Los flavonoides, compuestos vegetales antioxidantes con efecto antiinflamatorio, son los responsables de algunos de los principales beneficios para la salud vinculados a algunos alimentos de origen vegetal. A sus efectos protectores conocidos, como la reducción del riesgo cardiovascular y de cáncer, se suma una probabilidad entre dos y cuatro veces menor de sufrir enfermedades del cerebro, concretamente las degenerativas como el alzhéimer.
Una nueva ventaja para quienes mantienen una dieta abundante en comidas y bebidas ricas en flavonoles, un tipo de flavonoides, tendría que ver con un efecto directo en el riesgo de hipertensión. Es lo que afirma un estudio realizado sobre 25.000 residentes de Norfolk, Reino Unido, y que ha sido publicado en la revista Scientific Reports.
El trabajo consistió en registrar en paralelo cuál era la dieta de cada uno de los participantes y en qué estado se encontraba su salud cardiovascular. Esta clase de estudios, reportan los autores, se suele realizar con cuestionarios que rellena el propio sujeto, lo que introduce potenciales sesgos; para evitarlos, se midieron objetivamente las concentraciones de flavonoles en sus organismos mediante biomarcadores nutricionales.
Así, los investigadores pudieron comprobar que la presión arterial entre el 10% de los participantes que correspondía a los que menos flavonoles ingerían y el 10% correspondiente a los que más tomaban variaba entre los 2 y los 4 milímetros de mercurio (mmHg). Esto se podía comparar a los cambios en la tensión de personas que siguen una dieta cardiosaludable como la Mediterránea o la DASH, y los efectos eran más pronunciados cuando la persona sufría de hipertensión.
"Los estudios anteriores sobre grandes poblaciones siempre se han basado en los datos de cuestionarios rellenados por los participantes para alcanzar sus conclusiones, pero este es el primer estudio epidemiológico a esta escala que ha investigado objetivamente la asociación entre un compuesto bioactivo específico y la salud humana", afirma el Prof. Gunter Kuhnle, nutricionista de la Universidad de Reading.
Kuhnle, que también ha liderado el estudio, afirma que están "encantados" de haber encontrado en el estudio un vínculo "significativo y relevante" entre el consumo de flavonoles y una presión arterial menor.
En la denominada 'dieta occidental', estos compuestos se encuentran principalmente en frutas como la manzana y la pera; frutos rojos, como las fresas y arándanos, abundantes en antocianinas; en el té, bebida predilecta de los británicos, y por tanto, muy presente en el estudio; y en el cacao, un motivo más para consumir únicamente chocolate con al menos un 70% de este contenido.
Dentro de las comidas que nos ofrecen flavonoides de forma genérica están el brócoli, las coles de Bruselas, los puerros y las cebollas. Su consumo se relaciona con propiedades muy diversas, entre las que destacan, las antihistamínicas, las antiinflamatorias y las antioxidantes.
Finalmente, las naranjas y otros cítricos, como los limones o las mandarinas son frutas muy ricas en flavanonas, y otras especies vegetales, como el apio y el perejil, son consideradas una buena fuente de flavonas, que destacan por ofrecernos sus propiedades antioxidantes y por retrasar el metabolismo de fármacos.
"La metodología del estudio es igualmente importante", destaca Kuhnle. "El uso de biomarcadores nutricionales para investigar los compuestos bioactivos se considera desde hace tiempo como la piedra de toque de la investigación, ya que permite medir objetivamente la ingesta. El desarrollo, la validación y la aplicación del biomarcador solo fue posible gracias al compromiso a largo plazo de todos los colaboradores".
Este trabajo se encuadra en un estudio en la que participan, además de la Universidad de Reading, la de Cambridge, la de California Davis, y la empresa Mars. Los datos proceden de la sección de Norfolk del macroestudio European Prospective Investigation into Cancer (EPIC), y su principal conclusión es que, observándose la mayor variación de presión arterial en pacientes que sufren hipertensión, el aumento del consumo de flavonoides debería ser considerada como una estrategia de salud pública para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares en Europa.