El queso no es un alimento indispensable para la salud, pero puede ser un bocado saludable si sabemos cuál elegir. En realidad, para hacer un queso no se necesitan muchos ingredientes: tan sólo leche, fermentos lácticos y cuajo —también suelen llevar sal, aunque no imprescindible—. Por desgracia, en España es muy sencillo encontrar quesos que llevan extras, especialmente, entre los quesos fundidos para sándwiches, para gratinar o espolvorear sobre la pasta o en los quesitos que tanto nos gustaban de pequeños para merendar.
Todos estos quesos no se consideran recomendables para una dieta saludable. Eso sí, los quesos que se ciñen a su receta original e imprescindible sí que cuentan con beneficios: principalmente, su alto contenido de proteínas de alta calidad biológica. Al tratarse de un alimento de origen animal tienen una buena disponibilidad de todos los aminoácidos esenciales. Los quesos también cuentan con un alto contenido de grasas: la mayoría de ellas son saturadas, pero las que proceden de los lácteos no son tan peligrosas.
Por esta razón, es importante tener dos cosas en cuenta cuando vayamos a tomar queso: la primera es que el grado de curación aumenta el número de sus calorías porque los nutrientes se concentran y, por eso, es mejor consumirlos más frescos; y lo segundo es que se trata de un alimento que debemos consumir en pequeñas cantidades por su cantidad de calorías. En este sentido, si queremos consumir queso de manera habitual no debería ser un queso demasiado curado. A pesar de que sus nutrientes pueden ser saludables puede aumentar nuestro peso si abusamos y hacer que no consumas otros alimentos más saludables.
Composición saludable
Los supermercados Mercadona han incorporado recientemente un nuevo queso a sus estanterías que tiene un perfil muy saludable. Se trata del queso de oveja añejo fuerte de Hacendado, la famosa marca blanca de estos comercios. Este queso se considera recomendable porque emplea pocos ingredientes para su elaboración: leche cruda de oveja, sal, cuajo, fermentos lácticos y un aditivo para mejorar la conservación del producto. Aunque tienen mala fama, los aditivos han probado su seguridad para el consumo humano; se trata por lo tanto de un buen procesado.
Los quesos añejos han sido sometidos a un proceso más largo de curado y, por eso, contienen menos agua y los nutrientes de la leche más concentrados. Es decir, debemos consumir este queso con moderación porque contiene un alto valor energético. En concreto, en el etiquetado de este producto se observa que, por cada 100 gramos, este producto aporta 470 kilocalorías. La mayoría de ellas proceden de las grasas —este macronutriente forma el 40% de la composición de este queso—, y la mayoría son saturadas. Sin embargo, las grasas saturadas de los lácteos se relacionan con una protección cardiovascular, al contrario que las de la carne roja.
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De todas formas, las grasas no son el único nutriente cuya proporción se dispara al curar el queso. El queso de oveja añejo fuerte de Hacendado cuenta con una ventaja y es que contiene una gran cantidad de proteínas. En concreto, el 25% de la composición de este producto está formado por estas sustancias, un porcentaje superior al que se puede encontrar en muchas carnes animales de las que consumimos. De todas formas, las mejores fuentes de proteínas siguen siendo las legumbres y los pescados azules.
Otras fuentes
Cada kilogramo de este producto tiene un precio de 10,75 euros y vienen en piezas de, aproximadamente, un kilogramo y medio. Es decir, estos quesos suelen tener un precio ligeramente superior a los 16 euros. Se trata de un queso para los amantes de los sabores fuertes: según el etiquetado de este producto, cuenta con un grado de intensidad de seis sobre siete. Esto se debe, principalmente, al grado de maduración del queso, aunque también le afecta el tipo de leche que se emplea.
Los lácteos no son alimentos imprescindibles, aunque son una forma fácil de cumplir los requerimientos diarios de calcio y algunas vitaminas. Estas sustancias son especialmente ricas en los quesos con respecto a la leche o al yogur, pero, a pesar de ello, se pueden obtener a partir de otros alimentos. El queso es el alimento que más cantidad de calcio aporta, pero se puede añadir a la dieta a través de alimentos como el sésamo, las sardinas en lata o las almendras.