La tradición asocia la uva de mesa al fin de año, pero lo cierto es que limitar su consumo a Nochevieja es un lamentable error. La cosecha de uva en España se realiza de septiembre a octubre, por lo que el otoño es el momento idóneo para adquirirla como producto de proximidad con las mejores propiedades organolépticas y nutritivas, dentro de un patrón de consumo más sostenible y beneficioso para el campo.
Incorporar uvas a nuestra alimentación diaria es una opción recomendable, especialmente si las tomamos con piel, pues es ahí donde se concentra el resveratrol, un compuesto que sirve para bloquear los radicales libres que están relacionados con el envejecimiento celular. También tiene propiedades antiinflamatorias, beneficiosas para cuidar nuestro hígado, y mejoran también el funcionamiento del riñón al contribuir a la eliminación del ácido úrico.
La Fundación Española del Corazón recomienda su consumo porque mejoran la flexibilidad de las arterias, facilitando la vasodilatación y regulando la presión arterial. Sus efectos antioxidantes son también muy populares, y es una de las frutas más recomendadas para evitar los daños que provocan los rayos ultravioleta cuando nos hemos visto expuestos al sol. Otros compuestos como las antocianinas también ayudarán a proteger nuestra salud ocular.
A todos estos beneficios se suman los de nuevo estudio clínico, publicado en la revista científica Nutrients y que recoge Europa Press, que ha descubierto que el consumo de uvas aumenta significativamente la diversidad de bacterias en el intestino, lo que se considera esencial para la buena salud en general. Además, reduce significativamente los niveles de colesterol y los ácidos biliares, que desempeñan un papel integral en el metabolismo del colesterol.
Los resultados sugieren un nuevo y prometedor papel de las uvas en la salud intestinal y refuerzan los beneficios de esta fruta en la salud del corazón. En el estudio de intervención, realizado en la Universidad de California (Estados Unidos) y dirigido por el doctor Zhaoping Li, los sujetos sanos consumieron el equivalente a 1,5 tazas de uvas al día durante cuatro semanas junto con una dieta baja en fibra/baja en polifenoles durante todo el estudio.
Tras cuatro semanas de consumo de uvas, se produjo un aumento de la diversidad microbiana medida por el índice de Shannon, una herramienta comúnmente utilizada para medir la diversidad de las especies. Entre las bacterias beneficiosas que aumentaron estaba la Akkermansia, una bacteria de gran interés por su efecto beneficioso en el metabolismo de la glucosa y los lípidos, así como en la integridad del revestimiento intestinal.
Además, se observó una disminución de los colesteroles en sangre, incluido el colesterol total en un 6,1% y el colesterol LDL en un 5,9%. Los ácidos biliares, que están relacionados con el metabolismo del colesterol, disminuyeron en un 40,9%.
"Descubrimos que las uvas tienen un efecto beneficioso sobre las bacterias intestinales, lo cual es una gran noticia, ya que un intestino sano es fundamental para la buena salud", subraya el doctor Li. "Este estudio profundiza en nuestros conocimientos y amplía el abanico de beneficios para la salud de las uvas, al tiempo que refuerza los beneficios para la salud del corazón de las uvas con la reducción del colesterol".