Cuando uno piensa en un desayuno, lo que habitualmente se nos viene a la cabeza es una taza de leche o de café, unos cereales Frosties, unas galletas, unas magdalenas y hasta, a veces, un trocito de bizcocho. Todo junto o por separado. Es decir, que llevamos media vida desayunando una serie de alimentos que no sólo no benefician nuestra salud, sino que la perjudican sobremanera. Además, también hemos creído durante años que el desayuno es la comida más importante del día, y que realizarlo nos puede ayudar a adelgazar. En realidad, no es así.
"El desayuno es la forma en que rompemos nuestro ayuno nocturno y, para muchas personas, la ruptura del ayuno no tiene por qué suceder a primera hora de la mañana", señala la médica e investigadora Monique Tello en el blog de la Escuela de Medicina y Salud Pública de Harvard. Tampoco es cierto que necesitemos ingerir azúcar a primera hora de la mañana para que nuestro cerebro pueda funcionar a pleno rendimiento, ni que comer a primera hora de la mañana sirva para acelerar nuestro metabolismo, según explica la investigadora.
¿Entonces, qué es lo que realmente deberíamos comer? ¿Cuáles son los alimentos ‘sagrados’ para un desayuno perfecto en el caso de que realmente queramos realizar esta comida? Y, por otro lado, ¿existe realmente el desayuno perfecto?