Saber qué comprar en el supermercado es, sin duda, uno de los aspectos clave a la hora de llevar una dieta saludable. Aunque parece simple, estas tiendas están llenas de productos tentadores que no nos hacen ningún bien. España tiene fama de ser un país en el que se dedica tiempo a cocinar y donde nos alimentamos con calidad, pero reconozcámoslo: muchos guardamos una lasaña ultraprocesada para los días en los que la rutina nos supera.
Buena parte de la culpa es nuestra. No siempre planificamos bien las comidas de la semana y, cuando improvisamos, terminamos abriendo un alimento envasado muy energético y sabroso, pero con pocos nutrientes interesantes. De todas formas, no hace falta que nos fustiguemos porque no toda la culpa es nuestra. Cumplir con los horarios laborales, hacer las tareas domésticas y llevar hábitos saludables a la perfección no es fácil.
Pero, además, los supermercados pueden ser una trampa para que compremos productos que no habíamos pensado en echar al carrito al principio. Toda la tienda está organizada de tal manera que nos encontremos cientos de productos llamativos antes de dar con el que íbamos a comprar. La iluminación, los colores, la altura de los productos e, incluso, el hilo musical… No debemos pensar que todo ello está dispuesto de cualquier manera.
Ruedas a la virulé
Uno de los ejemplos que llama más la atención son los carritos de la compra. ¿Alguien ha encontrado alguna vez uno que funcione de manera eficiente? Es decir, que cuando lo empujamos sea capaz de moverse en una línea recta perfecta. No, porque aunque hayamos aceptado que los carritos se mueven así por que sí, esto no es cierto: están manipulados a propósito.
Si la Humanidad ha conseguido desarrollar una pasta de dientes de tres colores que no se mezclan entre ellos, ¿cómo no iba a poder diseñar un carrito con todas sus ruedas bien colocadas? Es probable que te estés preguntando qué gana el supermercado con estos carritos patizambos. Se trata de una manera barata y sencilla de que te fijes en un mayor número de sus productos.
Piénsalo. Cuando intentamos mantener un rumbo recto a través de un pasillo del supermercado, el carrito nos hace virar hacia un lado. Justo donde hay una estantería llena de alimentos que se interponen en tu misión de hacer una compra rápida, eficiente y saludable. Este desvío hace que nos fijemos en ellos, por si acaso iban a pasar desapercibidos y, de esta manera, acabamos comprando productos que, en realidad, no queríamos.
¡Ojo avizor!
La del carrito es una de las artimañas más conocidas de los súpers para que compremos más, pero no es la única. El doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Miguel Ángel Lurueña, ha recopilado muchos otros en uno de los capítulos de su último libro Que no te líen con la comida (Destino, 2021). Una obra que es todo un manual para convertirnos en expertos a la hora de reconocer los mensajes engañosos de la industria alimentaria.
Los supermercados también se encargan de influir en nuestra cesta de la compra a través de la música que ponen por megafonía. Según Lurueña, "se utilizan ritmos lentos cuando hay poca clientela y ritmos más rápidos cuando hay más gente". Aunque pensemos que el inocente hilo musical que, de vez en cuando, canta el nombre del súper no nos afecta para nada, en realidad, conoce bastante bien "nuestros sesgos y errores cognitivos".
De todas formas, no es necesario que empecemos a hacer la compra con tapones para los oídos ni con las manos acotando nuestro campo de visión y dirigiéndolo en línea recta. Conocer simplemente estos trucos puede ayudarnos a desarrollar una manera más consciente a través de la cual comprar lo que realmente necesitamos y queremos y, sobre todo, aquello que sea realmente beneficioso para nuestra salud.