Era sabido que la dieta cetogénica o 'dieta keto', tan popular en los últimos años en España, no es para todo el mundo, aunque algunos insistan en venderla como tal. Tampoco es un método dietético pensado para el largo plazo, sino en combinación con otros tipos de alimentación.
Si bien algunos estudios han demostrado beneficios en su uso, la mayor revisión realizada hasta la fecha, publicada recientemente en Frontiers in Nutrition, deja muy mal parada a esta forma de alimentación. Para la mayoría de las personas, a largo plazo, los perjuicios superan a los posibles beneficios.
Anteriormente ya se desaconsejaba la realización de dieta cetogénica en determinados casos, como enfermedad renal o embarazo. Sin embargo, en este nuevo análisis, Lee Crosby y sus colegas del Comité de Médicos para una Medicina Responsable llegan a hablar de esta dieta como "un desastre que promueve enfermedades".
La dieta cetogénica es una dieta muy baja en carbohidratos (5%), muy rica en grasas (más del 70%), y moderada en proteínas, o incluso hiperproteíca en algunos casos. El objetivo es inducir a la cetosis o producción de cuerpos cetónicos como fuente de energía al no disponer de carbohidratos.
Si bien es cierto que la dieta, a corto plazo, ha demostrado promover la reducción de peso, esta revisión también puntualiza que no es un método superior a otros conocidos y más seguros en comparación.
Por otro lado, como único efecto beneficioso, los investigadores sí destacan mejoras en los síntomas de personas con crisis epilépticas refractarias al tratamiento médico; un beneficio conocido hace décadas.
Los perjuicios de la 'dieta keto'
Por un lado, las dietas cetogénicas pueden ser especialmente inseguras durante el embarazo, según los autores: las dietas bajas en carbohidratos se han relacionado con un mayor riesgo de defectos en el tubo neural del bebé, incluso usando suplementos de ácido fólico.
Por otro lado, llevar a cabo una dieta baja en carbohidratos durante el embarazo podría aumentar el riesgo de diabetes gestacional hasta un 27%, según otros estudios. Pero si el patrón dietético bajo en hidratos se basa en vegetales y derivados, este riesgo podría evitarse.
Por otro lado, las dietas cetogénicas tienden a ser hiperproteicas, un exceso contraindicado en pacientes diagnosticados de insuficiencia renal. Así mismo, en personas sanas, algunos trabajos sugerirían un aumento de riesgo de cálculos renales o "piedras de riñón" al llevar a cabo una dieta cetogénica.
Si bien las dietas cetogénicas clásicas no tienen por qué ser hiperproteicas, ya que la mayoría de las calorías provienen de las grasas, cuando se usan con el objetivo de perder peso sí existe cierta tendencia al exceso de proteínas. Y, a largo plazo, este alto consumo de proteínas empeora una insuficiencia renal previa.
Respecto a la enfermedad cardiovascular y los niveles de colesterol, la dieta cetogénica se había presentado como la panacea para mejorar algunos parámetros. Sin embargo, los estudios sugieren que es al revés: en algunos pacientes, las dietas muy bajas en carbohidratos podrían aumentar el colesterol LDL-C o "colesterol malo" hasta un 10%. De hecho, incluso en personas sanas en forma, se han llegado a identificar casos con aumentos de colesterol LDL de hasta un 35%, aún perdiendo peso.
Finalmente, a modo de resumen, los autores de la actual revisión sugieren que de forma habitual cuando se va a realizar una dieta cetogénica, se produce una inclinación hacia el consumo de alimentos que aumentarían el riesgo de enfermedad cardíaca, cáncer, diabetes y Alzheimer. Precisamente las enfermedades que supuestamente deberían mejorar o prevenir.
En este último aspecto, los investigadores hacen hincapié en el hecho de que la dieta cetogénica se basa en alimentos como carnes rojas, carnes procesadas y grasas saturadas; todos ellos relacionados con el aumento del riesgo de las enfermedades mencionadas. Por su parte, al restringir significativamente los carbohidratos de forma generalizada, también se reduce el consumo de alimentos protectores como verduras, frutas, legumbres y cereales integrales.
A nivel nutricional, las dietas bajas en carbohidratos y las dietas cetogénicas en general tienden a ser bajas en tiamina, ácido fólico, vitamina A, E, B6, y minerales como calcio, magnesio, hierro y potasio, según la evidencia actual. Sin suplementación, la mayoría de las personas corren el riesgo de sufrir déficits de uno o varios de estos micronutrientes.
Incluso cuando se priorizan alimentos densos nutricionalmente, los estudios han detectado que las dietas cetogénicas a menudo carecen de vitamina K, ácido linolénico y vitaminas liposolubles como la vitamina B12. Las dietas cetogénicas son también bajas en fibra y bajas en fitoquímicos.
Para finalizar, cabe puntualizar que todos estos trabajos hablan de la mayoría de la población. Los defensores de la dieta cetogénica suelen hacer hincapié en el hecho de que una dieta cetogénica bien pautada, basada en comida real y grasas saludables, no tiene por qué provocar problemas. Sin embargo, según la evidencia actual, la mayoría de la población parece no llevarla a cabo correctamente, priorizando grasas saturadas y un exceso de alimentos procesados, entre otros errores.
Como indican los autores, a largo plazo y para la mayoría de la gente, la dieta cetogénica produce más perjuicios que beneficios.