"Me acabo de tomar un Actimel. O como a mí me gusta llamarlo: un sorbito de la inmortalidad". La anterior frase procede de un delirante grupo de Whatsapp en el que se encuentra el que suscribe estas líneas. Ocurre entre bromas, durante el transcurso de una conversación sobre el coronavirus y las posibles formas de prevenir el contagio. Pero podría suceder en un corrillo cualquiera porque la realidad es que aún son muchas las personas que piensan que este lácteo puede ayudar sobremanera a mejorar nuestras defensas, tal y como nos han repetido hasta la saciedad.
¿Qué hay de cierto en todo esto? Vayamos por partes. El Actimel, tal y como ocurre con los bífidus o el Danacol, no es un yogur según lo establecido en la norma de calidad que regula este tipo de lácteos en España. Según nuestra legislación, sólo podemos considerar como tal "el producto de leche coagulada obtenido por fermentación láctica mediante la acción de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus a partir de leche o leche concentrada". El Actimel se encuentra, por tanto, en otra categoría, dentro de las llamadas leches fermentadas.
Estos lácteos se diferencian de los yogures normales porque para su elaboración se utilizan otras cepas distintas, algunas de ellas exclusivas de las propias marcas, como el famoso L.Casei, al que se le atribuyeron unas propiedades que no tenía. "Si echamos la vista atrás, mucha gente recordará que Actimel empezó su andadura anunciando los L.Casei inmunitas, pero tuvieron que eliminar esta última palabra por publicidad engañosa", explica el dietista-nutricionista y divulgador Daniel Ursúa, autor del blog y el canal de Youtube Nutrihabits.
"Ningún lácteo tiene efecto en el sistema inmune, por mucho que lleve bacterias con nombre en latín", escribe el profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia y también divulgador José Miguel Mulet en su último libro ¿Qué es comer sano? (Destino, 2018). "Sin embargo, hay que remarcar que la campaña publicitaria fue brillante y ha logrado que la gente asocie su producto con resfriarse menos, aunque no haya ninguna relación".
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó en 2010 un famoso informe en el que rechazaba los supuestos beneficios extra del Actimel al no haber evidencia científica de que reforzara nuestras defensas de forma alguna. "Actimel es tan bueno o tan malo como muchos otros productos lácteos", señala Ursúa. "Que una marca de yogures destaque el L.Casei en uno de sus productos es tan absurdo como que una marca de naranjas pretenda diferenciarse por la vitamina C", advierte.
El truco de las vitaminas
Así, hace algún tiempo que la marca dejó de lado las supuestas propiedades del L.Casei para centrarse ahora en las de las vitaminas con las que enriquecen mínimamente esta leche fermentada. "Ayuda a tus defensas y a tu vitalidad con vitamina B6", se puede leer en uno de sus envases. También se incluyen reclamos sobre la vitamina B9 y la vitamina D. Se trata realmente de una estrategia similar a la utilizada por otras marcas para poder anunciar en sus productos estas alegaciones saludables en base a lo exigido por la ley.
"Entre todas las vitaminas, hay 13 que son esenciales puesto que forman parte de procesos metabólicos importantes para el desarrollo de nuestro organismo y para poder llevar a cabo funciones básicas. Entre ellas están las que se incluyen en este producto y, por ello, están aprobadas las alegaciones de salud que Actimel utiliza", explica Ursúa. Ahora, el hecho de que estas vitaminas sean esenciales no significa que no las podamos encontrar en una amplia variedad de alimentos de forma natural. "En nuestro entorno, tenemos acceso a una gran cantidad de frutas y verduras muy ricas en este tipo de vitaminas, por lo que no debemos preocuparnos por su ingesta", añade el nutricionista.
El especialista señala además que el exceso de vitaminas del grupo B se elimina a través de la orina. Por lo tanto, "por encima de los requerimientos mínimos diarios, lo único que estaremos haciendo es suplementar vitamínicamente nuestras visitas al baño", bromea. Vale, pero si quiero reforzar mi sistema inmunitario, ¿cómo lo hago? ¿Debo comer especialmente algún alimento ahora en plena crisis del coronavirus para prevenirlo? Por desgracia, las cosas no son tan fáciles.
"Debemos entender que la complejidad de nuestro organismo hace que el funcionamiento del sistema inmune no dependa únicamente de nuestra alimentación", explica el especialista. "Mediante ella, lo que debemos buscar es garantizar que cumplimos el aporte de los nutrientes esenciales. Pensar en alimentos como meras fuentes de nutrientes supondría caer en el nutricionismo", añade.
De esta forma, el experto apunta que lo más importante para que nuestro sistema inmunitario esté preparado para responder ante cualquier adversidad es tener unos buenos hábitos de vida a nivel global. ¿Y qué significa esto? Fácil: basar nuestra alimentación en frutas y verduras; variar nuestras fuentes de proteína a través de alimentos tales como las legumbres, los frutos secos, la carne y el pescado; e incorporar cereales integrales. Todo esto acompañado de ejercicio diario. "Todo ello va a garantizar un funcionamiento óptimo de todos nuestros sistemas, no sólo el inmunológico", finaliza.