Pocas personas en España pueden presumir de no haber hecho nunca una dieta. Si bien hay algunas que se imponen por motivos de salud, muchas otras se inician por razones puramente estéticas. En los mejores casos, las personas que han decidido perder unos kilos acuden a un profesional de la nutrición. Sin embargo, con frecuencia nos lanzamos en brazos de las dietas milagro y de los alimentos procesados light.
Hacer dieta y consumir estos productos puede parecer sano, pero no siempre es así. Por esta razón, Julia Jiménez, dietista-nutricionista y fundadora de la consulta de psiconutrición No sé qué cenar, ha escrito Otra nutrición es posible: disfruta de una alimentación consciente, integral y natural (Zenith, 2021). Las dietas no sólo pueden afectar a nuestro cuerpo, sino también a nuestra mente cuando nos obsesionamos y autojuzgamos.
Con este libro, Jiménez pretende romper mitos —como la falsa asociación entre la delgadez y la buena salud— y ayudarnos a encontrar un motivo más amable para cuidarnos y que nos permita mantener los buenos hábitos en el tiempo. "Es imprescindible entender que delgado no es equivalente a sano si para mantenerlo es necesario vivir restringiendo la alimentación, el ocio y la felicidad", explica en el libro.
Últimamente se editan muchos libros sobre nutrición, ¿qué crees que hace diferente al tuyo?
Aunque es cierto que la nutrición y la alimentación es un tema muy explotado en todas las áreas, y los libros tampoco se salvan, este ofrece una visión completamente diferente de lo que hemos leído hasta ahora. En él, ofrezco una perspectiva científica y actualizada de la nutrición a día de hoy, pero también una mirada crítica hacia la industria de la dieta y lo que hemos normalizado como "preocupación por la salud", tratando de brindar herramientas para una nueva forma de ver la alimentación mucho más flexible, respetuosa y compasiva. Este es, sin duda, el libro que me habría encantado leer cuando estudiaba la carrera de nutrición hace años.
Tu libro se titula Otra nutrición es posible. Disfruta de una alimentación consciente, integral y natural, ¿en qué consiste grosso modo esta alimentación que propones?
Mi intención con este libro es ofrecer toda la información básica relevante que debemos conocer acerca del extenso mundo de la nutrición y la salud, pero con una idea algo más compasiva, amorosa y realista de lo que significa cuidar de nosotros mismos y mantenernos saludables, a todos los niveles. En él, acompaño la ciencia más escrupulosa de la empatía más humana para dar paso a una nueva forma de divulgar sobre salud.
Para mí es verdaderamente inconcebible hablar de salud sin entender que prima el bienestar emocional del sujeto. No somos máquinas, somos seres complejos que merecemos ser tratados y abordados entendiendo esa complejidad, siempre con amor y respeto. Simplificar la salud y llevarla a modas y corrientes es también simplificar profundamente a las personas y reducirlas a la naturaleza de una máquina.
Una de las cosas que dices en tu libro es que las dietas para adelgazar no funcionan, pero todavía mucha gente acude al nutricionista para que le pauten una. ¿Qué le dirías a esas personas para convencerles de que no la necesitan?
Efectivamente, considero que una "dieta de adelgazamiento" tiene fecha de caducidad y no es didáctica —si nos referimos al concepto de "dieta" como el seguimiento de unas pautas estrictas y restrictivas en nuestra alimentación—. ¿A qué me refiero con esto? A que si yo pauto a mis pacientes una dieta de adelgazamiento que deben seguir minuciosamente, es posible que logren su objetivo de pérdida de peso, pero al finalizar la dieta volverán a sus hábitos anteriores. No habrán aprendido a alimentarse de manera saludable y equilibrada, solamente habrán aprendido a seguir al detalle las pautas que se le indican en un papel.
