en la realización de análisis in vitro de células de músculos esqueléticos y otras líneas celulares, así como de estudios ómicos y del estrés oxidativo, informa el centro. Para ello, se utilizarán plataformas de análisis génico, especialmente para la transcritómica de RNA extraído de los pacientes que intervienen en el ensayo.
En el proyecto participan, además, la Universidad de Perugia y la Universidad de Verona, en Italia; la Universidad de Molde, en Noruega; y la Universidad de Liverpool, en Reino Unido. El equipo de investigación de INCLIVA y CIBERFES está dirigido por José Viña, coordinador del Grupo de Investigación en Envejecimiento y Ejercicio Físico, y Consuelo Borrás, coordinadora del Grupo de Investigación en Envejecimiento Saludable.