Tomar nueces desde temprana edad se relaciona con un mejor estado de salud general y un menor perfil de riesgo cardiovascular en particular al alcanzar la mediana edad. Esto es lo que determina una investigación que ha revisado registros de hábitos alimentarios a veinte años vista, y otros treinta años de historiales médicos y de aptitud física obtenidos a partir del Estudio CARDIA sobre riesgo coronario y arterial.
Según describen los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota (EEUU) que han llevado a cabo el estudio, bastaría con añadir un puñado de nueces a la dieta diaria para fomentar tanto una alimentación como unos hábitos de vida cardiosaludables.
Asimismo, la combinación excepcional de nutrientes que podemos encontrar en este fruto seco supondría una forma accesible de prevenir toda una gama de factores de riesgo cardíaco, según el artículo publicado en la revista Nutrition, Metabolism, & Cardiovascular Diseases.
Según recuerdan, las nueces son una excelente fuente de ácido alfa-linolénico, un tipo de omega-3 de origen vegetal e imprescindible para garantizar la salud del corazón, la del cerebro y para promover una longevidad saludable en general. En unos 28 gramos -un puñado- de nueces encontremos además 4 gramos de proteína, dos de fibra, 45 miligramos de magnesio y antioxidantes como los polifenoles.
Para el estudio longitudinal y observacional, y que fue parcialmente financiado por la Comisión de Nueces de California, se recogieron datos de salud de más de 3.000 jóvenes (de 18 a 30 años) de ambos sexos y diverso origen racial, y residentes en Birmingham (Alabama), Chicago (Illinois), Minneapolis (Minnesota) y Oakland (California).
Tras arrancar el estudio CARDIA en 1985-86, los participantes detallaron en tres ocasiones sus hábitos dietéticos, y se sometieron a múltiples exámenes de salud a lo largo del tiempo para registrar su aptitud física. Se dividieron en tres grupos -'consumidores de nueces', 'consumidores de otros frutos secos' y 'no consumidores de frutos secos'-, y se registraron medidas de riesgo cardiovascular incluyendo los lípidos en sangre (triglicéridos), la glucosa en sangre en ayunas y la concentración de insulina.
Tras identificar a 352 'consumidores de nueces', 2,494 'consumidores de otros frutos secos' y 177 'no consumidores', los investigadores determinaron que los del primer grupo tenían los mejores índices de actividad física. Tomar nueces en lugar de otros frutos secos, además, se relacionó con una disminución de cuatro factores de riesgo cardiovascular: Índice de Masa Corporal (IMC), circunferencia de barriga, presión arterial y triglicéridos.
Tomar nueces se asoció igualmente a una ganancia de peso inferior, y el grupo de los que las tomaban en exclusiva registró menos personas con obesidad con el paso del tiempo que los otros dos. En comparación con los que no tomaban frutos secos, los consumidores de nueces demostraron tener menores concentraciones de glucosa en sangre en ayunas. Los que tomaban otros frutos secos, finalmente, tenían el colesterol LDL (el 'malo') más alto.
Finalmente, a 20 años vista, el hecho de tomar nueces desde la juventud se relacionó con una mejor puntuación en el Índice de Alimentación Saludable 2015, en comparación con los dos otros grupos. Los consumidores de nueces tomaban más nutrientes esenciales que tienden a escasear en el patrón de la 'Dieta Occidental', tales como los ácidos grasos alfa-linolénico y gamma-linolénico, la vitamina B6, el magnesio y el potasio, y la fibra alimentaria.
Dado que se trata de un estudio observacional, los investigadores no pueden establecer una causalidad entre el consumo de nueces y unos hábitos de vida que abarcan de una mayor actividad física a una actividad más saludable. Su hipótesis, sin embargo, es que el puñado de nueces diario actúa como un aporte de energía saciante que se toma con comodidad, favoreciendo una vida más activa y reduciendo la necesidad de comer en mayores cantidades y con más calorías.