No todos los alimentos ricos en proteínas se pueden consumir de forma habitual, puesto que muchos de ellos aportan otros nutrientes de los que no es aconsejable abusar. Así, consideramos que la proteína de un alimento es de calidad si el producto tiene todos los aminoácidos esenciales. Este es el caso de las proteínas de origen animal, que se han asociado en varias ocasiones con la mortalidad cardiovascular en adultos de 65 años o más. Sin embargo, un estudio internacional ha demostrado lo contrario.
El trabajo, que ha sido publicado en la revista The Journals of Gerontology tiene como base el Estudio de Seguimiento de InChianti, en relación con la región de la Toscana italiana. Durante 20 años han seguido a 1.139 participantes de 65 años o más, con una edad media de 75 años, con datos completos sobre la ingesta de alimentos.
La elección de esta franja de edad no fue fortuita, pues las necesidades totales de proteínas en este sector de la población son mayores que en adultos de mediana edad. De hecho, es frecuente su ingesta inadecuada, de ahí el objetivo de evaluar las asociaciones a largo plazo de la ingesta de proteínas animales y vegetales con la mortalidad en mayores.
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En este estudio internacional, que ha liderado el grupo de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y Alimentaria de la Universidad de Barcelona y del área CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), han colaborado grupos de investigación de Italia y EEUU, como el Instituto Científico de Investigación, Hospitalización y Asistencia Sanitaria (IRCCS, por sus siglas en italiano), Centro Nacional Italiano de Salud y Ciencia sobre el Envejecimiento (INRCA) y el Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento (NIA), que forma parte del gobierno de los Estados Unidos.
Efecto protector de las proteínas
Se trata del primer estudio que muestra una asociación inversa entre las proteínas animales y la mortalidad en mujeres y hombres mayores de un país Mediterráneo. "El aumento de esta ingesta proteica puede estar inversamente relacionado con la mortalidad por su efecto protector sobre la fuerza muscular, fragilidad, sarcopenia o las respuestas inmunitarias", ha reconocido Tomás Meroño, investigador del CIBERFES y la UB y primer firmante del trabajo. También ha destacado la importancia de "indagar más en esta línea".
El seguimiento, que tuvo como año de partida 1998, finalizó con un registro de 811 muertes, 292 por causas cardiovasculares y 151 por cáncer. Con estos datos, han considerado que la relación entre la ingesta de proteína animal y la mortalidad cardiovascular resultaba inversamente proporcional. Asimismo, la ingesta de proteína vegetal no mostró asociación con mortalidad, pero se encontró una interacción con la hipertensión, observándose un moderado efecto protector de la proteína vegetal en los participantes con hipertensión.
Del mismo modo, las afecciones inflamatorias crónicas o agudas pueden perjudicar la relación directa entre la ingesta de proteínas y la fuerza muscular entre este sector de la población, aumentando la necesidad de incrementarlas en la dieta. En el estudio no fue posible determinar si el efecto protector de la proteína animal se debe a la calidad proteica o al mayor contenido de proteína de los alimentos de origen animal.
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La principal fuente de proteína vegetal que se utilizó en la investigación fueron los cereales, mayoritariamente pan y pastas, por lo que esto pudo ser un factor por el cual no se observó un efecto protector de la proteína vegetal. La investigadora Cristina Andrés-Lacueva apuntó, en este sentido, que "necesitamos más estudios para ofrecer recomendaciones sobre la ingesta de proteínas en la dieta de los mayores". Sobre todo, en el caso de los alimentos densos en nutrientes, como huevos, leche y pescado.
Como no podía ser de otra forma, al haberse realizado en el país transalpino, no se tuvo en cuenta un producto con un alto contenido en proteínas y con muy poca grasa. Estamos hablando de un producto tan típico en España como el pulpo. Además de otros nutrientes que también son beneficiosos para el organismo, el pulpo contiene 30 gramos de proteína por cada 100 gramos. Una cantidad que nada tiene que envidiar a un filete, ya que la carne roja tiene entre 20 y 22 gramos por cada 100.