La fuerte apuesta de las grandes superficies de alimentación por la marca blanca ha acercado al consumidor muchos productos que antes eran selectivos o de importación. Un claro ejemplo es el té matcha, una preparación tradicional de las mismas hojas de la Camelia sinensis con las que se elabora el té verde pero que son cultivadas, prensadas y molidas hasta formar un polvo compacto que posteriormente se consumirá en infusión. Mercadona apostó por su propio formato para su marca Hacendado, y desde entonces causa furor entre su clientela.
El té matcha no es tan cómodo de tomar como el resto de infusiones, en parte porque no es tan rápido de preparar como las que se comercializan en bolsita, y en parte por su fuerte sabor al que no se hacen todos los paladares. Desde Mercadona, de hecho, recomendaban prepararlo con leche vegetal o frutas al estilo smoothie. A cambio, se obtiene una preparación mucho más densa en micronutrientes: una taza contendría "de 10 a 20 veces más antioxidantes que el té verde".
Dada su fuerte presencia en los hábitos dietéticos de los japoneses, una sociedad con una elevada longevidad y una notable salud metabólica, los efectos saludables del té matcha han sido objeto de abundantes estudios. Una revisión de estudios publicada este mismo año en la revista Molecules concluía que la "gran cantidad de sustancias antiinflamatorias y antioxidantes" que contiene, especialmente su "alta concentración de catequinas", ejerce un efecto protector contra el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y reduciría el riesgo neurodegenerativo.
Ahora, un nuevo beneficio vendría a sumarse a todos estos puntos positivos. Las catequinas tomadas como suplemento nutricional se han relacionado con daños hepáticos, pero si se consumen con el té matcha, el efecto sería el inverso. Esta infusión sería capaz de proteger el hígado del daño provocado por el exceso de grasas que conlleva la denominada 'dieta occidental', predominante en los países industrializados y que está provocando un repunte de la enfermedad del hígado graso por motivos no-alcohólicos.
El hígado cumple la función esencial de depurar el organismo, pero las dietas con exceso de ultraprocesados, grasas saturadas, sal y azúcares sobrecargan su capacidad y terminan acumulándose en el tejido vísceral. Esto da lugar a la esteatosis hepática o 'hígado graso', que daña su capacidad regenerativa y perjudica su funcionamiento. Sin embargo, el consumo de té matcha conservaría la salud hepática incluso cuando se consume una dieta abundante en grasas, según el estudio publicado en la revista Nutrients por investigadores del Instituto del Té de la Universidad de Zhejiang, China.
Para el estudio in vivo, los investigadores alimentaron a ratones con una dieta elevada en grasas hasta producirles condiciones de obesidad e indicios de esteatosis hepática. A continuación, se les proporcionó una suplementación de té matcha, que se relacionó con una "reversión" de los síntomas de la enfermedad al interferir en los mecanismos de formación de depósitos de grasa. "En este caso, pudimos comprobar que el matcha suprimió los niveles de lípidos séricos y la acumulación lipídica tanto en el hígado como en el tejido adiposo", escriben los autores.
"Un análisis integrado de los parámetros bioquímicos, la histopatología, el transcriptoma del hígado y la expresión genética reveló que el té matcha es una fuente natural dietética para prevenir la obesidad inducida por lipotoxicidad y el daño hepático", continúan. "El matcha también mejoró significativamente las condiciones de acumulación de lípidos relacionadas con la obesidad y la esteatosis hepática". Por último, la actividad de los genes estimulados por este consumo estaría relacionada con una reducción de la inflamación y una mejora del metabolismo del hígado.