La especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de León, María D. Ballesteros Pomar, ha avisado, durante una mesa redonda organizada en el marco del XXXI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), que no existen los superalimentos y ningún alimento va a curar la diabetes.
Se trata, tal y como ha comentando, de uno de los muchos mitos y errores que aún subsisten en relación con la alimentación en la persona con diabetes. "La alimentación saludable se ha convertido en los últimos años en un tema de moda, con la consecuencia negativa que supone, por ejemplo, ser objeto de atención de las redes sociales, que han convertido en influencers a muchas personas que, sin una cualificación adecuada, opinan sobre temas de salud en general y sobre alimentación en particular, lo que puede ser peligroso para la salud", ha dicho.
Por ello, ha aconsejado que sean los profesionales los encargados de dar mensajes basados en la evidencia científica que desmonten "muchos mensajes erróneos". Y es que, entre los mitos y creencias que están adquiriendo mayor relevancia últimamente en relación con la alimentación en diabetes, la experta ha llamado la atención sobre la tendencia pendular que ha pasado de ponderar dietas con un alto contenido en hidratos de carbono a dietas muy restrictivas, las limitaciones de los alimentos 'light' o 'aptos para diabéticos', la falsa idea de que utilizar edulcorante en vez de azúcar ayuda a perder peso o a reducir el riesgo de desarrollar diabetes, o la creencia de que en una dieta saludable (con o sin diabetes) es necesario hacer las '5 comidas al día'.
Pero la principal tendencia en este ámbito pasa, como ha advertido la doctora Ballesteros, por convertir alimentos en 'héroes' o 'villanos'. En este sentido, por ejemplo, se intenta periódicamente promocionar algún presunto "superalimento" o un "alimento sobrenatural". En concreto, según ha destacado esta endocrinóloga, en el caso de la diabetes se vende la idea de que esos alimentos 'per se' pueden curar la enfermedad, lo cual es una barbaridad.
La estevia, las bayas de Goji, el trigo sarraceno, la avena o los "superalimentos" prometen beneficios que, en muchos casos, no están demostrados suficientemente. En cualquier caso, en relación con los superalimentos, la jefe del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Clotilde Vázquez Martínez, ha recalcado que no se debe confundir el término superalimento con algo que contiene un remedio mágico, sino que se trata de productos que un diabético debe incorporar a sus menús por su alto contenido en elementos nutricionales que escasean en otros alimentos (calcio, magnesio, fibra , omega 3, vitaminas y pre y probióticos).
Entre ellos, se encuentran los frutos secos (especialmente la nuez), el pescado azul, los cereales integrales, los tomates o los lácteos fermentados. Por el contrario, también se ha tratado de 'demonizar' a algunos alimentos, como los lácteos.
"La leche de vaca no causa diabetes tipo 1 y está demostrado que la ingesta de lácteos no solo no aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, sino que lo reduce. También es un mito que debamos elegir lácteos desnatados en personas con diabetes, porque el consumo de lácteos enteros puede reducir el riesgo de obesidad e incluso el riesgo cardiovascular", ha apostillado la especialista del Hospital Universitario de León.
Sí a la dieta mediterránea
Con todo, y por encima de estos mitos, hay uno especialmente extendido y asumido por la población general y el de que las personas con diabetes deben llevar una dieta especial, algo que, a juicio de la doctora Ballesteros, es un "supermito".
"La alimentación saludable se ha convertido en la nueva religión y no debería. No hay una única manera saludable de comer, hay muchas maneras saludables de vivir y no hay que elegir un patrón dietético igual para todos, sino adaptarlo a las características de cada persona", ha enfatizado
En la misma línea se ha expresado la doctora Vázquez, que aclara que cada persona con diabetes tiene unas peculiaridades, unas comorbilidades presentes, y unos riesgos que evitar. "Ahí es donde empieza la personalización de la dieta en términos no solo de calorías, sino también de reparto de carbohidratos grasas y proteínas, la cantidad de micronutrientes (vitaminas y minerales), el tipo de carbohidratos, proteínas y grasas, el horario de las ingestas. Y todas estas características no son tampoco rígidas, sino que deben adaptarse a las situaciones vitales, trabajos, ocio y otras circunstancias", ha apostillado.
Por ello, ha destacado la importancia de alimentarse correctamente requiere un aprendizaje asesorado por especialistas, un método flexible y adaptado, y un conocimiento 'instrumental' que permita la personalización y ajuste día a día de forma "sencilla".
Actualmente no se dispone de evidencia científica suficiente para defender un plan dietético específico en prevención o manejo de la diabetes mellitus, por lo que se aconseja adecuar a la situación y preferencias de cada persona con diabetes.
"Debemos evitar en lo posible alimentos perjudiciales, como los refrescos azucarados o los alimentos ultraprocesados que sean ricos en azúcares, sal o grasas saturadas y, en cambio, fomentar el consumo de frutas y verduras, aceite de oliva, pescado, legumbres o yogur, priorizando la ingesta de alimentos frescos y de temporada", ha aconsejado Ballesteros.
Del mismo modo, las expertas han asegurado que el mejor consejo dietético para las personas con diabetes (y para el resto de la población) pasa por la adopción de la dieta mediterránea, porque es la mejor adaptada a nuestra cultura y se asocia a reducción en el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes tipo 2 y enfermedades degenerativas.
Y es que el patrón de dieta mediterránea es, sin duda, uno de los principales 'axiomas' sobre alimentación en diabetes que deben seguirse siempre. Junto a éste, Vázquez ha añadido tres mandamientos más: la limitación de hidratos de carbono de absorción rápida (excepto en hipoglucemias que no hayan podido prevenirse), la restricción de las grasas saturadas y el ajuste calórico para evitar el incremento de grasa corporal.