Cumplir con la recomendación de consumir cinco piezas de fruta y verdura a diario se le sigue haciendo cuesta arriba a muchos. Es un problema, ya que nos priva del aporte de nutrientes esenciales como la fibra alimentaria, cuya ausencia se relaciona con problemas metabólicos y cardiovasculares. Para solucionarlo, han aparecido productos enriquecidos con fibras vegetales como la inulina, que se encuentra de forma natural en la alcachofa o el plátano. Pero este sustitutivo no sería tan eficaz como el original: de hecho, consumida como aditivo de un producto procesado, esta fibra refinada estaría aumentando el riesgo de cáncer de hígado en algunas personas.
Según alerta un estudio publicado en la revista Gastroenterology, padecer una malformación arterial congénita se relaciona con un aumento en la incidencia de este cáncer cuando se consumen altas cantidades de fibra procesada. Se trata de una anomalía rara, pero pasa completamente inadvertida para la mayoría de las personas que la sufren, avisan los investigadores de la Universidad de Toledo, Ohio (EEUU) a cargo del proyecto. Por tanto, un número indeterminado de consumidores se estaría poniendo en peligro al tomar alimentos enriquecidos pensando que les favorecen.
"Trabajamos desde hace tiempo con la idea de que todas las enfermedades empiezan por las tripas", explica el Dr. Matam Vijay-Kumar, autor principal y profesor del Departamento de Fisiología y Farmacología del Colegio de Medicina y Ciencias de la Vida. Su equipo ya publicó hace cuatro años otro estudio en la revista Cell que demostraba que una dieta fortificada con inulina aumentaba el riesgo de cáncer de hígado en ratones modificados para sufrir defectos en su sistema inmunitario. Los animales llevaban por lo demás una vida sana en laboratorio, pero uno de cada diez acabó sufriendo tumores tras seguir esta alimentación.
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"Nos sorprendió mucho, porque es muy inusual que los ratones sufran cáncer de hígado", valora Vijay-Kumar. Los investigadores descubrieron que todos los roedores que habían desarrollado tumores malignos y agresivos presentaban altas concentraciones de ácido biliar en sangre, provocado por un defecto llamado shunt portosistémico. Esto provoca un 'desvío' que hace que la sangre que ha pasado por el intestino vuelva a la circulación antes de ser filtrada por el hígado, trasportando sustancias que provocan inflamación.
En paralelo, el hígado de un individuo con shunt portosistémico produce de continuo ácido biliar que también termina infiltrándose en el sistema sanguíneo en lugar de concentrarse en el tracto gastrointestinal. El organismo responde a estos dos factores con una fuerte respuesta inmune antiinflamatoria que a la larga debilitará la capacidad de detectar y erradicar células cancerígenas. Sin embargo, la alimentación resultó clave: si los ratones con esta malformación mostraban daños en el hígado, pero solo desarrollaron un letal carcinoma hepatocelular cuando tomaron inulina.
Implicaciones para la dieta
El shunt postosistémico se da con poca frecuencia entre humanos, precisan los autores: la incidencia es de un caso por cada 300.000. Quienes lo sufren también padecen un riesgo incrementado de desarrollar enfermedades hepáticas no alcohólicas, pero pasa desapercibido para la mayoría, por lo que podría ser más prevalente en la población. Además, cualquier otra circunstancia que elevase el ácido biliar en sangre podría ser motivo de procupación, advierten. El 100% de los ratones con altos niveles de estos ácidos en el torrente sanguíneo sufrió cáncer al tomar inulina.
Para trasladar esta relación a seres humanos, el equipo de Vijay-Kumar consultó muestras sanguíneas proporcionadas por participantes en un estudio a largo plazo sobre el riesgo de cáncer entre 1985 y 1988. 224 de los voluntarios habían terminando sufriendo algún tumor, y según pudieron comprobar, sus niveles basales de ácido biliar en sangre eran el doble de elevados en comparación con quienes no lo sufrieron. Extrapolándolo a un análisis estadístico, determinaron que aquellos con la mayor concentración biliar en sangre tienen un riesgo cuatro veces mayor de sufrir cáncer de hígado.
En cuanto a los hábitos de consumo, los investigadores pudieron confirmar que una elevada ingesta de fibra alimentaria reducía el riesgo de cáncer de hígado en un 29% para los individuos con las menores concentraciones de ácido biliar sérico total. Pero para los de mayor concentración biliar, este mismo nivel de consumo aumentó el riesgo en un 40%. Esto apunta a una mayor necesidad de controlar los ácidos biliares, que se tienden a vigilar únicamente en circunstancias como el embarazo, y a seguir consumiendo fibra, pero sabiendo que no son todas iguales.
"No todas las fibras alimentarias vienen del mismo sitio, y no todas las fibras son igual de beneficiosas para todos por igual", advierte el Dr. Beng San Yeoh, del equipo de Vijay-Kumar. "Las personas que sufren problemas asociados al incremento del ácido biliar en sangre deberían evitar las fibras fermentadas y refinadas de la comida. Y si tu hígado tiene problemas para filtrar la sangre, debes ser cuidadoso con lo que comes, porque tu organismo va a manejar tu alimentación de forma diferente".