De las campañas institucionales a los consejos de los especialistas, el consenso se acerca a la unanimidad: no es necesario comer carne todos los días, no es saludable para nuestro organismo y tampoco es sostenible para el planeta. Tampoco se trata, sin embargo, de optar por el veganismo, un patrón nutricional que rechaza todo alimento de origen animal: este tipo de hábitos vitales se adoptan principalmente por motivos éticos de cara al bienestar de los animales y el medio ambiente.
Ya en 2019, una comisión científica abogaba en la prestigiosa revista The Lancet por la 'dieta basada en plantas', es decir, aquella en la que las verduras, hortalizas, legumbres, frutas, cereales y hongos son la base de la alimentación y no una mera guarnición. Ahora, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) rompe una lanza por este patrón alimentario recomendando la denominada "dieta flexitariana", es decir, aquella con un completo aporte de nutrientes vegetales y gasto mínimo en proteína animal.
Hablar de dieta flexitariana o semi-vegetariana es neologismo: como ya explicamos en un artículo anterior, se trata de reducir el consumo de carne a apenas tres veces por semana. A cambio, se duplica la cantidad de fruta y verdura que se come, añadiendo otros productos como frutos secos y grasas saludables como el aceite de oliva. Aunque originalemente se planteó como una forma de transición al vegetarianismo, en realidad se trata de una alimentación que se puede seguir de continuo toda la vida, con interesantes ventajas nutricionales.
"La dieta flexitariana es más sostenible y más saludable que la dieta media de cada país", explica la OCU. "No solo está alineada con los objetivos medioambientales, sino que en la mayoría de los casos estas dietas son más baratas (en torno a un 20 o 25%) en los países de ingresos medios y altos, aunque puede salir más cara que la dieta habitual en países más pobres". Hay diferencias a matizar no obstante: una variedad, la 'dieta pescetariana' en la que el pescado sustituye a la carne como proteína animal, es "siempre un poco más cara que la dieta habitual".
"La clave está en la cantidad de alimentos procesados y ultraprocesados que se incluyen en las dietas. Es preciso optar por productos frescos, dando prioridad a los ingredientes vegetales sobre los de origen animal, que deben incoporarse en cantidad limitada", prosiguen las recomendaciones de la Organización. "En el actual entorno económico, en España hay una clara tendencia inflacionista en los precios de la alimentación, con fuertes subidas en alimentos básicos motivadas por los precios desorbitados de la energía".
La manera de esquivar la subida de la inflación pasa por "priorizar los alimentos de temporada y de proximidad, para una alimentación asequible para tu bolsillo y tu entorno", insiste la OCU. Siguiendo esas pautas, una dieta más saludable y sostenible será más barata que la alimentación que se sigue habitualmente en los países occidentales, abundante en productos ultraprocesados y cárnicos que, cuando se trata de carnes rojas, introducen grasas poco recomendables que elevan el riesgo de problemas metabólicos, de cáncer y de enfermedades cardiovasculares.
Para finalizar, la OCU ofrece un ejemplo de menú en base a la dieta flexitariana:
A diario, el equivalente a:
- 500 gramos de frutas y verduras,
- 100 g de proteínas vegetales, como legumbres, soja o frutos secos.
- Cereales integrales.
- Una ración (o menos) de leche o lácteos
En la semana, aproximadamente:
- No más de 5 raciones semanales proteína animal procedente de pollo, pescado y huevos.
- Una porción de carne roja.
Además deben limitarse los aceites vegetales ricos en grasas saturadas y el azúcar refinado.