El pan elaborado según determinados procesos presenta un efecto prebiótico detectado por el Instituto de Investigación Biomédico de Girona (IDIBGI) que resulta potencialmente aplicable a pacientes con alguna enfermedad inflamatoria intestinal.
Los efectos 'probióticos' y 'prebióticos' de la alimentación se tienden a confundir. "Los prebióticos son alimentos funcionales que ayudan a la estimulación y al crecimiento de bacterias saludables en los intestinos", explicaba Elena de la Fuente, nutricionista del Hospital Quirónsalud San José (Madrid), a EL ESPAÑOL.
Los probióticos, por su parte, aportan microorganismos beneficiosos como los que contienen los alimentos fermentados, tales como el yogur, el kéfir o los encurtidos. "Con tomar, sobre todo, un yogur al día (natural y entero) ya sería suficiente como para aportar una buena dosis de probióticos", explicaba.
Según informa ahora el IDIBGI, el grupo que lidera el doctor Xavier Aldeguer ha comparado el conjunto de bacterias y levaduras presentes en las masas preparadas a partir de diferentes harinas, recetas y fermentaciones, recoge la agencia EFE.
El estudio, del que se ha publicado un artículo en la revista científica Frontiers, muestra que estos panes producen en pacientes aquejados por enfermedades como el Crohn o la colitis ulcerosa un aumento de la producción de ácidos grasos de cadena corta, algo que tiene un efecto antiinflamatorio.
Las evidencias hasta la fecha refuerzan el hecho de que la dieta juega un papel importante en la modulación del estado inflamatorio del organismo. Una buena dieta antiinflamatoria sería aquella que favorezca la homeostasis de la microbiota comensal del organismo.
Por el contrario, las dietas ricas en grasas saturadas y en productos ultraprocesados reducen la proporción de las poblaciones microbianas beneficiosas y potencian el crecimiento de especies más patogénicas.
Eso conduce a un desequilibrio microbiano conocido como "disbiosis", que contribuye al desarrollo de procesos inflamatorios crónicos intestinales. Incluso puede ser detonante de ciertas enfermedades metabólicas relacionadas como la obesidad, la diabetes o el hígado graso.
Con el consumo del pan, por el contrario, aumentan la presencia de ciertos tipos de bacterias que aparecen en número reducido en la microbiota de estos pacientes, con lo que se ayudaría a restaurar su equilibrio. De este modo se contribuye igualmente a modular el estado de inflamación intestinal de estas personas, con el consiguiente beneficio para su salud.
Uno de los coautores del trabajo y miembro del grupo de investigación, Marc Llirós, ha explicado que "los resultados obtenidos indican un efecto prebiótico del pan para restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal".
La ingesta de ciertos alimentos "universales", según Llirós, producidos con recetas concretas, pueden ayudar por lo tanto en el caso de estas enfermedades inflamatorias intestinales. Otro de los autores del estudio, Aleix Lluansí, subraya en todo caso que el objetivo no es contemplar el pan "como remedio o tratamiento" si no evidenciar su "efecto beneficioso".
Cabe recordar que el pan más beneficioso es el elaborado con harina integral. Al conservar la cáscara del grano y su salvado, que es lo que le otorga su reconocible tonalidad parduzca, conserva la mayor parte de la fibra alimentaria que se pierde durante el proceso de refinado.
Este nutriente fundamental tiende a faltar con peligrosa frecuencia en la denominada 'dieta occidental' prevalente en nuestro país. Es una carencia que daña nuestra microbiota, la comunidad de bacterias que habita en nuestro tracto gastrointestinal y que la usa de "combustible" para regular múltiples aspectos de salud general.
Por otro lado, los hidratos de carbono del pan integral son considerados carbohidratos complejos en lugar de carbohidratos simples. Esto significa que tardan más en metabolizarse como azúcares en el intestino delgado, una acción retardada en la que también influye la fibra.
De este modo se evita el perjudicial 'pico glucémico' en el que se disparan los niveles de glucemia en sangre, ya que los carbohidratos simples atraviesan con mayor facilidad las barreras intestinales. Este fenómeno acelera tanto la ganancia de peso como el riesgo de sufrir problemas metabólicos como la diabetes de tipo 2 y enfermedades arteriales crónicas.