Corren buenos tiempos para los frutos secos. Hace unas décadas se consideraban alimentos negativos para la salud por ser una fuente de grasas. Lo que no se tenía en cuenta por aquel entonces es que esas grasas son, en su inmensa mayoría, de tipo insaturado. Lo que tienen de especial estos ácidos grasos —que también se encuentran en el aceite de oliva o el pescado azul— es que son capaces de reducir el colesterol malo, conocido científicamente como LDL.
Ahora sabemos que un consumo habitual de frutos secos puede ayudarnos, incluso, a adelgazar. Eso sí, debemos tener cuidado a la hora de seleccionar un producto con estos ingredientes porque la mayoría de ellos suelen estar procesados: baños de chocolate, exceso de sal o de azúcares o saborizantes muy potentes.
Por esta razón, hoy en día todavía no podemos considerar cualquier cosa que se anuncie como frutos secos como algo saludable. Un buen ejemplo de ello son los típicos cócteles de frutos secos que venden los supermercados y ponen los bares junto con cualquier consumición. Estos mixes contienen saborizantes, sal en exceso, azúcares… pero lo más llamativo es que la mayoría de sus ingredientes no son frutos secos. A continuación, unos cuantos ejemplos: