Por último, la tilapia es un pescado que, al igual que el panga y la perca, resulta prescindible frente a otros competidores en el supermercado. Su perfil nutricional tampoco dice demasiado si lo comparamos con un salmón, un bacalao o un mero. De hecho, sale claramente perdiendo si lo enfrentamos con un pescado tan modesto (en cuanto a su precio) como la sardina. Al tratarse de un pescado magro de carne blanca, su cantidad de grasa apenas alcanza 1,7 gramos por cada 100, frente a los 7,5 gramos de la sardina o los 12 del salmón.
Pero, al margen de su contenido nutricional, todos estos pescados también destacan (negativamente) por su sabor insípido, un aspecto que también conviene tener en cuenta. "Si sólo cocinamos pescados con sabores muy suaves (tilapia, panga), es imposible apreciar los sabores intensos. Lo mismo ocurre si los escondemos en rebozados", dice la Organización de Consumidores y Usuarios. Pero, ¿por qué es importante comer pescados con sabor? Principalmente, en el caso de los niños, para educar el gusto. "Los comedores deberían enterarse de que no todo es panga o tilapia: también hay halibut, bacalao, merluza, atún... La variedad es esencial para repartir los riesgos", finaliza.