Freír los alimentos es un método de cocinado muy habitual en España. Se utiliza para elaborar desde el pescado frito típico de algunas zonas de costa hasta las típicas patatas fritas, sin olvidar otros tipos de alimentos menos saludables cuyo sabor parece mejorar tras su paso por la sartén, pero cuyo consumo tiene serias consecuencias a largo plazo.
Si bien algunos trabajos previos ya habían sugerido que los alimentos fritos son un método de cocción y procesado totalmente desaconsejable, un nuevo trabajo publicado en la revista Heart ha ido más allá al señalar que consumir alimentos fritos aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y cerebral, y su efecto es acumulativo.
Los alimentos fritos son el típico ejemplo representativo de la dieta occidental: cargados de calorías innecesarias, mayormente compuestas por grasas procedentes de aceites vegetales cocinados a altas temperaturas. Pero ahora, además, su consumo se ha relacionado de forma directa con las enfermedades cardíacas graves y los accidentes cerebrovasculares o ictus. Así, según este trabajo científico, por cada porción adicional de 114 gramos de alimento frito semanal, más aumentaría el riesgo.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores analizaron bases de datos de estudios científicos, centrándose en aquellos publicados hasta abril de 2020. De entre todos ellos, seleccionaron 19, y acabaron reuniendo datos de 17 de estos: en total, 562.445 participantes estudiados, de los cuales 36.727 sufrieron eventos cardiovasculares graves, como un infarto cardíaco o un ictus, entre otros, para evaluar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Además, combinaron los datos de seis estudios, donde hubo 754.873 participantes y 85.906 fallecimientos durante un periodo de estudio de 9,5 años de media. En este caso, se evaluó la relación entre el consumo de alimentos fritos y las muertes por enfermedad cardiovascular y por cualquier causa.
Según su análisis, en comparación con aquellos individuos que consumían menos alimentos fritos, los participantes que se encontraban en el nivel más alto de consumo de estos alimentos tenían hasta un 28% más de risgo de sufrir eventos cardiovasculares, un 22% más de riesgo de sufrir enfermedad coronaria, y un 37% más de riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca.
Estas asociaciones de riesgo se mantuvieron incluso cuando se tuvieron en cuenta diversos factores de confusión. Así mismo, se detectó una asociación lineal entre el consumo de alimentos fritos y los eventos cardiovasculares: por cada 114 gramos más de alimentos fritos, había un 3% más de riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular en general, un 2% más de riesgo de sufrir una enfermedad coronaria, y hasta un 12% más de riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca.
Un estudio heterogéneo
Los investigadores también han querido destacar la diversidad de estudios que se tuvo en cuenta. Algunos de ellos solo incluían un tipo de alimento frito, como pescado frito, patatas fritas o bocadillos, en lugar de la ingesta total de comida frita, algo que podría haber infraestimado las asociaciones etectadas.
No se encontró ninguna relación entre las muertes por enfermedad cardiovascular o por cualquier causa con el consumo de alimentos fritos, pero los investigadores sugieren que esto podría deberse a los números relativamente pequeños de participantes en los estudios.
Por otro lado, destacan, el diseño de cada estudio era considerablemente diferente al resto. Aunque, eso sí, la mayoría se basaron en la memoria de sus participantes: hacían encuestas sobre los alimentos consumidos, pero no había ensayos clínicos de por medio.
Además, los investigadores también dejan claro que no se ha podido saber cómo los alimentos fritos incluyen en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, aunque sí tienen algunas hipótesis:
- Los alimentos fritos aumentan el consumo calórico total dada su riqueza en grasas. Además, generan ácidos grasos trans, nocivos para la salud, dado que usan aceites vegetales hidrogenados.
- El método de cocción, freír, aumenta la producción de subproductos químicos inflamatorios.
- Los alimentos fritos, como el pollo frito o las patatas fritas, a menudo se acompañan también de bebidas azucaradas al ser alimentos típicos de restaurantes de comida rápida.
De momento se trata solo de hipótesis, dado que el estudio actual solo ha detectado asociaciones pero no causalidades. Aún así, se continuará investigando al respecto.
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