El reciente episodio de confinamiento por la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha llevado a muchos a comer de más cuando, debido a las circunstancias del encierro forzoso, lo ideal hubiera sido reducir el aporte calórico. Además, en circunstancias de estrés, tendemos a elegir una comida más gratificante, cargada de hidratos de carbono y las grasas insanas que suelen caracterizar a los snacks menos recomendables.
Ahora, la "nueva normalidad" no va a traernos de momento una completa recuperación de la vida al aire libre: quedan por delante meses de pasar tiempo en casa, especialmente si se teletrabaja, y la tentación del picoteo va a seguir presente. En ese sentido, lo más recomendable sería aligerar las comidas, con una mayor proporción de verduras, legumbres y fruta, y reservar para estos tentempiés un alimento calórico y cargado de grasas saludables que, en su justa medida, no engorda: los frutos secos.
Pese a que tendemos a pasarlo por alto, estos alimentos también son uno de los pilares básicos de la dieta mediterránea, y cada uno de estos frutos tiene propiedades particulares igualmente interesantes. En el caso de las almendras, un reciente estudio publicado en la revista Nutrients ilustra los beneficios que tiene comer un puñado todos los días no solo para nuestra salud cardiovascular, sino también para nuestra estabilidad mental en tiempos de ansiedad y crisis.
El estrés mental, plantean los autores, supone tanto un rasgo definitorio de la acelerada vida contemporánea como una de las principales contribuciones al riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas. Los estresores mentales estimulan respuestas cardiovasculares que pueden ser medidas mediante la variabilidad del ritmo cardíaco (HRV por sus siglas en inglés), e influyen en patología extendidas como la hipertensión o la aterosclerosis -rigidez de las arterias- subclínica.
Las almendras, por otra parte, se suelen consumir como aperitivos y son ricas en grasas insaturadas -antiinflamatorias y protectoras contra el colesterol-, fibra alimentaria, potasio, magnesio y vitamina E. En cambio son bajas en azúcares, grasas saturadas y sodio. El consumo de almendras puede mejorar los factores de riesgo cardiovascular intermedio, como las lipoproteínas de baja densidad (LDL, el 'colesterol malo'), la apolipoproteína B (apo-B), la presión arterial y la adiposidad. Eso sí, siempre que se consuman al natural y de la variedad 'almendra dulce' -la 'almendra amarga' es, por sí misma, tóxica.
Se diseñó por tanto un ensayo clínico durante seis semanas con un grupo de un centenar de participantes de ambos sexos y entre los 30 y los 70 años, seleccionados en el King's College de Londres por su potencial predisposición a desarrollar problemas cardiovasculares. Se les pidió que se reservasen el 20% de la ingesta enérgetica diaria, es decir, unas 400 kcal. Para un grupo, ese consumo debía realizarse con una merienda de mini-muffins; para otro, con unos 63 gramos de almendras, ya que los investigadores recuerdan que 100 gramos de este fruto seco contienen 634 kcal.
Al término de las seis semanas, el aperitivo a base de almendras había logrado aumentar durante los episodios de estrés agudo los parámetros de actividad del sistema nervioso parasimpático, el encargado de regular la presión arterial y las pulsaciones, con respecto a los snacks isocalóricos con un perfil nutricional más convencional. Estos serían los ricos en grasas saturadas, almidones y azúcares libres, y bajos en fibras alimentarias.
Las razones para esta mejora son múltiples: los investigadores apuntan a un mejor funcionamiento del nervio vago, el 'cableado' que forma la base del sistema parasimpático y que nos ayuda a mantener la calma; mejoras en la función neurológica autónoma; o un incremento en la respuesta del tejido cardíaco a los neurotransmisores y la modulación de las hormonas durante los episodios de ansiedad.
En cualquier caso, aunque los mecanismos tras el fenómeno no estén completamente claros, los resultados del estudio sugieren que una sencilla modificación en nuestra dieta habitual pueden dar lugar a un incremento en el aporte de micronutrientes, fibra alimentaria y ácidos grasos insaturados, al mismo tiempo que se limitan los azúcares libres y la sal. Todo lo cual resulta en una mejora del tono vagal durante los momentos de estrés mental que nos reportará una mejor salud general.
"Incorporar las almendras naturales como un tentempié habitual es un cambio de hábitos recomendable y saludable, ya que mejora la salud cardiovascular no solo mediante una reducción de los niveles de colesterol, sino a través de un potencial refuerzo a la resiliencia mental para resistir el estrés", concluyen los autores.