Aunque no hace muchos años el único elemento nutricional que se relacionaba con la hipertensión era la sal, hoy en día se sabe que hay muchos otros factores alimentarios y metabólicos que colaboran en este factor de riesgo vascular. Para bien o para mal.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Hypertension, una de las publicaciones de la American Heart Association (AHA), apunta a que otro de estos factores alimentarios serían las proteínas. La clave no estaría en ingerir más o menos de estos nutrientes, sino en su variedad.
Actualmente se calcula que alrededor de un 43% de la población adulta en España sufre hipertensión, un porcentaje que se acercaría al 50% en los Estados Unidos. Se trata de uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, y el principal desencadenante de los ictus o accidentes cerebrovasculares.
Como recuerda el autor principal del actual estudio, el Dr. Xianhui Qin del Centro Nacional de Investigación Clínica sobre Enfermedades Renales del Hospital Nangfang de la Universidad Médica del Sur en Guangzhou (China), la nutrición podría ser una medida eficaz y de fácil acceso para lugar contra la hipertensión.
Se sabe que existe una significativa asociación entre la mala calidad de la dieta y el riesgo cardiovascular en general, incluyendo la mortalidad por problemas cardiovasculares. En su reciente Guía Dietética 2021 para mejorar la salud cardiovascular, la AHA ya recomendaba el consumo de proteína a través de fuentes saludables, principalmente de origen vegetal, aunque también se aconsejaban mariscos, derivados lácteos desnatados, carne magra y carnes de aves.
Con estos datos en mente, los investigadores analizaron información de salud de casi 12.200 adultos de 41 años de edad media que participaron en la Encuesta de Salud y Nutrición de China entre 1997 y 2015, un tipo de encuesta que se realiza cada 2-4 años. Participaron en dos rondas, siendo la inicial una línea de base y la encuesta final una forma de seguimiento.
Se tuvieron en cuenta datos como la ingesta dietética de las 24 horas previas en 3 días diferentes durante una semana y un inventario de los alimentos del hogar. Además, los participantes recibieron una "puntuación de variedad" de proteína basada en la cantidad de diferentes fuentes consumidas dentro de las 8 informadas: granos enteros, granos refinados, carne roja procesada, carne roja no procesada, carne de ave, pescado, huevos y legumbres. Se otorgó un punto por cada fuente de proteína, con un máximo de 8.
Posteriormente, se evaluó la asociación entre la hipertensión de nueva aparición y la puntuación de variedad de proteína. Se definió la enfermedad como una tensión arterial sistólica (o "tensión alta") igual o mayor a 140 mmHg, y una tensión arterial diastólica (o "tensión baja") mayor o igual a 90 mmHg. También se tuvo en cuenta la toma de medicamentos para la tensión o un diagnóstico de hipertensión durante el periodo de estudio de 6 años.
Según los datos del estudio, hubo algunos hallazgos de interés:
- Más del 35% de los participantes desarrollaron hipertensión durante el periodo de estudio.
- Los participantes que consumían más variedad de proteínas, con una puntuación de 4 o más, tenían hasta un 66% menos de riesgo de desarrollar hipertensión en comparación a los que tenían una puntuación menor de 2.
- Había un consumo límite en cada uno de los 8 tipos de proteína donde el riesgo de hipertensión era menor.
- Al considerar la cantidad total media de proteína ingerida por parte de los participantes, se dividió en 5 categorías o quintiles, de menor a mayor ingesta: los que estaban en el quintil de menor ingesta y los de mayor ingesta eran los que mayor riesgo tenían de hipertensión.
Así pues, los investigadores han concluIdo que el consumo de diferentes tipos de proteína sería clave para reducir el riesgo de hipertensión, en lugar de centrarse en una sola fuente dietética. La cantidad debería ajustarse a las recomendaciones de unos 0,8 gramos de proteínas por cada kilogramo de peso corporal al día, y no más.
Para finalizar, el estudio no carece de limitaciones: se trata de un trabajo observacional, y no un ensayo clínico, por lo que no es posible concluir que las proteínas de cualquier tipo son las responsables totalmente de un mayor o menor riesgo de hipertensión.