Mi mejor forma de convencerles de este cambio de mentalidad es explicarles que las dietas tienen principio y final, e infantilizan a las personas. Las dietas no educan, ni dan herramientas, ni hacen autónomo al paciente. Las dietas no confían en la capacidad de aprender y elegir por uno mismo y se viven como un proceso pasivo. Yo prefiero empoderar a las personas y confiar en sus capacidades para adquirir nuevos hábitos y conocimientos. Por eso, en lugar de hacer dieta, propongo hacer un plan de alimentación consciente, basado en la educación alimentaria. En ellos, buscamos que la persona adquiera los conocimientos necesarios, no durante el proceso de pérdida de peso, sino para siempre, y crear así unos hábitos saludables y duraderos. De esta manera, la pérdida de peso no será simple y llanamente el objetivo de una dieta, sino la consecuencia natural de unos nuevos hábitos de vida mucho más conscientes y saludables que llegan para quedarse.
¿Cuál crees que es el principal error que cometemos cuando nos ponemos a dieta?
Sin duda, creo que es obsesionarse con alcanzar un peso o forma corporal determinadas, alejándonos a menudo de prácticas verdaderamente saludables, no solo a nivel físico o fisiológico, sino sobre todo a nivel mental. Nos obsesionamos contando calorías, haciendo ejercicio compulsivamente y sin consciencia; nos pesamos y nos castigamos si no estamos logrando nuestros objetivos, compramos infinidad de productos dietéticos que son realmente poco saludables, tenemos un diálogo poco respetuoso, etc… Como me gusta decir: perdemos la salud persiguiéndola.
En tu libro te centras mucho en el papel de las emociones en la alimentación, ¿hasta qué punto crees que estos dos aspectos están conectados?
Los seres humanos somos una especie que se caracteriza por ser social y emocional. Necesitamos de las demás personas para poder desenvolvernos adecuadamente y evolucionamos y adquirimos hábitos gracias a nuestra cualidad emocional —almacenamos sólo aquellos recuerdos con mayor carga emocional y nos resulta mucho más sencillo recordar conceptos cuando van asociados a una historia—.
Estas dos características humanas inundan todas las esferas de nuestra vida y la alimentación no es una excepción. Con este libro trato de ofrecer información nutricional y alimentaria para integrar la adquisición de hábitos alimentarios saludables desde otro lugar, desde un lugar en el que la intención que nos mueve a tomar una decisión u otra es mucho más importante que la decisión en sí misma.
No doy motivos para ser la persona más sana del mundo —la perfección no es el objetivo—, pero sí doy herramientas para conectar con los motivos propios, internos e importantes por los que deseamos elegir cuidarnos desde el amor.
¿Consideras que muchos pacientes que acuden a nutricionistas podrían tener mejores resultados de salud si recibieran terapia psicológica?
Sin lugar a dudas. La raíz de una relación disfuncional con la comida no es una causa nutricional, sino una causa conductual. Considero que la psicoterapia y la ayuda nutricional es un combo que, cuando va de la mano, logra resultados infinitamente mejores.
La Nutrición está más de moda que nunca y algunas cuentas de redes sociales como Realfooding tienen legiones de seguidores. Nos han hecho tener una mayor consciencia sobre lo que comemos, pero ¿nos han generado más autoexigencia? ¿qué opinas de este fenómeno
Creo que estas corrientes han sido de muchísima utilidad para que las personas comiencen a entender la importancia de una alimentación saludable y abran sus ojos ante los engaños y triquiñuelas de la industria alimentaria. Ahora bien, aunque la considero una herramienta maravillosa, puede ser incompleta en el abordaje íntegro de la salud humana. Se trata tan sólo de una pata de la mesa. Considero que esa pata, que es importantísima, debe acompañarse de otras igual de importantes, como la salud mental, la compasión y el equilibrio. Este es exactamente el propósito del libro, integrarlo todo ello para adquirir un concepto más holístico, completo e integrativo de lo que es realmente la salud. Entendernos como seres complejos y multidimensionales que somos, sin reducirnos a la naturaleza de una máquina.
¿A veces es mejor comerse un perrito caliente que fomentar la preocupación por la comida?
Considero que no sólo nos alimentamos para nutrirnos, al igual que no sólo tenemos relaciones sexuales para reproducirnos. La nutrición debe ser del cuerpo, pero también del alma. Una vez más, debemos buscar el equilibrio entre lo que es saludable a nivel nutricional y lo que es saludable para la mente: vivir con consciencia y compromiso en nuestra salud, pero siempre con flexibilidad y sin restricciones.