¿Qué prefieres? ¿Guarnición de ensalada o de patatas fritas? Probablemente, al escuchar esta oferta nuestro cerebro nos ponga en un cruel dilema: "deberías tomar ensalada, pero te mueres por unas patatas". Aunque estas dos opciones son las más populares en España, no son las únicas: los pimientos asados, el pisto o, incluso, las legumbres pueden cumplir esta función de acompañamiento y, además, aportar nutrientes saludables y evitar el sobrepeso.
De todas formas, en lo que a guarniciones se refiere la patata es la reina absoluta, aunque se pueden encontrar cocinadas de múltiples formas. Las patatas más populares son, por supuesto, las fritas. Sin embargo, estas son las menos saludables para la salud porque contienen una gran cantidad de grasas y de hidratos de carbono de rápida absorción. La patata es una hortaliza muy porosa y absorbe una buena parte del aceite en el que se fríe.
Al final, 100 gramos de patatas fritas suelen contener unas 500 kilocalorías, pero lo peor no es esto. Las patatas fritas no cuentan con nutrientes interesantes para la salud —de hecho, la Universidad de Harvard excluye a las patatas del grupo de las verduras— y, además, al contener poca fibra y ser tan palatables, se comen de manera compulsiva una detrás de otra. De todas formas, no tenemos por qué demonizar a estos tubérculos si los tratamos de manera saludable.
El almidón de las patatas
Una guarnición de patatas al vapor o, incluso, asadas no suponen un gran peligro para la salud. Una ración de 100 gramos de patatas al vapor o asadas ronda las 90 kilocalorías y aporta potasio. Ahora bien, el principal nutriente que aportan son los almidones, un tipo de carbohidrato que se transforma en azúcares simples con bastante rapidez. Es decir, tienen un índice glucémico alto y, en exceso, contribuyen a aumentar el riesgo de sobrepeso.
En este sentido, existe una guarnición de patatas que tiene un índice glucémico más alto que las demás: el puré de patatas. Algunas personas consideran que este producto es saludable porque se elabora a partir de patatas cocidas. Sin embargo, machacar las patatas hasta convertirlas en un puré tiene un efecto secundario indeseado: el almidón se rompe en forma de azúcares más simples y el nivel de glucosa se dispara.
Los altos niveles de glucosa se compensan con la liberación de insulina, cuando el cuerpo se expone a altos niveles de esta hormona se pueden generar resistencias. Es decir, que aumenta el riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y sobrepeso. Esto se debe a que los alimentos con un alto índice glucémico provocan que la sensación de hambre reaparezca antes que los alimentos con un índice menor. Además, los alimentos que no se mastican, como es el caso del puré, provocan menos saciedad y, al final, terminamos consumiendo más cantidad.
Casero o procesado
Los purés de patata que consumimos con más frecuencia son los que se elaboran de manera rápida con sobres de polvos o copos de patatas. Se trata de un producto procesado con mala fama: está compuesto por un 99% de patatas deshidratadas y el resto son aditivos que, aunque son seguros, destacan el grado de procesamiento al que ha sido sometido este producto. Para devolver a la vida a estas patatas se recomienda hervir el contenido de los sobres con agua y con leche
Ahora bien, otras recetas de purés de patatas pueden llevar mantequilla y leche entera para mejorar su sabor con la incorporación de estas grasas lácteas. Sin embargo, estas recetas aumentan en gran medida la cantidad total de grasas saturadas del producto. Aunque se ha demostrado que las grasas que proceden de los derivados de la leche no son malas para la salud, en este caso aumentan de manera innecesaria el contenido total de kilocalorías.
En conclusión, el puré de patata es una guarnición que debemos consumir con moderación: en primer lugar, porque sus carbohidratos se transforman en azúcares rápidamente; también porque su alto índice glucémico se relaciona con un mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón; y, por último, porque al no tener que masticarlo consumimos una mayor cantidad de patatas que si las tomáramos, por ejemplo, al horno. Una alternativa saludable a esta guarnición pueden ser las ensaladas o los pimientos asados.